Con la cuarta revolución industrial la automatización de procesos es una tendencia en crecimiento, que ha permitido a las empresas tener una mayor productividad y calidad. La pandemia aceleró el uso de la tecnología, transformando a la sociedad.

Señala la UNESCO, que estas tecnologías generan riesgos y desafíos, entre ellos: el uso malicioso de la tecnología, o la profundización de las desigualdades y divisiones. Y es que uno de los principales riesgos asociados a la inteligencia artificial (IA) es la prevalencia de los criterios éticos a la hora de configurar algoritmos, y cómo evitar la aparición de sesgos sociales, culturales o económicos.

De acuerdo con el organismo internacional se espera que la IA genere casi 4 billones de dólares en valor agregado para este año. Para 2030, se estima que las ganancias económicas sean más fuertes en China y América del Norte, representando el 7 % del impacto económico global.

La inteligencia artificial debe centrarse en el ser humano, debe estar al servicio de los intereses de los ciudadanos, y no al revés. Por ello, como oficiales de cumplimiento debemos formar grupos de trabajo interdisciplinarios que integren una visión humanística en el desarrollo de herramientas de IA.

El término Inteligencia artificial fue acuñado por el profesor de Stanford John McCarthy en 1956, para denominar a la disciplina informática que trata de crear sistemas capaces de aprender y razonar como un ser humano. Lo que la ha llevado a ser una de las áreas tecnológicas con mayor proyección económica a corto y medio plazo. Su valor de mercado podría rebasar la barrera de los 300,000 millones de dólares en 2025.

Se espera que la actividad de la IA lleve a la desaparición de algunos tipos de trabajos humanos, en 2023, aunque surgirán otros nuevos para reemplazarlos. Algunas estadísticas señalan que la industria de la inteligencia artificial creará el 9% de todos los empleos nuevos en Estados Unidos para 2025.

Algunos portales especializados señalan que más del 35% de las empresas utilizan IA de alguna forma; el 85% considera invertir en esta tecnología como una prioridad estratégica. Para 2024 se espera que haya más de 8,400 millones de dispositivos con asistentes de voz, esto es el doble que en 2021.

Más del 40% de los consumidores cree que la inteligencia artificial mejora sus vidas de alguna manera. El 88% de los consumidores quiere que las empresas sean transparentes en el uso de bots con IA. Siete de cada 10 consumidores albergan cierto temor al uso de la IA, y a una cuarta parte le preocupa que las máquinas se apoderen del mundo.

Sólo el 35% de los consumidores se siente cómodo con las empresas que utilizan la IA para interactuar con ellos. El 80% de las personas sigue prefiriendo chatear online con humanos antes que con máquinas.

La inteligencia artificial está más presente en nuestro día a día de lo que pensamos, la clave es la responsabilidad que tenemos como generadores y usuarios de esta tecnología para que sus beneficios se distribuyan de manera justa, ética, y contribuya a una sociedad más sustentable.