Evangelio Del Día Jueves 1 de Septiembre | Pecado | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 1 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
mostra másLITURGIA - 1 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 3, 18-23
Salmo 23
Evangelio Lucas 5, 1-11
“La gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Es una pesca milagrosa, un signo del poder de la palabra de Jesús: cuando nos ponemos con generosidad a su servicio, Él obra grandes cosas en nosotros. Así actúa con cada uno de nosotros: nos pide que lo acojamos en la barca de nuestra vida, para recomenzar con él a surcar un nuevo mar, que se revela cuajado de sorpresas. Su invitación a salir al mar abierto de la humanidad de nuestro tiempo, a ser testigos de la bondad y la misericordia, da un nuevo significado a nuestra existencia, que a menudo corre el riesgo de replegarse sobre sí misma. (Ángelus, 10 febrero 2019)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Juan José de León Lastra O.P.)
El Señor penetra los pensamientos de los sabios
Ser sabios. En el mundo grecolatino en tiempos de Pablo el ideal del ser humano era ser sabio. Ser sabio sería lo que hoy sería para nosotros ser santos. Es decir: vivir según el modelo de Jesús de Nazaret, a él unidos. Ser sabio era, pues ser perfecto como ser humano. No era solo cuestión de ser muy erudito, lo que hoy diríamos: saber mucho. No existe santo alguno que se haya creído serlo. Los santos son los primeros que reconocen sus imperfecciones, sus fallos, su pecado… El sabio como lo entiende Pablo es el primero que descubre lo mucho que le falta para serlo. La humildad se acerca hasta casi igualarse con la sabiduría. Además, como viene a indicar la lectura, lo que tengamos de sabio no se debe a nuestro exclusivo esfuerzo. Todos recibimos sabiduría de otros, de los contemporáneos y de los que nos precedieron, de los mayores y de los jóvenes. En el texto Pablo dice a los corintios a quien se dirige que Pablo, Apolo, Cefas son de ellos. Es decir, su predicación su estilo de vida los corintios la hacen suya. Y todos somos de Cristo, hacemos nuestra su palabra su conducta, su persona, que es la que el Padre le pide. Por eso somos también de Dios, del Padre.
Nos aproximamos a ser sabios cuando reconocemos lo que debemos a los demás que hemos encontrado en nuestra vida, con los que convivimos, a los que nos precedieron. Y sobre todo, lo que debemos a Jesús de Nazaret, a su enseñanza y doctrina
Hemos de preguntarnos si somos lo suficientemente humildes y sabios, para reconocer que lo mejor de cada uno se debe en gran parte a lo recibido, de Dios y de los demás.
La gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios
El texto evangélico nos presenta lo que algunos estudiosos llaman “la primavera de Galilea”. Es decir: los momentos en que Jesús se siente acogido por los galileos. Le consideraban uno de los suyos, galileo, de Nazaret. “La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios”. Según el texto los oyentes entendían que lo que Jesús proclamaba venía de Dios. Nada más elevado se podía decir de él. Jesús, como solía hacer, buscaba después de su contacto con la multitud, momentos de distancia de ella, por eso pide “remar más adentro”. Como si quisiera estar cerca de Pedro, Santiago y Juan, para confiarles algo a ellos solo. Y lo que confía a Pedro es que se incorpore a su proyecto, ser “pescador de hombres”. La respuesta de Pedro, no solo de él, sino también lo de los otros dos, fue “dejarlo todo y seguirle.
No podemos pasar por alto que previo a que Jesús le confiara la misión de ser pescador de hombres, Pedro ha reconocido su condición de pecador, que no resiste la presencia de Jesús. Jesús cuenta con pecadores que lo reconocen, con personas -hombres y mujeres- vulnerables y débiles, también moralmente. Eso sí, siempre que sean conscientes de ello. En la línea de la primera lectura no pueden verse como “sabios”. Y no lo eran.
Esta lectura nos permite reflexionar sobre cómo nos vemos nosotros ante Jesús. Nos sentiremos “pecadores” como Pedro; pero a pesar de nuestras limitaciones dispuestos a asumir lo que Jesús quiere de nosotros. Decía Peguy: “nadie es digno de educar”. Hemos de decir nadie es digno de ser “pescador de hombres”. Pero desde la indignidad, como Pedro, hemos de seguir al Maestro, seguir a Jesús.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 3, 18-23
Hermanos: Que nadie se engañe: si alguno se tiene a sí mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios, como dice la Escritura: Dios hace que los sabios caigan en la trampa de su propia astucia. También dice: El Señor conoce los pensamientos de los sabios y los tiene por vanos.
Así pues, que nadie se gloríe de pertenecer a ningún hombre, ya que todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo y Pedro, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo futuro: todo es de ustedes; ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar". Simón replicó: "Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes". Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: "¡Apártate de mí Señor, porque soy un pecador!" Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres". Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.
Oración
Señor, dame la sabiduría que se sienta junto a ti, aquella sabiduría que le dio vida a todo lo que creaste, que mis pasos estén guiados por ella y que toda mi vida, actuar y todo mi ser estén inspirados por ella.
Acción
Hoy me haré consciente y disfrutaré de todo lo que Dios me ha dado, y reflexionaré en el verdadero sentido de cada cosa que tengo, pues es el principio real de la sabiduría.
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