Evangelio Del Día Viernes 19 de Agosto | Amar al Prójimo | Hoy en Oración
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Descripción
Evangelio Diario LITURGIA - 19 DE AGOSTO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XX Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
mostra másLITURGIA - 19 DE AGOSTO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XX Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Ezequiel 37, 1-14
Salmo 106
Evangelio Mateo 22, 34-40
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
En el libro de Ezequiel se describe una visión un poco particular, impresionante, pero capaz de infundir confianza y esperanza en nuestro corazón. Dios muestra al profeta un montón de huesos, separados unos de otros y secos. Un escenario desolador... Imaginaos toda una llanura llena de huesos. Dios le pide, entonces, que invoque sobre ellos al Espíritu. En ese momento, los huesos se mueven, comienzan a acercarse y a unirse, sobre ellos crecen primero los nervios y luego la carne y se forma así un cuerpo, completo y lleno de vida (cf. Ez 37, 1-14). He aquí, esta es la Iglesia. Por favor, hoy, en casa, tomad la Biblia, en el capítulo 37 del profeta Ezequiel, no lo olvidéis, y leed esto, es hermoso. Esta es la Iglesia, es una obra maestra, la obra maestra del Espíritu, quien infunde en cada uno la vida nueva del Resucitado y nos coloca uno al lado del otro, uno al servicio y en apoyo del otro, haciendo así de todos nosotros un cuerpo, edificado en la comunión y en el amor. (Audiencia, 22 octubre 2014)
Reflexión del Evangelio de hoy (Una monja dominica)
De la oscuridad de una vida sepultada…
Por un momento he imaginado que un día aparezco, sin saber cómo, en un valle lleno de huesos. Huesos, sí. Todo huesos a mi alrededor. La escena no pinta pajaritos cantando ni mariposas bailoteando entre florecillas... Me sitúo en un lugar tan inhóspito que ansío salir corriendo de allí cuanto antes, sin tiempo para responder ni media pregunta.
Ese marco vivió Ezequiel. Pero, como buen profeta, supo que la mano de Dios estaba detrás de aquella visión; y, al verse rodeado de huesos, no solo tuvo la valentía de dar «vueltas en torno a ellos», sino que, además, se detuvo a acoger las palabras del Señor con esa escucha atenta dispuesta a manejar con coraje la situación.
La voz del Señor resonó por medio de sus oráculos, desplegando ante sí un espectáculo digno de admiración: el profeta vio cómo se juntaban los huesos, «hueso con hueso» con sus «tendones», su «carne», su «piel»... ¡Hasta recobrar la vida!
Cuando llega mi imaginación, en aquel valle, a ese acto final, no puedo menos que «dar gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres». ¿Cuántas almas se podían salvar con esos montones de huesos? «Señor, tú lo sabes». Donde yo solo veía «huesos secos», Tú viste la «esperanza» realizada de todo un pueblo; un derroche de amor y de generosidad sobre «la entera casa de Israel».
No fue el escenario de película lo que convenció al profeta para participar en la recomposición de aquellos cuerpos; ni siquiera fue su acto heroico lo que abrió «los sepulcros» del pueblo socavado. Ezequiel hizo una sola cosa: obedecer; y con su voz, Dios se hizo misericordia.
… a la luz de un sepulcro abierto
El fariseo desconfiado que se acercó a Jesús «para ponerlo a prueba» no pareció haber captado bien el mensaje de la profecía de Ezequiel...
A la mayoría de los mortales el Señor no nos coloca entre «huesos secos» (lo cual es de agradecer...). Pero sí nos saca de nosotros mismos para habitar una nueva «tierra»: la del corazón del prójimo.
Es una tierra delicada la del cuerpo vivo; ardiente el corazón que late con fuerza por cada minuto de esta vida. Corazón alegre... Corazón herido. Resquebrajado «en su angustia», se le va «agotando la vida». Tierra solitaria: un «desierto» que anhela beber de la Fuente que calma toda sed. Tierra vacía, tierra habitada; tensión en la tierra del corazón que busca acercarse a Jesús.
Tierra protegida por un escudo de osamenta; escondido el centro del encuentro con su Señor. «Huesos secos» a los que Dios ha infundido su espíritu. Como a ti. Como a mí. Huesos bellos a los ojos del más puro Amor. Huesos que pueden volver a sentir el calor de la vida si nos dejamos mover por «la mano del Señor» para amarlos con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser.
¿El camino directo? La misericordia. Y sabremos que Él es el Señor.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la profecía de Ezequiel
Ez 37, 1-14
En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mí, y su espíritu me trasladó y me colocó en medio de un campo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas en torno a ellos. Había una cantidad innumerable de huesos sobre la superficie del campo y estaban completamente secos.
Entonces el Señor me preguntó: “Hijo de hombre, ¿podrán acaso revivir estos huesos?” Yo respondí: “Señor, tú lo sabes”. El me dijo: “Habla en mi nombre a estos huesos y diles: ‘Huesos secos, escuchen la palabra del Señor. Esto dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí que yo les infundiré el espíritu y revivirán. Les pondré nervios, haré que les brote carne, la cubriré de piel, les infundiré el espíritu y revivirán. Entonces reconocerán que yo soy el Señor’ ”.
Yo pronuncié en nombre del Señor las palabras que él me había ordenado, y mientras hablaba, se oyó un gran estrépito, se produjo un terremoto y los huesos se juntaron unos con otros. Y vi cómo les iban saliendo nervios y carne y cómo se cubrían de piel; pero no tenían espíritu. Entonces me dijo el Señor: “Hijo de hombre, habla en mi nombre al espíritu y dile: ‘Esto dice el Señor: Ven, espíritu, desde los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, para que vuelvan a la vida’ ”.
Yo hablé en nombre del Señor, como él me había ordenado. Vino sobre ellos el espíritu, revivieron y se pusieron de pie. Era una multitud innumerable. El Señor me dijo: “Hijo de hombre: Estos huesos son toda la casa de Israel, que ha dicho: ‘Nuestros huesos están secos; pereció nuestra esperanza y estamos destrozados’. Por eso, habla en mi nombre y diles: ‘Esto dice el Señor: Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré mi espíritu, los estableceré en su tierra y sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo cumplí’ ”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.
Oración
Hoy, Señor, quiero pronunciar tu nombre; por todos aquellos que me rodean y no te conocen, especialmente mis familiares y amistades cercanas quiero decir: Ven, espíritu, desde los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, para que vuelvan a la vida; y que sea por la acción de tu Espíritu Santo que ellos reconozcan que tú eres el Señor y Rey del universo y de nuestras vidas.
Acción
Hoy buscaré, entre mis familiares, a alguno que en especial esté pasando por un momento difícil, en el que no pueda disfrutar de la vida en plenitud que Dios le tiene designada, y le diré que tenga ánimo, que Dios le tiene preparado algo especial si se lo permite.
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