Evangelio Del Día Jueves 28 de Julio | Espera En El Señor | Hoy en Oración

30 de jul. de 2022 · 6m 36s
Evangelio Del Día Jueves 28 de Julio | Espera En El Señor | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 28 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II I Semana...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 28 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
I Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 18, 1-6
Salmo 145
Evangelio Mateo 13, 47-53

“Sacar de su tesoro lo nuevo y lo antiguo”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Si uno no se deja formar cada día por el Señor, se vuelve un sacerdote apagado, que se arrastra en el ministerio por inercia, sin entusiasmo por el Evangelio ni pasión por el Pueblo de Dios. En cambio, el sacerdote que día tras día se confía en las manos expertas del Alfarero con la «A» mayúscula, conserva a lo largo del tiempo el entusiasmo en el corazón, acoge con alegría la frescura del Evangelio, habla con palabras capaces de tocar la vida de la gente. A los participantes del Congreso Internacional Organizado por la Congregación para El Clero, 7 octubre 2017)


Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Juan José de León Lastra O.P.)
¿No puedo yo trataros como este alfarero, casa de Israel?
Lo que Yahvé quiere indicar con la palabra humana de Jeremías, con el símbolo del alfarero, es que es consciente de que a veces no acertamos en nuestro esfuerzo por realizar lo que Dios quiere de nosotros. Como falla a veces el alfarero cuando pretende confeccionar un recipiente válido para contener diversos productos. El alfarero vuelve a iniciar su tarea, sin desánimo, dice el texto. Dios está dispuesto una vez y otra a contar con el ser humano, que falla con frecuencia, para que se realice su proyecto. Cierto que existe una diferencia notable. Nosotros no somos simple barro moldeable. Nosotros somos seres libres, que tomamos nuestras decisiones. Por eso cuando se produce un fallo, no se debe a la impericia del alfarero; sino, por el contrario, a nosotros. Dios cuenta con nuestra libertad. El mal uso de ella es el responsable de que nuestra vida no se ajuste a lo que Dios quiere de nosotros. Pero Dios no se cansará, insistirá en contar con nosotros. Y si Dios insiste, no tenemos ningún derecho a cansarnos nosotros, y renunciar a llevar a cabo la obra que Dios quiere realizar en nosotros. Es día para preguntarnos sobre nuestros cansancios de ser buenos y obrar el bien. Como también sobre cuándo nos servimos de la falsa disculpa de que lo que se nos pide nos supera. En parte porque olvidamos que Dios propone lo que quiere hacer, pero a la vez se ofrece para ayudarnos -sin cansancio-.

Sacar del arca lo nuevo y lo antiguo
“Sacar del arca lo nuevo y lo antiguo” es lo propio de quien entiende el reino de los cielos. Tenemos derecho a preguntarnos, ¿qué quiere decir Jesús con esa afirmación? ¿Se referirá a que como en otros lugares manifiesta, no viene ni a destruir ni a olvidar lo antiguo, lo que para sus oyentes constituía al buen judío, pero sí a dar plenitud, y para ello ofrece aspectos nuevos, que han de conciliarse con lo antiguo y perfeccionarlo? La realidad histórica de la condición humana, de personas y pueblos es algo evidente. Hay que “distinguir los tiempos” para situarse bien en el momento en que se vive, decían ya los antiguos. La Palabra de Dios es palabra dicha a modo humano, sometida su comprensión a los tiempos en que cada ser humano la escucha. Jesús introduce un nuevo tiempo -una era-, pero sin rupturas. En el Sermón del Monte dice: “antes se os dijo, pero yo os digo”; pero se trata de ir más allá: de amar a amigos y también enemigos, por ejemplo; de perfeccionarse en el amor.

Es un magnífico consejo para cada uno de nosotros, para la misma Iglesia. Es necesario avanzar en la interpretación de la Palabra de Dios. Los textos evangélicos están redactados en un tiempo determinado por hijos de ese tiempo, ahora es necesario interpretarlos teniendo en cuenta lo que apunta el Vaticano II, los “signos de los tiempos”. Es un principio que sirve para nuestra vida. ¡Cuántas veces nos excusamos diciendo: “el catecismo que aprendí, lo que a mí me enseñaron desde pequeño…” para justificar la falta de esfuerzo en ahondar en lo que la palabra de Dios nos dice y exige en este momento!

Entiendo que es imprescindible esa reflexión para ser fieles a la Palabra de Dios. Una cosa es la tozudez y otra la fidelidad. En la tozudez se prescinde de cualquier argumento que no sea, “así ha sido siempre”. Como si la historia se hubiera detenido: sin esperar, como indica el texto evangélico, al final de los tiempos, y adelantar ese final.


LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Jeremías
Jer 18, 1-6
Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras”.
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.
Entonces el Señor me dijo: “¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos”.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 13, 47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

¿Han entendido todo esto?’’ Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.

Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.


Oración

Señor, quiero ser como el barro en tus manos, maleable, moldeable, dócil; pues confío en tus manos para hacer la mejor vasija, la vasija perfecta. Cuando algo falle en mi vida, Señor, cuando esté tomando una forma que no es la que pensaste, deshazme y hazme de nuevo cada vez hasta ser, Dios mío, según el modelo de tu corazón..

Acción

Hoy meditaré en cuáles son las manos que Dios está usando para moldearme en este momento y seré dócil a ellas.
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