Pablo se ha dirigido en este capítulo a los moralistas y puntualmente al religioso que cree en la Biblia y piensa que él, para nada es como este tipo de personas incrédulas o idólatras. Por ello cuando Pablo les dice: “Pero si tú, que llevas el nombre de judío y te apoyas en la ley; que te glorías en Dios… Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?” (17-21), como quien dice ¡Tu que te la llevas del buen judío! Uno puede imaginar como sus ojos se agrandan y su cabeza se echa para tras, ¿Cómo así que si tienes sobrenombre de judío? Este pasaje nos servirá para hacernos un diagnóstico y verificar que los que tenemos el sobrenombre de Cristianos no tengamos una fe vacía.