Me gusta tener proyectos de aprendizaje para entrenarme en estar en el proceso. Este mes me metí en un curso de carpintería que ofrece el centro de Formacion en oficios de mi ciudad. Cada clase y cada practica me pone de frente a lo mucho que no se, y también a mi impaciencia, a la necesidad que tiene la mente de saber, de lograrlo. Y lo puedo ver, por ejemplo, cuando me toca serruchar sobre el salva banco. Mi brazo quiere hacer mas fuerza de la necesaria, mi pecho se tensa, mi mandíbula se tensa, mi lengua también. Si no me sale, empieza el dialogo interno. Entonces con paciencia voy soltando la tensión, siento mis pies, trato de acomodarme en la posición que nos mostró el Carpintero. Seguramente me pase en cada clase por el tiempo que siga aprendiendo. Ojalá pueda hacer mesas, bancos, encastres algún día pero trato de no pensar demasiado en eso, voy entrando en el proceso una y otra vez. Porque entrar en la zona es una capacidad humana que no está restringida a una actividad, ni tampoco a un género o cierta edad. Es simplemente una forma de hacer las cosas, una que te pide atención y observación. Y en cada situación podés elegir si hacerlas con el foco puesto en el resultado únicamente o el foco volviendo siempre al proceso. Y cuando te ocupas del proceso, decía Phil Jackson, el resultado se ocupa de sí mismo.

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