Deben Nacer Muertos

10 de mar. de 2021 · 2m 53s
Deben Nacer Muertos
Descripción

La idea le rondaba la cabeza desde hace mucho tiempo. Ya había perdido la idea de cuando tiempo, pero era mucho tiempo. La cuestión era que no estaba dispuesto a...

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La idea le rondaba la cabeza desde hace mucho tiempo. Ya había perdido la idea de cuando tiempo, pero era mucho tiempo. La cuestión era que no estaba dispuesto a seguir viviendo en un mundo que no respetara su forma de pensar. No quería estar un segundo más compartiendo su existencia con cosas con las que no estuviera de acuerdo. Saltó de la cama ese domingo y comenzó con la depuración. Sin pausa, sin moral, sin remordimiento. Buscó las llaves y así como estaba vestido, salió a la calle. Comenzó a caminar por las bobas veredas que se deshacían bajo un bobo sol de domingo y a poco de andar, no más de 300 metros, encontró su primer objetivo. El tipo, por que era un tipo, nunca vas a ver a una tipa enfrascada en tamaña soledad, estaba lavando el auto. Las alfombras de goma sobre la vereda chorreaba un poco sobre el cordón como los relojes de Dalí. Un balde largaba espuma como si fuera un perro rabioso. Más allá un cepillo para lavar las cubiertas descansaba como si fuera un cachorro hijo del perro con rabia.  El hombre agachado con la mitad de la raya del culo saliendo de los pantalones. Una manguera reluciente serpenteaba como una víbora azul y blanca, el tipo la sostenía por la cabeza y la hacia vomitar su veneno sobre el enorme brontosaurio de vidrio y chapa. Nuestro sujeto, sin detenerse ni alterar la manera de caminar que había adoptado no bien dejó la cama, la casa y su propia vereda, enfiló derecho hacia el domador de serpientes.  Serían 80 metros que fueron 80 pasos. Ni se detuvo un segundo. Al pisar la empapada vereda le espetó, que es como se dice cuando uno escupe palabras, "porque estás lavando el auto!”. Sin más bocado tomo la escoba que estaba apoyada contra la pared en el antepenúltimo paso; rompió el mango contra su propio muslo en el anteúltimo paso; y le atravesó el cuello al domador lavador en el último paso como con la improvisada estaca. Vampirico el incrédulo domador se desplomó sobre el jamelgo de hierro. Jamelgo es un caballo y es una metáfora para hablar del auto. La sangre se mezcló a borbotones con los borbotones de veneno que aún soltaba la víbora.  Un caniche sentado en el umbral del PH observó la escena, trotó alegre y se puso a beber el agua veneno con sangre.  Nuestro sujeto, porque es "nuestro", porque no puede dejar de ser"nuestro" quién nos sorprende con un acto salvajemente absurdo que nos deja preguntándonos porqué,  continuó su camino ya decidido a qué la limpieza su ciudad y de su planeta empezaría por los hombres que lavan autos los domingos en las veredas. Mientras se alejaba masculló, qué es lo que se dice cuando alguien mastica las palabras: "Deben nacer muertos los que lavan el auto los domingos".
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Autor Sergio Souza
Organización Sergio Souza
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