Seguro que alguno pensará ¿tanto tiene de particular el tren en Extremadura como para dedicarle un episodio?, pues la verdad es que depende del cristal por el que se mire.
Recuerdo una metáfora que un día escuché y que decía que la vida es como un viaje en tren sin destino conocido, durante el cual te acompaña gente que sube y baja durante un recorrido en el vas viendo una sucesión de imagenes por la ventana.
Si tuviéramos que aplicar esta metáfora en un viaje en tren por Extremadura, las imágenes que pasarían por esa ventana serían desde luego muy hermosas; veríamos naturaleza, cielos limpios y pueblos con un patrimonio monumental impresionante. Y además, si tiramos de positivismo y de un poco de mala baba sarcástica, podríamos disfrutar de ello mucho más que en viajes en tren por otros lugares, ya que la velocidad con la que circularíamos por nuestro recorrido y el tiempo de ese trayecto nos facilitaría mucho las cosas para disfrutar de ello.
La vida es como un viaje en tren, pero si ese tren pasa por Extremadura, esa vida parecerá ralentizarse o incluso algunas veces detenerse "literalmente", no tanto por esas hermosas imágenes que pasarán por la ventana como por el hecho de que esta región sufre de una falta de infraestructura ferroviaria y de eficiencia en el funcionamiento de la existente que ya es bien conocida a lo largo del país.