Evangelio Del Día Miércoles 11 de Enero | Jesús Ofrece Salvación | Hoy en Oración

11 de ene. de 2023 · 7m 12s
Evangelio Del Día Miércoles 11 de Enero | Jesús Ofrece Salvación | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 11 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde I Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo I I Semana...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 11 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
I Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 2, 14-18
Salmo 104
Evangelio Marcos 1, 29-39

“Todo el mundo te busca”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús muestra una predilección particular por quienes están heridos en el cuerpo y en el espíritu: los pobres, los pecadores, los endemoniados, los enfermos, los marginados. Así, Él se revela médico, tanto de las almas como de los cuerpos, buen samaritano del hombre. Es el verdadero Salvador: Jesús salva, Jesús cura, Jesús sana. Cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz de la palabra de Dios y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a cuantos los asisten. La Iglesia madre, mediante nuestras manos, acaricia nuestros sufrimientos y cura nuestras heridas, y lo hace con ternura de madre. (Ángelus Domingo 8 de febrero de 2015)

REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Águeda Mariño Rico O.P.)
Jesús, señor de vida
A pocos días de haber celebrado el Tiempo de Navidad, nos encontramos con este texto de la carta a los Hebreos, que nos presenta a Jesús, humano y sometido a todas las limitaciones y sufrimientos que supone nuestro ser tremendamente vulnerables. Y, desde ahí, desde esa identificación con nuestra humanidad, nos salva. Se hace como nosotros para liberarnos de todo aquello que nos mantiene esclavos de tantos miedos y no nos deja vivir en plenitud y libertad.

No es una tarea de superhéroe, que con sus poderes salva a la humanidad de quien pueda amenazarla. Se trata de algo muy diferente, cuyas notas esenciales destaca este texto:
Jesús “tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles”, “tenía que parecerse en todo a sus hermanos”. Se sumerge totalmente en la condición humana, con todas sus cosas, desde toda nuestra realidad.
Es sumo sacerdote, misericordioso y fiel a Dios. Se ofrece él mismo para darnos vida, desde la bondad, el perdón y el amor sin límites.
Justo por esa entrega, puede “auxiliar a los que son tentados”. Nos enseña el camino de la vida, liberada del temor a la muerte, de la esclavitud de nuestros propios temores y del mal.

Suena mejor de la que supone vivirlo así, por eso es un misterio, es exigente, desconcierta muchas veces. Es un reto de cada día y de la vida entera, pero ahí está él mismo, Jesús, con su mano tendida para acompañarnos en ese camino.

Jesús, fuente de vida
El texto de Marcos corresponde a la primera parte del Evangelio, en la que Jesús va revelando quién es:” Él es mi Hijo, el amado, en quien me complazco”. Las curaciones y predicación en la ciudad de Cafarnaún van manifestando que Jesús es el Mesías. Con paciencia elige e instruye a los discípulos. Y marca un estilo propio, su poder viene con una autoridad diferente: sana en la cercanía con quien sufre, el mal le reconoce y enmudece, ora en soledad y va hacia aquellos que están “más allá” para que esa dinámica de predicación y curación llegue a todos.

Su presencia hace bien, devuelve la dignidad y la plenitud. “Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó”. Aquella mujer se curó e hizo la tarea que será propia de todo discípulo: servir.

Al anochecer cura, de madrugada ora. A veces vivimos volcados en una actividad frenética que nos absorbe y nos descentra; o nos dejamos llevar, cansados y desmotivados, por una inercia que apaga la vida interior y la ilusión. Jesús nos tiende su mano incansablemente, esa mano que cura, acompaña y envía; pero no suelta su otra mano de la mano del Padre, del centro y amor de su vida.

Y siempre está en camino, su vida es una itinerancia constante hacia quienes le buscan y quienes le necesitan para alcanzar la vida plena de la que habla. El amor de Dios es universal y ello implica ampliar el espacio de nuestro corazón y dejar que el misterio de la proximidad rompa fronteras y afinidades, para ir haciendo fraternidad. “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí”. E, igual que siempre hay un después, hay alguna “aldea cercana”. Cada quien sabe cuál es la suya hoy, esa a la que está llamado a ir.


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 2, 14-18
Hermanos: Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre; por eso, Jesús quiso ser de nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo, que mediante la muerte, dominaba a los hombres, y para liberar a aquellos que, por temor a la muerte, vivían como esclavos toda su vida.
Pues como bien saben ustedes, Jesús no vino a ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham; por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos en todo, a fin de llegar a ser sumo sacerdote, misericordioso con ellos y fiel en las relaciones que median entre Dios y los hombres, y expiar así los pecados del pueblo. Como él mismo fue probado por medio del sufrimiento, puede ahora ayudar a los que están sometidos a la prueba.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.


Oración

Señor, ¿cómo pudiera responder adecuadamente y con gratitud a aquello que has ganado para mí? Diste tu vida entera para hacerme partícipe de tu vida inmortal; lo único que se me ocurre es ofrecerte mi vida entera, sé que no es tan grande y poderosa como la tuya, sin embargo, sí es lo mejor que tengo, y así te la doy, acéptala por tu infinito amor.

Acción

Hoy, en cada decisión que tome me preguntaré: ¿Lo haría Jesús?, consciente de que es Jesús quien está viviendo en mí..
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