Cuando contemplamos a Jesús, sus manifestaciones milagrosas, que actua con misericordia y amor, que es bueno y su bondad perdura. Observamos qué su día a día está marcado por tiempos especiales, en lugares apartados, con encuentros intencionales e intensos con Dios.
 Al oírlo orar; sus oraciones son de contenido celestial, sus peticiones son de carácter eterno, sus intenciones glorifican a Dios y cuando sale del lugar secreto la presencia de Dios sigue con El. Esto nos motiva a pronunciar unas breves palabras:
Enséñanos a orar!