Cuando Dios creó a Adán, le dio un trabajo. Génesis 2:15 "Tomó, pues, el SEÑOR Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara". Por lo tanto, ¡el trabajo ha existido desde el principio de los tiempos!

Todos nosotros trabajamos en algo. Antes de poder ganar un salario monetario, podemos trabajar en la escuela o hacer tareas en nuestra casa. A medida que envejecemos, conseguimos ese primer trabajo y encontramos una nueva autoestima al ganar nuestro primer sueldo. Al llegar a la edad adulta, encontramos un papel o una carrera que nos convenga, incluso si se trata de cuidar a nuestras familias a tiempo completo en casa.

Independientemente de cómo sea cada una de nuestras "carreras", tenemos la oportunidad de vivir una vida de gratitud por cómo Dios nos ha llevado hasta donde estamos. Aquí hay algunas maneras de estar agradecidos por el trabajo que Dios nos ha dado para hacer:

Cambia tu lente. Incluso si no eres feliz en tu trabajo actual, agradece la posibilidad de tener un empleo (o de quedarte en casa con tu familia), y tómate tiempo para orar por aquellos que están luchando contra el desempleo...

Estás ganando algo. Independientemente de tu nivel de ingresos, puedes agradecer a Dios por su provisión en tu vida. Puedes estar agradecido por lo que tienes, en lugar de centrarte en lo que no tienes.

Haz una lista de lo que amas. Cada trabajo tiene cosas que te gustan. Podrían ser los beneficios de salud o de jubilación, o podría ser un amigo cercano que has hecho mientras trabajabas allí. Centrarte en lo bueno fortalecerá tu corazón hacia el agradecimiento.
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