Evangelio Del Día Jueves 14 de Julio | Instrumento De Tu Amor | Hoy en Oración

25 de jul. de 2022 · 6m 41s
Evangelio Del Día Jueves 14 de Julio | Instrumento De Tu Amor | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 14 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II III Semana...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 14 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 26, 7-9. 12. 16-19
Salmo 101
Evangelio Mateo 11, 28-30

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús sabe cuánto puede pesar la vida. Sabe que muchas cosas cansan al corazón… Ante todo esto, la primera palabra de Jesús es una invitación a moverse y reaccionar: “venid”. El error, cuando las cosas van mal, es permanecer donde se está… Jesús no nos quita los pesos de la vida, sino la angustia del corazón; no nos quita la cruz, sino que la lleva con nosotros. Y con Él cada peso se hace ligero (cf. v. 30) porque Él es el descanso que buscamos. (Ángelus 9 julio 2017)


Reflexión del Evangelio de hoy (Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.)
Mi alma te ansía de noche
Metidos ya de lleno en el Tiempo Ordinario, se nos invita a ir profundizando en las enseñanzas que Jesús nos ofrece, siguiendo, de alguna manera, el recorrido del anuncio de Reino que ha realizado Jesús. Su presencia es la revelación completa del Reino. No es una palabra que se dice sobre él, sino que en Él se hace visible y palpable el Reino, por eso nos dirá: ha llegado a vosotros.

El deseo lleva a buscar y buscando con sinceridad, encontramos en torno nuestro los signos de este Reino iniciado ya. Para ello, el profeta Isaías marca unas actitudes y señala un norte que mantenga el rumbo de la vida y de las actuaciones: “en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos”. Para esperar ciertamente hay que creer y confiar. Sin fe no hay esperanza y tampoco espera, pues no tenemos nada que esperar. Si vacilamos en la fe o es poca, la esperanza es tan débil que al final, desesperamos de todo y de todos, hasta de Dios.

Ansiar es desear intensamente, como cuando nos falta el aire y buscamos que llene nuestros pulmones. “Ansiando tu nombre y tu recuerdo.” nos dice el profeta. Su Nombre porque en él está la salvación. Su recuerdo, porque la vida se centra en él. No en vano, en los días finales de la Pascua, nos hablaba Jesús de la actividad del Espíritu: “Os recordará lo que os he dicho y os llevará al conocimiento de la verdad plena.” Y así nos empleamos y ocupamos nuestro tiempo en ansiar de noche y en nuestro interior madrugar por él y para él.

Y aplicando todo esto al quehacer de cada día, resulta que todo lo que hacemos quedará impregnado por la justicia de Dios, “porque tus juicios son luz de la tierra y aprenden la justicia los habitantes del orbe.” nos dice Isaías.

La figura de la embarazada viene a ilustrarnos. Una vida llena de sentido aparece fecunda y por sus obras manfiesta su riqueza. Da a luz vida y hace vivir. “Porque todas nuestras empresas nos las realizas tú.” Y al margen de él, que nos dice: sin mí no podéis hacer nada”, el profeta nos recuerda: “concebimos, nos retorcimos, dimos a luz...viento.” Sin él todo es vacío y esfuerzo inútil. “Nada hicimos por salvar el país, ni nacieron habitantes en el mundo.”

¿Cómo cala esta palabra en la propia existencia? Vivirla hacia adentro, para que se pueda comunicar algo que realmente merezca la pena. Termina diciendo Isaías: “Pues rocío de luz es tu rocío, que harás caer sobre la tierra de las sombras.”

El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra
Repetiremos este versículo, considerando el alcance de lo que decimos. Porque este fijarse en la tierra no es una mirada simple, como la que nosotros podemos dirigir a personas, cosas y acontecimientos. No es una mirada ocasional ni distraída. Dios siempre mira con atención, le interesa la creación obra de sus manos. Nos mira interesado, movido por el amor que nos tiene. Jesús se lo dice a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo...” Y porque lo amó así, envía a su propio Hijo, para comunicarnos el mismo amor que a él le tiene. Como el Padre me amó, yo os he amado, permaneced en mi amor. Ello implica cuidado. Esmero en el trato, paciencia en las contrariedades y esperanza sin límites.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados...
Cansados y agobiados ¡Qué familiar nos resulta este señalamiento de Jesús! Muchas veces nos domina el cansancio-desaliento. Es como si el esfuerzo realizado se viera enriquecido con la frustración. Tanto esfuerzo para nada, porque no logramos superar las debilidades, corregir las actitudes, cambiar las relaciones y los modos de actuar. Es el lamento en muchas confesiones: “¡Padre, siempre lo mismo!”. Cansados y agobiados. Y en esa situación, Jesús invita a acudir a él, con todas nuestras cargas; con la conciencia cargada, para depositar en él toda esta frustración. “Y yo os aliviaré.” Una invitación que debemos entender dejando de lado el consejo bien intencionado: deja todo lo que te agobia, a la puerta, cuando vayas a orar. Yo les diría, no lo dejes, hazle caso a Jesús, llega a él con todo lo que cansa y agobia y trata de todo eso con él, en la oración. Tiene un doble provecho: te hace llevadera la carga y además te ilumina en las situaciones confusas en las que nos encontramos. Trata con él tus asuntos, que eso es orar. Saldrás de ese encuentro como los discípulos de Emaús: renovados.

Aprendamos de él. También nos invita a hacerlo. Buena ocupación ese aprendizaje, pues para encarar las complicaciones de la vida, tenerlo como referente, ilumina, orienta y acompaña, de modo que descubrimos que su yugo es llevadero y su carga ligera.

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontréis vuestro descanso
Jesús es un libro abierto, en el que vamos leyendo y aprendiendo. Un libro con la historia más grande jamás contada. Nuestra historia personal escrita sobre los renglones señalados por él. Escrita con un apuntador que nos coloca delante lo que tenemos que hacer y que, además, sostiene mientras la vamos escribiendo. Aprended de mí, mansedumbre y humildad. Cuando todo nos alborota, nos cansan las relaciones familiares, comunitarias, profesionales, sociales. Hasta nos cansamos de nosotros mismos. Pues ahí viene a cuento el aprendizaje. Tomar en cuenta cómo ha actuado él y procede del mismo modo. En ese momento se experimenta el descanso.
¿Cómo encaja en mi vida estas palabras de Jesús?


LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 26, 7-9. 12. 16-19
La senda del justo es recta
porque tú, Señor, le allanas el sendero.
En el camino de tus mandamientos te buscamos,
anhelando, Señor, tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te desea por la noche
y mi espíritu te busca por la mañana,
porque tus mandamientos son la luz de la tierra
y enseñan justicia a los habitantes del orbe.
Tú nos darás, Señor, la paz,
porque todo lo que hemos hecho
eres tú quien lo ha hecho por nosotros.
Acudimos a ti, Señor, en el peligro,
cuando nos angustiaba la fuerza de tu castigo.
Como una mujer que va a dar a luz,
que se retuerce y grita angustiada,
así éramos, Señor, en tu presencia:
concebimos y nos retorcimos,
¡pero lo único que hemos dado a luz ha sido viento!
No le hemos dado salvación al país,
no le han nacido habitantes al mundo.
Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán,
despertarán jubilosos los que habitan en los sepulcros,
porque tu rocío es rocío luminoso
y la tierra de las sombras dará a luz.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.


Oración

Señor, quiero decirte como el profeta, "mi alma te desea por la noche, mi espíritu te busca por la mañana", porque tus mandamientos son la luz de la tierra, y me enseñan la justicia. Tú me darás, Señor, la paz, porque todo lo que he hecho, en realidad eres tú quien lo ha hecho por mí.

Acción

Hoy haré una cita con el Señor y tendré un momento largo de coloquio con Él y lo disfrutaré al máximo. Dentro de esa cita con Él, le pediré que me ayude a provocar, con más frecuencia, esos momentos.
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