1-3Juan-170 Un mensaje para todos

11 de nov. de 2024 · 8m 47s
1-3Juan-170 Un mensaje para todos
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Un mensaje para todos   En la introducción de las cartas de Juan pudimos ver que Dios, a través del apóstol nos recuerda que Dios es luz y amor, y esa...

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Un mensaje para todos
 
En la introducción de las cartas de Juan pudimos ver que Dios, a través del apóstol nos recuerda que Dios es luz y amor, y esa luz y ese amor deben ser evidentes en las vidas de los que proclamamos su nombre. 

Ahora bien, es posible que al escuchar esto te venga a la mente alguno que llamándose cristiano vive más como un diablo, dirías tú. Es importante que ante estos ejemplos de incongruencia, lleguemos a la conclusión, como nos muestra Juan, que esta persona no conoce a Dios de verdad, porque como leíamos en 1 Juan 2:6, “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” Esta afirmación supone un reto para el creyente y una prueba de identificación para aquellos que están buscando a Dios. Dios es luz, Dios es fiel, y Dios es justo. No puedes juzgar a Dios por las acciones de los hombres. Busca tú a Dios directamente, y pide que esta persona conozca al Señor y que su vida refleje el carácter santo de Dios. 

Recordemos que la Palabra de Dios tiene un mensaje para cada uno de nosotros, y presenta al Salvador.

Aunque es ta primera carta de Juan no viene con un destinatario claro, el apóstol sí nos nos dice para quién es el mensaje en esta carta. En el capítulo 2 leemos los diferentes grupos a los que Juan dirige su mensaje, incluyendo a aquellos que acaban de oír el evangelio, aquellos que ya llevan muchos años, y aquellos que guían a los más jóvenes. El mensaje va dirigido a cada uno. 

En primer lugar, escribe a los que llama “hijitos”: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.” Dice además: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.”

Es posible que alguien que acaba de conocer a Cristo sienta lo difícil que es vivir una vida según los principios de Dios en un mundo que vive totalmente opuesto a Dios. 
Juan les recuerda que si han abrazado la obra de a Cristo, sus pecados han sido perdonados, y pueden ir creciendo en santidad, por la obra del Espíritu Santo de Dios. Así que, ya sea que seas tú el novato en los caminos del Señor, o que veas a otros luchando por ser mejor cada día, en lugar de desanimarnos o de juzgar, recordemos que el que nos ha perdonado los pecados es fiel y justo para limpiarnos. Podemos ir avanzando, y como en la aurora, Su luz puede ir aumentando en nuestras vidas. 


En segundo lugar, Juan escribe a los que llevan más tiempo en el camino: “Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio.” y “Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio.”

Estos a los que Juan se refiere como a Padres, conocen al Padre, y han podido experimentar personalmente a Dios en su andar a través de los años. Sin embargo, es fácil que con la confianza, olvidemos que aquel que nos llamó es Santo. No podemos descuidarnos en nuestro andar con Dios, porque es fácil adquirir una cultura cristiana y olvidar el carácter de Dios. Somos cristianos porque Cristo nos ha salvado y vivimos la vida cristiana, no porque esa es nuestra cultura o tradición, sino porque vivimos como Él vivió. Aquellos que conocemos a Dios ya muchos años deberíamos poder ayudar a los hijitos y los jóvenes en el camino.

Este es el otro grupo al que escribe Juan—a los jóvenes. “Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.” Y también dice “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.”

¡Qué bendición son aquellos que están creciendo en el Señor, y que están en una época de su vida cristiana en la que reciben las luchas con ánimo en Cristo. Estos están viviendo en la Palabra, y cuando vienen los dardos del maligno, hacen uso inmediato de la armadura de Dios, y con la Espada de la Palabra de Dios han vencido y vencen al maligno, y este huye. Así deberíamos cada uno, hijitos, padres y jóvenes en el Señor, aprovechar los recursos que Dios nos ha dado para crecer en nuestra vida cristiana. 

Si no has confiado en Cristo para salvación, te animo a mirar al Salvador, a entregarte a Él para perdón de pecados, porque Su luz alumbrará cada rincón de tu vida. 

Seguro que cada una de las que hemos confiado en Cristo para salvación estamos en uno de estos grupos. Sea que hayas conocido a Dios hace poco, sea que estés en la etapa más vigorosa de tu vida cristiana, o sea que seas del grupo que por tu experiencia en la fe cristiana y tu fidelidad a Dios eres de pilar de apoyo a los más jóvenes, todos debemos recordar estas cosas: que nuestros pecados han sido perdonados en Cristo, que podemos vencer al maligno por la Palabra de Dios, y que nuestro conocimiento de Dios puede ir en aumento cada día de nuestras vidas aquí en la Tierra. Esta sección en el capítulo 2 acaba con un mensaje para todos los que son de Dios; dicen los versículos 15-17:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Analizaremos estas tres categorías que presenta Juan al describir los ataques de lo que denomina “el mundo”, pero veamos aquí la relación con el mensaje de Pedro cuando dice en el 1:24-25 “Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. (Isaías 40:8) Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.”

Este mundo que conocemos pasará, y nosotros, los que hemos confiado en Cristo para salvación, permaneceremos, según ha dicho en su Palabra (1 Juan 2:24). Así que vivamos aquí para traer gloria a nuestro Salvador, disfrutando así de las promesas del fiel y justo Dios. 
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Autor David y Maribel
Organización David y Maribel
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