Evangelio Del Día Jueves 21 de Julio | Que Vea | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 21 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
mostra másLITURGIA - 21 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13
Salmo 35
Evangelio Mateo 13, 10-17
“Bienaventurados vuestros ojos porque ven”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Y el Espíritu Santo es una memoria activa, que enciende y reaviva el amor de Dios en nuestro corazón. (…) Siempre recordamos lo que va mal, con frecuencia resuena en nosotros esa voz que nos recuerda los fracasos y las deficiencias, que nos dice: “Ves, otra caída, otra desilusión, nunca lo conseguirás, no eres capaz”. Esto es un estribillo malo y peligroso. El Espíritu Santo, en cambio, nos recuerda todo lo contrario: “¿Has caído? Pero, eres hijo. ¿Has caído? Eres hija de Dios, eres una criatura única, elegida, preciosa. ¿Has caído? Pero eres siempre amado y amada; aunque hayas perdido la confianza en ti mismo, Dios confía en ti”. Esta es la memoria del Espíritu, lo que el Espíritu nos recuerda continuamente: Dios se acuerda de ti. Tú puedes perder la memoria de Dios, pero Dios no se olvida de ti, se acuerda di ti continuamente. (Homilía de la Solemnidad de Pentecostés, 5 junio 2022)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Emilio García Álvarez O.P.)
Fidelidad a Dios, condición para intimar con él
En el Antiguo Testamento observamos con frecuencia los vaivenes del comportamiento del pueblo de Israel, y la reacción consiguiente de Dios frente a esta conducta. En el pasaje de hoy el profeta Jeremías transmite lo que Dios quiere decir a Jerusalén –que representa a Israel en su conjunto- en relación con las actitudes que el pueblo tuvo en otro tiempo y las actuales.
Dios recuerda sin disimulo las virtudes que resplandecían en otro tiempo en Jerusalén: el cariño que le tenía, el amor de novia que mostraba, el seguimiento fiel que había emprendido y mantenido por el desierto. Esa manera de obrar hacía que Israel fuera algo sagrado para el Señor y que éste interviniese a su favor cuando alguien osaba interferirse en su vida.
Pero las cosas cambiaron: el pueblo no respetó la primacía de Dios, sino que profanó esa realidad sagrada de la que Dios lo había revestido. Sus responsables ignoraron la identidad y la primacía de Dios y se volvieron a otros dioses, comprometiendo el porvenir del pueblo. Recurriendo a la metáfora del agua, Dios resume las malas acciones de Israel en dos: abandonar la fuente de agua viva que es Él y construir aljibes que no retienen esa agua. Dicho de otro modo: privarse de la vitalidad que Dios comunica e incapacitarse para seguir recibiéndola.
¿Cómo reaccionamos nosotros ante esta palabra de Dios? ¿Reconocemos en nuestra vida algún momento en que hayamos vivido la intimidad del amor con Dios? ¿En que hayamos seguido sus consignas con fidelidad y hayamos gozado de su amistad? ¿Hemos hecho fructificar esa experiencia? ¿O quizá la hemos cambiado por otras preferencias más aparentes y más estériles? ¿Nos habremos alejado de la fuente en que bebíamos y que nos fecundaba, y por eso padecemos ahora una sed torturante y constatamos que nuestra vida no da frutos que merezcan la pena?
Sencillez en la escucha del Evangelio, condición para vivir el misterio del reino
Jesús reconoce aquí la enigmática condición de las parábolas. Por una parte, son instrumentos útiles para dar a conocer el reino de Dios; por otra, son ininteligibles para muchos de sus oyentes. La explicación que Jesús da de ello nos deja también un tanto perplejos: “al que tiene se le dará…, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. Al que está cerca del reino de Dios las parábolas le sirven; al que está lejos le confunden.
El proverbio que usa Jesús tiene un origen campesino de carácter económico: el que tiene puede aumentar su patrimonio sin gran dificultad; el que tiene poco acaba perdiéndolo todo o estancándose en lo que tiene. Asimismo los que han acogido el reino con fe, cada vez descubrirán más profundamente su misterio; los que lo han acogido superficialmente acabarán por abandonarlo o por vivirlo de manera lánguida, con poco fruto. Es una interpelación a vivir con seriedad nuestra vocación cristiana, so pena de llevar una vida sin demasiado sentido e irrelevante para los demás.
Cuando Jesús habla de los sencillos se refiere a los discípulos, a quienes el Padre revela los misterios del reino. Si habla en parábolas, es para facilitar la acogida de ese reino, pero hay muchos que tienen embotada la mente y no escuchan el mensaje ni ven los signos de la llegada del reino. Es algo que ya estaba anunciado en el Antiguo Testamento (se refleja aquí la polémica que existía entre la comunidad del evangelista Mateo y la Sinagoga).
En resumen, hace falta una cierta predisposición para acoger el mensaje de Jesús. Alguien puede pensar que eso es algo ingenuo, pero sin una cierta simplicidad, sin una sincera sencillez, no seremos capaces de acoger las palabras del Evangelio y la semilla del reino se desperdiciará.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Jeremías
Jer 2, 1-3. 7-8. 12-13
En aquel tiempo, me habló el Señor y me dijo:
“Ve y grita a los oídos de Jerusalén:
‘Esto dice el Señor:
Aún recuerdo el cariño de tu juventud
y tu amor de novia para conmigo,
cuando me seguías por el desierto,
por una tierra sin cultivo.
Israel estaba consagrado al Señor
como primicia de su cosecha.
Quien se atrevía a comer de ella, cometía un delito
y la desgracia caía sobre él.
Yo los traje a ustedes a una tierra de jardines,
para que comieran de sus excelentes frutos.
Pero llegaron y profanaron mi tierra,
convirtieron mi heredad en algo abominable.
Los sacerdotes ya no hablan de Dios
y los doctores de la ley no me conocen,
los pastores han profetizado en nombre de Baal
y adoran a los ídolos.
Espántense, cielos, de ello,
horrorícense y pásmense,
–palabra del Señor–,
porque dos maldades ha cometido mi pueblo:
me abandonaron a mí, manantial de aguas vivas,
y se hicieron cisternas agrietadas,
que no retienen el agua’”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 13, 10-17
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?” El les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron’’.
Oración
En efecto, Señor, tú siempre me has conducido por verdes praderas y cañadas de agua clara, has apacentado mi alma en el momento de la angustia y siempre te has mostrado vencedor, tierno y misericordioso para conmigo. Te pido tu favor y ayuda para que esto siga de esta manera, que mi cariño y amor, como el de la novia, vaya cada día en aumento hasta que te pueda ver cara a cara.
Acción
Hoy diré constantemente al Señor palabras de cariño y amor de mí hacia él.
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