Evangelio Del Día Jueves 6 de Abril | Eucaristía Y Lavar Los Pies | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA – 6 ABRIL DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Morado Jueves Santo Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II II...
mostra másLITURGIA – 6 ABRIL DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Morado
Jueves Santo Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Éxodo 12, 1-8. 11-14
Salmo 115
Evangelio Juan 13, 1-15
“Haced esto en memoria mía”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Él, que era el Señor, hace el gesto de esclavo. Y luego aconseja a todos: “Haced este gesto también entre vosotros”. En otras palabras, servíos unos a otros, sed hermanos en el servicio, no en la ambición, como alguien que domina al otro o que pisotea al otro no, sed hermanos en el servicio. Y cada uno de nosotros debe ser el servidor de los demás. Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no del dominio, de hacer el mal, de humillar a otros. ¡Servicio! También todos nosotros debemos ser servidores. Es cierto que en la vida hay problemas: discutimos entre nosotros... pero esto debe ser algo que pase, algo pasajero, porque en nuestros corazones siempre debe haber para servir al otro, para estar al servicio de los otros. (Homilía en la Misa en Coena Domini en el Centro Penitenciario de Velletri, 18 abril 2019)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fr. Javier Garzón Garzón)
Con la fiesta del Jueves Santo comienza en la Iglesia la celebración para la que nos hemos estado preparando en el tiempo previo de Cuaresma. El Triduo Pascual, que adquiere tantos matices culturales y expresiones religiosas diversas, pide a los creyentes entrar en él con humildad, en primera persona, como si fuera realmente una novedad. No es momento de quedarnos en devociones o sentimentalismos; tampoco se nos llama a revisar ahora nuestro comportamiento moral o costumbres, ni siquiera a repetir por inercia lo que siempre hemos hecho. Estamos invitados a adentrarnos directamente en lo más hondo del Misterio de Cristo, el Señor; a contemplarlo en profundidad, a dejarnos atrapar por la fuerza de un Amor que supera el tiempo y llega a nuestra realidad más íntima. En la Mesa del Cenáculo tenemos un sitio reservado para acoger los variados matices de la entrega de Jesús que nos llegan por el amor fraterno, la Eucaristía y la donación sacerdotal. Ojalá resuene en nosotros la experiencia de Pablo y la hagamos nuestra: “me amó y se entregó por mí” (Gal 2,20).
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Éxodo
Ex 12, 1-8. 11-14
En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ ”.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 11, 23-26
Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.
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