Evangelio Del Día Jueves 29 de Septiembre | Arcángeles Miguel Gabriel Rafael | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 29 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Rojo XXVI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
mostra másLITURGIA - 29 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Rojo
XXVI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Apocalipsis 12, 7-12
Salmo 137
Evangelio Juan 1, 47-51
“Veréis el cielo abierto”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en nuestra vida le es ajeno. No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él, todo. Querido hermano, querida hermana, Dios se hizo carne para decirnos, decirte que te ama precisamente allí, que nos ama precisamente allí, en nuestras fragilidades, en tus fragilidades; precisamente allí donde nosotros más nos avergonzamos, donde más te avergüenzas. Es audaz: la decisión de Dios es audaz: se hizo carne precisamente allí, donde nosotros tantas veces nos avergonzamos; entra en nuestra vergüenza para hacerse hermano nuestro, para compartir el camino de la vida. (Ángelus, 3 enero 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Emilio García Álvarez O.P.)
La revelación de los ángeles en la Escritura
Hay dos días en el año litúrgico dedicados a los ángeles. Uno es éste, el 29 de septiembre, en que se celebra a los tres arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael; otro, el 2 de octubre, día de los ángeles custodios (o “ángeles de la guarda”). Son una representación de esa realidad misteriosa y grandiosa que llamamos la ‘corte celestial’: esa numerosa muchedumbre de seres que rodean el trono de Dios, según las descripciones que nos hacen algunos libros de la Biblia, no sólo los de mayor simbolismo (como el Apocalipsis), sino también otros de lenguaje más corriente, como los evangelios.
Su existencia es por tanto una revelación de la Sagrada Escritura, a la vez que un reflejo también de otras culturas religiosas contemporáneas. Nos habla de estos ‘mensajeros’ (eso es lo que significa ‘ángel’), que aparecen de ordinario como intermediarios entre Dios y la humanidad. Sus cometidos principales se concretan en la glorificación de Dios, la comunicación de mensajes divinos a la humanidad y la colaboración con Dios en la realización de su proyecto de salvación del mundo.
La fiesta de hoy recuerda a tres de estos seres celestiales de los que habla la Escritura: Miguel (“¿Quién como Dios?”), que aparece al frente de los demás ángeles en la lucha contra el mal (Ap 12, 7-8); Gabriel (“héroe de Dios”), que anuncia el nacimiento de Juan Bautista y el de Jesús (Lc 1, 19.26-27); y Rafael (“Dios cura”), que interviene en la historia ejemplar de Tobit (Tob 12, 15). Son tres personajes emblemáticos, al servicio de la providencia de Dios. ¿Hemos reflexionado alguna vez en el cuidado que Dios tiene de nosotros a través de estos servidores incondicionales de sus designios de amor? ¿Los hemos tenido en cuenta en nuestra vida de fe?
Los ángeles en la misión de Jesús y en la obra de la salvación
Jesús en el evangelio de hoy aparece hablando con Natanael, que será pronto uno de sus discípulos más cercanos. Pero sin duda este pasaje se ha escogido por lo que dice en su última frase: “Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”. Responde a la admiración que suscitó en Natanael comprobar que Jesús lo conocía a fondo. Les anuncia que verán cosas mayores que ésa: por ejemplo, el cielo abierto y a los ángeles.
Ver a los ángeles no es algo que vea todo el mundo, ni siquiera todos los cristianos. Y sin embargo se han hecho visibles muchas veces en la Escritura y a lo largo de la historia de la Iglesia. Además, los evangelistas hablan de la cercanía de los ángeles a Jesús en algunos momentos de su misión terrena (Mt 4, 11; Lc 22, 43); están también a su disposición en el momento de la pasión (Mt 26, 53); le acompañarán el día de su venida definitiva (Mt 25, 31) y los enviará para reunir a los elegidos (Mt 24, 31).
Por otra parte, se subraya su intervención en la vida terrena de los hombres: Ya hemos mencionado las dos anunciaciones (Lc 1, 19.26); comunican a los pastores el nacimiento del Mesías (Lc 2, 9ss); testifican la resurrección y la ascensión de Jesús (Mt 28, 5; Hch 1, 10); están al servicio de los que se salvan (Heb 1, 14); presentan a Dios las oraciones de los santos (Ap 8, 3); conducen el alma de los justos al paraíso (Lc 16, 22). A la liturgia incesante que celebran en el cielo (Ap 4, 8ss) se asocia cada día la Iglesia en su liturgia eucarística (Gloria, Prefacio, Sanctus). Y compartiremos con ellos la gloria del reino de Dios.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Daniel
Dn 7, 9-10. 13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi que colocaban unos tronos
y un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como la nieve,
y sus cabellos, blancos como lana.
Su trono, llamas de fuego,
con ruedas encendidas.
Un río de fuego brotaba delante de él.
Miles y miles lo servían,
millones y millones estaban a sus órdenes.
Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mi visión nocturna
y vi a alguien semejante a un hijo de hombre,
que venía entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano de muchos siglos
y fue introducido a su presencia.
Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino.
Y todos los pueblos y naciones
de todas las lenguas lo servían.
Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno,
y su reino jamás será destruido.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 1, 47-51
En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Oración
Señor, guárdame con tus ángeles para que mi pie no tropiece, sobre todo en la hora de la adversidad; que ellos cuiden que mi caminar sea siempre dirigido hacia ti y me protejan de los embates del maligno.
Acción
Hoy en día seré consciente de que en el cielo hay una realidad angélica que constantemente trabaja para que yo pueda permanecer en el camino de la luz. Y meditaré en todas las ocasiones en que estos ángeles de Dios me han ayudado a no tropezar.
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