Evangelio Del Día Lunes 2 de Enero | Jesús Es El Cristo | Hoy en Oración
2 de ene. de 2023 ·
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 02 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Blanco II Semana del Tiempo de Navidad Liturgia de las Horas Tomo I II...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 02 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Blanco
II Semana del Tiempo de Navidad
Liturgia de las Horas Tomo I
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Juan 2, 22-28
Salmo 97
Evangelio Juan 1, 19-28
“¿Tú quién eres?”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Las angustias, las dificultades y los sufrimientos atraviesan la vida de cada uno, todos nosotros lo conocemos; y muchas veces, la realidad que nos rodea parece ser inhóspita y árida, parecida al desierto en el que resonaba la voz de Juan Bautista, como recuerda el Evangelio de hoy (cf Juan 1, 23). Pero precisamente las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se sostiene sobre una certeza, que este desierto está habitado: «en medio de vosotros —dice— está uno a quien no conocéis» (v 26). Se trata de Jesús, el enviado del Padre que viene, como subraya Isaías «a anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh» (61, 1-2). Él vino a la tierra para devolver a los hombres la dignidad y la libertad de los hijos de Dios que solo Él puede comunicar y a dar la alegría por esto. (Angelus, 17 diciembre 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
Permanecer en él
El mensaje central que nos quiere trasmitir san Juan en esta primera lectura es que permanezcamos siempre en Jesús, en el amor de Jesús. Algo que nos reporta sublimes regalos, como vivir en unión con el Hijo y con el Padre y el obsequio de la vida eterna, “y no quedar avergonzados lejos de él en su venida”. Igualmente nos lleva a conocer “acerca de todas las cosas” sin necesidad que nadie más nos enseñe.
En varias ocasiones, Jesús nos habló de la necesidad de vivir en unión con él permaneciendo en su amor. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. La fuente y la fuerza de nuestro actuar cristiano está en nuestra unión vital con Cristo.
Permanecer en el amor de Jesús nos llevará a permanecer en el amor a nuestros hermanos y cumplir así su mandamiento nuevo: “Amaos unos a otro como yo os he amado”. Lo sabemos por nuestra amplia experiencia. Seguir a Jesús, seguir sus pasos y mandatos… supera nuestras fuerzas humanas. Sin él, sin su ayuda, no podemos dar ni un paso en su seguimiento. Pero con su ayuda podemos cumplir nuestra palabra de “te seguiré donde quiera que vayas”. Este es el secreto de un buen cristiano: permanecer unido a Jesús, permanecer en su amor.
¿Tú quién eres?
La vida de Juan era especial. Llamaba la atención. Por eso, los judíos enviaron emisarios a sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Tú quién eres?”.
Y Juan, amante de vivir y decir la verdad, les confesó que no era ni el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Les dijo claramente que era el precursor y el anunciador de Jesús: “Hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
También nosotros somos los anunciadores de Jesús. Nuestra misión consiste en hablar de Jesús, en presentar a Jesús y su buena noticia: “Este es el Cordero de Dios… Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Aquí nos viene muy bien escuchar las palabras de Juan: “Conviene que él crezca y yo mengue”. Jamás hemos de predicarnos a nosotros mismos, sólo a Jesús, para que habite y crezca en el corazón de las personas. Y que esto mismo suceda en nuestro propio corazón: conviene que Jesús se vaya apoderando más y más de nuestro corazón, que crezca en nuestro corazón, y que nuestros sentimientos e ideas contrarias a Él vayan disminuyendo. Que le dejemos realizar el proceso de cristificación. “Ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí”.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Jn 2, 22-28
Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino aquel que niega que Jesús es Cristo? Ése es el anticristo, porque niega al Padre y al Hijo. Nadie que niegue al Hijo posee al Padre; pero quien reconoce al Hijo, posee también al Padre.
Que permanezca, pues, en ustedes lo que desde el principio han oído. Si permanece en ustedes lo que han oído desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre. Ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.
Les he escrito esto, pensando en aquellos que tratan de inducirlos al error. Recuerden que la unción que de él han recibido, permanece en ustedes y no necesitan enseñanzas de nadie; esta unción, que es verdad y no mentira, los ilustra a través de todas las cosas; permanezcan, pues, en él, como la unción les enseña.
Así pues, hijos míos, permanezcan en él, para que, cuando él se manifieste, tengamos plena confianza y no nos veamos confundidos por él en el día de su venida.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 1, 19-28
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”
Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Oración
Padre lleno de amor, que nos has dado como don tuyo a tu Hijo amado, te pedimos que nos conduzcas por medio del Espíritu Santo a la obediencia de la fe y profesemos, junto con toda la iglesia, que Jesús es Señor para gloria tuya y para bendición de todos los hombres que nos hemos adherido a él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Acción
El día de hoy repetiré con la iglesia: Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre.
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LITURGIA - 02 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Blanco
II Semana del Tiempo de Navidad
Liturgia de las Horas Tomo I
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Juan 2, 22-28
Salmo 97
Evangelio Juan 1, 19-28
“¿Tú quién eres?”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Las angustias, las dificultades y los sufrimientos atraviesan la vida de cada uno, todos nosotros lo conocemos; y muchas veces, la realidad que nos rodea parece ser inhóspita y árida, parecida al desierto en el que resonaba la voz de Juan Bautista, como recuerda el Evangelio de hoy (cf Juan 1, 23). Pero precisamente las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se sostiene sobre una certeza, que este desierto está habitado: «en medio de vosotros —dice— está uno a quien no conocéis» (v 26). Se trata de Jesús, el enviado del Padre que viene, como subraya Isaías «a anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh» (61, 1-2). Él vino a la tierra para devolver a los hombres la dignidad y la libertad de los hijos de Dios que solo Él puede comunicar y a dar la alegría por esto. (Angelus, 17 diciembre 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
Permanecer en él
El mensaje central que nos quiere trasmitir san Juan en esta primera lectura es que permanezcamos siempre en Jesús, en el amor de Jesús. Algo que nos reporta sublimes regalos, como vivir en unión con el Hijo y con el Padre y el obsequio de la vida eterna, “y no quedar avergonzados lejos de él en su venida”. Igualmente nos lleva a conocer “acerca de todas las cosas” sin necesidad que nadie más nos enseñe.
En varias ocasiones, Jesús nos habló de la necesidad de vivir en unión con él permaneciendo en su amor. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada”. La fuente y la fuerza de nuestro actuar cristiano está en nuestra unión vital con Cristo.
Permanecer en el amor de Jesús nos llevará a permanecer en el amor a nuestros hermanos y cumplir así su mandamiento nuevo: “Amaos unos a otro como yo os he amado”. Lo sabemos por nuestra amplia experiencia. Seguir a Jesús, seguir sus pasos y mandatos… supera nuestras fuerzas humanas. Sin él, sin su ayuda, no podemos dar ni un paso en su seguimiento. Pero con su ayuda podemos cumplir nuestra palabra de “te seguiré donde quiera que vayas”. Este es el secreto de un buen cristiano: permanecer unido a Jesús, permanecer en su amor.
¿Tú quién eres?
La vida de Juan era especial. Llamaba la atención. Por eso, los judíos enviaron emisarios a sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Tú quién eres?”.
Y Juan, amante de vivir y decir la verdad, les confesó que no era ni el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Les dijo claramente que era el precursor y el anunciador de Jesús: “Hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
También nosotros somos los anunciadores de Jesús. Nuestra misión consiste en hablar de Jesús, en presentar a Jesús y su buena noticia: “Este es el Cordero de Dios… Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Aquí nos viene muy bien escuchar las palabras de Juan: “Conviene que él crezca y yo mengue”. Jamás hemos de predicarnos a nosotros mismos, sólo a Jesús, para que habite y crezca en el corazón de las personas. Y que esto mismo suceda en nuestro propio corazón: conviene que Jesús se vaya apoderando más y más de nuestro corazón, que crezca en nuestro corazón, y que nuestros sentimientos e ideas contrarias a Él vayan disminuyendo. Que le dejemos realizar el proceso de cristificación. “Ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí”.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Jn 2, 22-28
Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino aquel que niega que Jesús es Cristo? Ése es el anticristo, porque niega al Padre y al Hijo. Nadie que niegue al Hijo posee al Padre; pero quien reconoce al Hijo, posee también al Padre.
Que permanezca, pues, en ustedes lo que desde el principio han oído. Si permanece en ustedes lo que han oído desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre. Ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.
Les he escrito esto, pensando en aquellos que tratan de inducirlos al error. Recuerden que la unción que de él han recibido, permanece en ustedes y no necesitan enseñanzas de nadie; esta unción, que es verdad y no mentira, los ilustra a través de todas las cosas; permanezcan, pues, en él, como la unción les enseña.
Así pues, hijos míos, permanezcan en él, para que, cuando él se manifieste, tengamos plena confianza y no nos veamos confundidos por él en el día de su venida.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 1, 19-28
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”
Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Oración
Padre lleno de amor, que nos has dado como don tuyo a tu Hijo amado, te pedimos que nos conduzcas por medio del Espíritu Santo a la obediencia de la fe y profesemos, junto con toda la iglesia, que Jesús es Señor para gloria tuya y para bendición de todos los hombres que nos hemos adherido a él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Acción
El día de hoy repetiré con la iglesia: Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre.
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