Evangelio Del Día Martes 21 de Junio | Te Queremos Eres Única | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 21 DE JUNIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
mostra másLITURGIA - 21 DE JUNIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura 2 Reyes 19, 9-11. 14-21. 31-35. 36
Salmo 47
Evangelio Mateo 7, 6. 12-14
“Esta es la Ley y los Profetas”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Pero, ¿por qué esta puerta es estrecha?, se puede preguntar. ¿Por qué dice que es estrecha? Es una puerta estrecha no porque sea opresiva; sino porque nos exige restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con el corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por eso es estrecha: para contener nuestro orgullo, que nos hincha. La puerta de la misericordia de Dios es estrecha pero ¡siempre abierta de par en par para todos! (Ángelus 21 de agosto de 2016)
Reflexión del Evangelio de hoy (Hna. María Ferrández Palencia, OP)
Tú solo eres el Dios para todos los reinos de la tierra
Estamos en el año 701 antes de Cristo, en tiempos del profeta Isaías, y de Ezequías, rey de Judá. El rey de Asiria quiere destruir Judá y escribe a Ezequías para advertirle de sus intenciones, desafiarle y de forma sarcástica cuestionar aquello que para Israel ha sido su fuerza: la fe en su Dios. Ya años antes, en el 722 a.C. Samaría, reino del norte, ha sucumbido ante Asiria. Sin embargo, el reino del Sur permanece en pie, gracias, según el autor del libro de Reyes, a la fidelidad de Dios a la promesa hecha a David: Tu dinastía y tu reino subsistirán para siempre ante mí (2 Samuel 7,16). Pero ¿qué es Judá frente a Asiria? Es la debilidad de un pueblo frente al poderío de otro.
El profeta Isaías ha animado al pueblo a resistir, a no caer en la idolatría y a poner su fuerza y confianza en el Señor.
Ante la carta amenazante y provocativa de Senaquerib, Ezequías sube al templo a orar e implorar la salvación del pueblo. Ezequías confía en Dios; la predicación del profeta Isaías ha sido fundamental para afianzar esa confianza.
Dios contesta a Ezequías a través de Isaías, para comunicarle un mensaje de esperanza: Jerusalén no será asolada; En el presente del año 701 a.C. el grande no se come al chiquito, queda derrotado el que parecía invencible. Lo aparentemente imposible ocurre. El autor del libro de Reyes, contempla este acontecimiento como un momento en que el pueblo de Israel, a través de su rey Ezequías, ha reafirmado su identidad, ha sido capaz de permanecer fiel a su Dios en medio de la hostilidad asiria, y la derrota de los asirios como un signo de fidelidad de Dios a sus promesas.
Es verdad que la falta de fidelidad a Dios de los posteriores reyes del reino sur serán la causa, para el autor del libro, de que en el año 587 a.C. Judá corra la misma suerte que Samaría. Sin embargo, Isaías, de parte de Dios, ha transmitido una promesa: de Jerusalén saldrá un resto. Este resto, es una puerta abierta a la esperanza de que Dios no abandonará nunca a su pueblo.
Todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos
En el contexto del sermón del monte y ya casi al final, escuchamos de boca de Jesús tres sentencias. En ellas descubrimos, en el contexto de nuestro hoy, tres invitaciones: respecto a nuestra manera de acoger y predicar el Evangelio; respecto a nuestra manera de relacionarnos con los otros y, por último, respecto a nuestra manera de orientarnos en la vida para buscar la felicidad. Tres aspectos que en el fondo están íntimamente unidos porque se alimentan mutuamente.
La primera sentencia de no dar lo santo a los perros, ni echar las perlas a los cerdos, me hace pensar en otras dos de nuestro refranero español: una es, para aprender lo principal es querer y la otra, comer sin apetito, hace daño y es delito. Y es que las personas, por distintos motivos, no siempre estamos permeables para recibir la lluvia de la Palabra de Dios y no siempre tenemos “hambre” de esta Palabra.
A veces creemos que la predicación es cuestión de un buen método y una buena preparación; y seguramente esto ayuda, pero quizás lo que es importante es estar presente al otro y esperar su momento. Aquel en que, a veces a partir de una situación vivida, a la persona, a nosotros mismos, se le regala una nueva conciencia de sí, una oportunidad de tocar fondo, un cuestionamiento sobre el sentido de lo que vive , algo que despierta el hambre y la sed interior, el deseo de una vida más plena y más auténtica.
Pienso mucho que el tiempo de Dios no es nuestro tiempo, y que acompañar el crecimiento de las personas implica estar cerca y muy atentos a su vida real, para saber acompañar esos momentos que pueden convertirse en tiempo de salvación.
La segunda sentencia, tratad a los demás como queréis que os traten, aparece, expresada de una manera u otra, a lo largo de toda la historia del pensamiento filosófico y religioso, hasta llegar a ser considerada en la ética como la regla de oro de la vida moral. Por ejemplo, en el libro de Tobías 4, 15 aparece en su forma negativa: No hagas a nadie lo que a ti te desagrada. Jesús dirá que en ello consiste la ley y los profetas, es decir que recoge lo esencial del pensamiento bíblico y que por tanto no es sino otra manera de traducir la llamada a vivir el mandato del Amor.
Es verdad que, en lo superficial, no a todos nos gusta o necesitamos lo mismo que los demás. Pero, en lo profundo, todos deseamos lo mejor en el sentido de lo que es bueno para nuestras vidas. En el fondo tratar a los demás como queremos que nos traten es situarnos con cada persona poniéndonos en su lugar, en su piel, deseando lo mejor para ella, su bien, como lo deseamos para nosotros; y actuando con ella conforme a este deseo. Esto exige salir de nosotros mismos hacia la otra persona, estar atentos y desarrollar actitudes de compasión hacia ella; nos invita constantemente a preguntarnos qué es lo que en el fondo necesita y a ser creativos en la manera de responsabilizarnos de ella. Me gusta mucho la palabra ser responsable, en el sentido en que Saint Exupéry habla en su libro del Principito. En el diálogo entre el Principito y la rosa, se van estableciendo lazos entre ambos y al final el principito dirá: “Soy responsable de mi rosa”. Y es que el amor al que somos convocados como hijos de un mismo Padre nos responsabiliza siempre de los otros, nos convierte en servidores unos de los otros, haciendo de este servicio la prueba de que realmente hemos acogido el Evangelio.
La tercera sentencia, nos muestra dos caminos ante nosotros: para entrar en ellos hay dos puertas, una ancha y otra estrecha; es esta segunda la que nos abre el camino, que también será estrecho, hacia la vida. Leer esta sentencia en relación con lo reflexionado acerca de las dos primeras sentencias, puede ayudarnos a evitar caer en las exaltaciones poco evangélicas que del sufrimiento a veces hacemos. Necesitamos abrir nuestra vida a la Palabra y a su fuerza transformadora. Sólo anclados en ella y en el Amor del Padre, viviendo desde él, podremos entender, asumir y acoger el precio del amor.
Decía Eduardo Galeano, en un poema bellísimo:
Nosotros
tenemos la alegría de nuestras alegrías
Y también tenemos
la alegría de nuestros dolores
Porque no nos interesa la vida indolora
que la civilización del consumo
vende en los supermercados.
Y estamos orgullosos
del precio de tanto dolor
que por tanto amor pagamos.
El amor verdadero significa siempre transitar puertas estrechas, y en él adquieren su sentido, pero es también siempre fuente de alegría auténtica y de vida.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.
Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”
Oración
Padre bueno, que en tu infinita bondad has querido no sólo crear el universo, sino que con tu amor paterno sostienes el curso de la historia y nos llevas siempre de la mano, como Padre amoroso, a fin de que no desfallezcamos en nuestro esfuerzo cotidiano por ser fieles a ti, ayúdanos siempre, con el don de tu Espíritu, a llevar a cabo nuestras labores poniendo todo el esfuerzo necesario como si todo dependiera de nosotros, y confiando siempre en tu presencia amorosa que lleva siempre a buen término todas nuestras acciones.
Acción
El día de hoy reflexionaré unos momentos antes de tomar mis grandes decisiones, para dejar que el Espíritu Santo me guíe a actuar para gloria de Dios.
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