34 El Perro y El Perrero
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Descripción
El Perro y el Perrero Había una vez un perro que no podía ser atrapado por ningún perrero. El perro era rápido, inteligente y fuerte. Los perreros intentaron una y...
mostra másHabía una vez un perro que no podía ser atrapado por ningún perrero. El perro era rápido, inteligente y fuerte. Los perreros intentaron una y otra vez atraparlo pero no tuvieron suerte.
Todos era enviados al hospital sin una pierna, un brazo, un diente o un dedo del pie.
Un día llegó un nuevo perrero. Juró que podría atrapar al perro difícil y tenía fe en que lo haría. Los otros cazadores de perros se rieron de él y le dijeron: “No puedes atrapar a ese perro”. Él respondió: “Tengo esperanza”.
El nuevo perrero se fue a atrapar al perro. Todos antes que él siempre habían usado la fuerza o el ataque para tratar de atrapar al perro, pero el nuevo cazador se acercó al animal con amor en su corazón y le dijo que se aseguraría de que tuviera un hogar mejor.
El perro le creyó, ya que vio paz en los ojos del hombre, que solo puede ser dado por Dios.
Así que el cazador atrapó al perro. La perrera no fue una sorpresa para el perro, ya que había estado allí antes, pero esta vez, el Perrero le dijo que tuviera
paciencia, ya que regresaría con un dueño. Pasó un día, pero no llegó ningún nuevo dueño.
Pasó otro día y aún no había nuevo dueño. La gente visitó al perro, pero todos pensaron que era el perro más feo que jamás habían visto. Pero el perro permaneció paciente, recordando las palabras del perrero y la paz de Dios que estaba en sus ojos.
Pasaron muchos días, convirtiéndose en semanas hasta que llegó el día en que los otros perreros decidieron que era hora de poner a dormir al perro no deseado. Cuando lo agarraron para llevarlo al médico para que le aplicaran la inyección mortal, el perro no luchó ni mordió. No deseaba lastimar a nadie porque a sus nuevos dueños no les agradaría.
Cuando el doctor abrió su jaula y vio la aguja esperando, el perro siguió creyendo en el perrero y esperaba que su nuevo amo llegara a tiempo.
Justo cuando se preparaba la aguja con los productos químicos necesarios para matar al perro, una voz gritó desde el pasillo: “Espera, digo espera”.
Era el perrero siendo fiel a su palabra. En muchos sentidos, somos como ese perro, y Jesús es el perrero que anhelamos.
Información
Autor | Harris Kakoulides |
Organización | Harris KAKOULIDES |
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