Evangelio Del Día Martes 13 de Diciembre | Tu Como Predicas | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 13 DE NOVIEMBRE DE 2022 Ciclo A - Año I - Color Morado III Semana del Tiempo de Adviento Liturgia de las Horas Tomo I III...
mostra másLITURGIA - 13 DE NOVIEMBRE DE 2022
Ciclo A - Año I - Color Morado
III Semana del Tiempo de Adviento
Liturgia de las Horas Tomo I
III Semana del Salterio
Primera Lectura Sofonías 3, 1-2. 9-13
Salmo 33
Evangelio Mateo 21, 28-32
“Se arrepintió y fue”
Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.)
Dejaré en ti un resto
El profeta Sofonías nos habla hoy del espíritu de pobreza como actitud esencial que nos anima a asimilar en este tiempo de adviento. La ciudad, dice, no ha aceptado la lección, pero ¿quién necesita que le den lecciones? No ha confiado en el Señor ¿para qué, si yo me encargo de todo? No ha recurrido al Señor ¿a quién le hace falta cuando nos creemos todopoderosos? Pero Yahvé, por amor y no por castigo, arrancará su orgullosa arrogancia y el pueblo buscará finalmente su refugio en el Señor. Porque solo a quien se sienta pobre y necesitado le dirá algo el Misterio de la Navidad. Puede que prepararnos para celebrar esta fiesta sea más un dejarse despojar que un acaparar méritos; es posible que vivir el adviento consista más en irse dejando desnudar en lo que somos para presentarnos ante Jesús Niño-Dios, que un revestirnos de apariencias.
Ante la arrogancia y la soberbia del ser humano que quiere ser como Dios, Yahvé no se impone con argumentos ni exhibiciones de fuerza, poder y capacidades. Al contrario, nos desarma con su humildad que se abaja hasta hacerse uno de tantos. Encontrarnos con este Dios que se hace hombre pasa por palpar nuestra humanidad más vulnerable, quedarse en un resto, que se sabe sin fuerzas, incapaz, impotente y… entonces sí, podremos maravillarnos de este Dios que se pone a nuestra altura y que se ha convertido en nuestro refugio. Los pobres de Yahvé son los únicos que llegan al portal y celebran verdaderamente la Navidad porque, en su pobreza, pueden vivir la gratuidad que dentro de unos días nos recordará san Agustín: «Busca méritos, busca justicia, busca motivos; y a ver si encuentras algo que no sea gracia». Por consiguiente, para quien crea saberlo todo, para quien piense que todo lo consiguen sus fuerzas, que todo se puede comprar, o que algo depende de él… le será muy difícil penetrar en el Misterio de la gratuidad absoluta que es Dios hecho hombre.
¿Hay alguna dimensión en mi vida, alguna fortaleza, que me resisto a entregarle al Señor, de la que me hago dueño en lugar de instrumento?
Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios
A la parábola que hoy Jesús nos presenta parece que se le aplica bien el famoso refrán: obras son amores y no buenas razones. Como si ese fuese el código con el que hubiera que interpretarla. Que a Dios no le importan tanto los discursos, la imagen que damos o la fama con que nos etiquetan, cuanto los hechos. Pero, siendo cierto esto, la Palabra es aún más profunda y sutil en lo que nos quiere revelar.
Lo cierto es que se podrían haber enumerado a otros hijos. Por ejemplo, un hijo que, atendiendo a la petición del padre y diciendo sí, hubiera realmente ido a trabajar; u otro que, respondiendo de entrada que no, no fuera a la viña. Pero no. La parábola omite esos ejemplos y presenta dos hijos en los que la palabra no concuerda con los hechos. Parece que se centra en los incoherentes. Y, aun así, de uno de ellos se dice que cumplió la voluntad del padre. Sorprendentemente, tolera la incoherencia, pero no acepta la hipocresía.
Los sumos sacerdotes y ancianos a los que habla Jesús son, a los ojos del pueblo, un modelo a seguir. Y, sin embargo, les asegura que los publicanos y prostitutas les adelantarán en el Reino de los Cielos. Da la impresión que el problema no es tanto ser pecador, como creerse justo. Todos son incoherentes, y pecadores. La diferencia es que estos últimos tienen conciencia de su condición de pecado, que es público, y eso les puede hacer volverse al Señor, arrepentirse.
En este tiempo de adviento, el Padre nos concede, una nueva oportunidad. Nos regala un tiempo para darnos cuenta de nuestras desobediencias; de las muchas veces que le hemos dicho que no, y enmendar nuestras palabras e incluso nuestras acciones. Nos dice que no lo tiene en cuenta si estamos dispuestos a arrepentirnos. Él ya sabe de nuestras incoherencias y las quiere aprovechar. Son una ocasión para no caer en la hipocresía de creernos justos, sin necesidad de Dios, que es el mayor peligro. Cada incoherencia, cada no que le hemos dicho a Dios, se puede convertir en una oportunidad de volvernos de nuevo a su Misericordia; de darnos cuenta que no tenemos nada de qué presumir, que no somos hijos modélicos. Y, aun así, nos ama, quiere venir a nosotros. Dios cuenta con nuestras incoherencias y estas no nos excluyen de llegar al Portal. Pero la hipocresía sí nos excluye por sí misma, no nos puede conducir a un establo, lo repele, se aleja de allí, se desvía porque se escandaliza de que Dios se abaje tanto y tan gratuitamente.
¿Cómo es mi respuesta a las invitaciones del Señor? ¿Me preocupo de dar buena imagen, decir a todo que sí, pero luego descuido mi respuesta concreta? ¿Hay algo en lo que haya dicho que no últimamente? ¿Estaría dispuesto a cambiar mi respuesta? ¿qué me lo impide? ¿cómo juzgo a mis hermanos? ¿desde el creerme justo? ¿o soy capaz de reconocer que, en muchas cosas, van por delante de mí?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Sofonías
So 3, 1-2. 9-13
“¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada,
de la ciudad potente y opresora!
No ha escuchado la voz,
ni ha aceptado la corrección.
No ha confiado en el Señor,
ni se ha vuelto hacia su Dios.
Pero hacia el fin daré otra vez a los pueblos labios puros,
para que todos invoquen el nombre del Señor
y lo sirvan todos bajo el mismo yugo.
Desde más allá de los ríos de Etiopía,
hasta las últimas regiones del norte,
los que me sirven me traerán ofrendas.
Aquel día no sentirás ya vergüenza de haberme sido infiel,
porque entonces yo quitaré de en medio de ti
a los orgullosos y engreídos,
y tú no volverás a ensoberbecerte en mi monte santo.
Aquel día, dice el Señor,
yo dejaré en medio de ti, pueblo mío,
un puñado de gente pobre y humilde.
Este resto de Israel
confiará en el nombre del Señor.
No cometerá maldades ni dirá mentiras;
no se hallará en su boca una lengua embustera.
Permanecerán tranquilos
y descansarán sin que nadie los moleste’’.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 21, 28-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.
Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.
Oración
Señor, he escuchado muchas veces tus palabras de amor y, sin embargo, yo no he sido capaz de realizar ni siquiera el más mínimo cambio en mi vida. Graba tu ley en mi corazón y enséñame a guardar tus preceptos.
Acción
Haré un examen de conciencia con el fin de seguir haciendo una vía recta para que Dios pueda manifestarse en mi vida.
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