Evangelio Del Día Sábado 21 de Mayo | No Somos Del Mundo | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 21 DE MAYO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Blanco V Semana del Tiempo de Pascua Liturgia de las Horas Tomo I I...
mostra másLITURGIA - 21 DE MAYO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Blanco
V Semana del Tiempo de Pascua
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hechos 16, 1-10
Salmo 99
Evangelio Juan 15,18-21
“ Porque no conocen al que me envió ”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
La mundanidad es una cultura; es una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, del maquillaje, una cultura de “hoy sí, mañana no, mañana sí y hoy no”. Tiene valores superficiales. Una cultura que no conoce la fidelidad, porque cambia según las circunstancias, lo negocia todo. Esta es la cultura mundana, la cultura de la mundanidad. Y Jesús insiste en defendernos de esto y reza para que el Padre nos defienda de esta cultura de la mundanidad. Es una cultura de usar y tirar, según la conveniencia. Es una cultura sin lealtad, no tiene raíces. Pero es una forma de vida, un modo de vivir también de muchos que se llaman cristianos. Son cristianos pero son mundanos. (Misa desde Casa Santa Marta, 16 mayo 2020)
Reflexión del Evangelio de Hoy (Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.)
Pasa a Macedonia y ayúdanos
Seguimos dentro de la cincuentena pascual con ese mandato concreto por parte del Resucitado: «Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). Anuncio evangélico que se abre a toda la humanidad. Ese es el marco de referencia que aparece en los Hechos de los Apóstoles. San Pablo se encuentra sumergido en su actividad misionera. Aparece en su segundo viaje para precisamente cumplir este mandato de Cristo. Idas y venidas, dificultades, proyectos, ilusiones, embarcaciones, contrariedades que lleva obligatoriamente aparejada esta vida. Deja a Bernabé y se lleva consigo a Timoteo. Y para que sea recibido el mensaje que va a presentar Timoteo, al pueblo judío, es necesaria la circuncisión. En ese envío se debe poner toda la carne en el asador, no valen las medias tintas.
Claro está que no es solo la fuerza humana la que hay que poner en estos casos. Hay que activar el talento que Dios ha puesto en cada uno de nosotros sin dejar de reconocer que el Espíritu Santo es el faro que va guiando nuestra historia personal para que podamos reconocer la voluntad de Dios en cada momento. El Espíritu Santo se abre ante el mundo como ese soplo de aire fresco que renueva la misión de la Iglesia. Es su soplo el que va abriendo camino, acercando horizontes para que el Evangelio se expanda. Es el Espíritu el que abre los oídos, agiliza nuestros cuerpos y transforma nuestros corazones para que podamos comprender la llamada: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». El Espíritu es el que nos hace que comprendamos el grito del necesitado. Que veamos la realidad del despojado. Que pronunciemos una palabra de aliento al abatido. Que no nos cerremos a nuestro propio interés, sino que nos abramos al amor que no sabe de excusas.
Porque no conocen al que me envió
El miércoles de esta semana dábamos comienzo al capítulo 15 de san Juan. Con una serie de enseñanzas que nos abren a comprender más y mejor el sentido de este pasaje evangélico. Los contrastes nos hacen caer en la cuenta de la de importancia que tiene para nuestra fe ahondar en la Palabra de Dios como seguidores, de este modo, también entraremos en la tónica de la resurrección. Al inicio del capítulo san Juan nos habla de la importancia de permanecer en Cristo para dar fruto y de este modo rebosar alegría. Un mandato concreto: Amaos los unos a los otros. De este modo, se ve que ambas realidades conforman la columna vertebral del discipulado. Y un título importante: Ya no os llamo siervos sino amigos, para de este modo enviar a los amigos a que den un fruto que no se corrompe.
Ese es el marco concreto con el que Jesús Resucitado se presenta después de la Pascua. El fenómeno de la resurrección no es una obra de magia, sino que es algo muy real e intrínsecamente unido a nuestra realidad de discípulos. Para ello, se está hablando de mundo, no como algo malo de lo que tengamos que huir, sino que se está refiriendo a todo aquello que va contra Dios. Es decir, Jesús ha resucitado, pero sigue habiendo en nuestro interior esa batalla entre muerte y vida, oscuridad y luz, pecado y salvación. Sigue habiendo zonas en nuestro corazón y en nuestra alma en la que no hemos dejado que llegue la luz resucitadora de Jesucristo.
Tenemos que de alguna manera hacer ese proceso de reciclaje, conversión del que nos habla el cántico del siervo de Yahvé: «El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos» (Is 50,4-9). Pasar de lo que nos distrae de la voluntad de Dios, de esas cegueras, de ese desamor que va anidando en lo más íntimo de nuestro corazón para actuar como lo hizo el mismo Jesús. A Él lo persiguieron por el mensaje que tría de parte de Dios y no guardaron su Palabra la de vivir en el mandato del amor.
Dar una palabra de aliento y espabilar el oído, es la condición necesaria del discipulado que se debe injertar en la realidad de un mundo sufriente como es el nuestro. Es esa necesidad de ir más allá de la que nos habla el evangelista cuando dice correr la misma suerte que tuvo Jesús. Conocer o no conocer su Nombre, como tan bellamente nos dice el salmo: «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré, lo saciaré de largos días y le haré ver mi salvación» (Sal 90,14-16).
Dar palabra de aliento en medio de la persecución y espabilar el oído para poder escuchar esos gritos desgarradores que nos está lanzando el mundo: «Ven y ayúdanos» eso es en definitiva la fuerza a la que nos lanza Jesús resucitado porque así lo vivió Él, que el Reino tiene que comenzar como sabia nueva aquí, ahora y con el que te toca vivir codo con codo en cada momento personal de tu historia.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hch 16, 1-10
En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo, llamado Timoteo, hijo de padre griego y de madre judía cristiana. Timoteo gozaba de muy buena fama entre los hermanos de Listra e Iconio. Pablo quiso llevarlo consigo y lo circuncidó, en atención a los judíos de aquellas regiones, pues todos sabían que su padre era pagano.
En todas las ciudades por donde iban pasando, daban a conocer las decisiones tomadas por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén, para que las pusieran en práctica. De esta manera las comunidades cristianas se fortalecían en la fe y el número de creyentes aumentaba cada día más.
Como el Espíritu Santo les había prohibido predicar la palabra en la provincia de Asia, Pablo y Timoteo atravesaron Frigia y Galacia. Al llegar a los límites de Misia, se propusieron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces atravesaron Misia y llegaron a Tróade. Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!”
Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 15, 18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.
Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió”.
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