Había una vez un ateo que le dijo a su hija que escribiera en un papel Dios no está en ninguna parte, y su hija escribió Dios ahora está aquí. No sabía lo que había escrito su hija, así que le dijo a su hija: “Quiero que me lo leas muy alto y que sigas repitiendo las palabras. Incluso si te digo que te detengas, continuarás hasta que no puedas más”. Su hija lo repite: “Dios ya está aquí, Dios ya está aquí, Dios ya está aquí”. Él le gritó que se detuviera. Pero ella gritó más fuerte y su voz prevaleció. Al escuchar esto, el hombre salió corriendo por la puerta y vio un cartel en la pared de un político que decía "Ya estoy aquí". Al salir de allí y comenzar a caminar, vio y escuchó a una pareja hablando entre ellos, lo cual el El hombre le dijo a su esposa, "eso fue el pasado, pero ahora estoy aquí". A estas alturas, las palabras "Dios ya está aquí" se repetían una y otra vez en su cabeza. Cubriendo sus oídos, no cerró las palabras que estaban en su cabeza. Porque Dios se estaba mostrando a sí mismo como real a este hombre que toda su vida, trató de suprimir la existencia de Dios. Parado en un cruce de caminos donde se encuentran las calles Yo Soy y Aquí, sin saber el nombre de la calle le preguntó a un anciano "dónde estoy" y el hombre respondió "Estoy aquí" y corriendo de nuevo pero chocando contra un poste, mientras se frotaba la cabeza. Un adolescente con un boombox pasó junto a él, que por cierto estaba escuchando un rap donde el rapero llamado DS repetía las palabras "Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí". Y sus cantantes de fondo decían "DS está aquí, DS está aquí", lo que hizo que el hombre corriera lo más rápido que podía hacia el lugar más tranquilo que se le ocurría, que era el parque.
Y viendo un banco en el parque el hombre se sentó y una anciana se sentó a su lado. Y al ver a la anciana sacar un libro le dijo que le leyera algo sin saber que era la Biblia. Ella leo
“Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije: 'Aquí estoy, aquí estoy', a una nación que no era llamada por mi nombre”. Isaias 65:1

Al oír esto, el hombre cayó de rodillas ante Dios y aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador.
La moraleja de la historia es que Dios hace muchas cosas para llamar nuestra atención e incluso si jugamos a la muerte o a los ciegos para tratar de suprimir la verdad de su existencia, solo nos estamos engañando a nosotros mismos, y un día no podrás correr más tiempo.