Conrad Friedsen nació en una comunidad menonita, su padre un misionero que marcó su niñez alrededor de la Biblia y reglas comunitarias. A los seis años de edad decidió entregar su vida a Jesús durante un culto dominical. Su vida tuvo muchas vueltas, en medio de una densa oscuridad en la adultez decide entregar su vida a Dios y se convirtió en un profeta misionero hasta que una prueba profunda lo hace desear dejar el ministerio para conocer al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ese deseo tuvo un desvío y buscando la felicidad en el dinero lo pierde todo como Job y es allí donde encontró el camino al retorno.