Evangelio Del Día Viernes 21 de Junio | No Amontonar Riquezas | 5 Minutos de Oración en el Hogar
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Evangelio Diario
LITURGIA - 21 DE JUNIO DE 2024
Primera Lectura 2 Reyes 11, 1-4. 9-18. 20
Salmo 131
Evangelio Mateo 6, 19-23
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la mañana):
Nos ponemos en tu presencia Dios bondadoso y Padre nuestro. Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día pues despertamos una vez más al conocimiento de nuestra propia existencia que tu amor nos concede y sostiene. El saber que existimos es el don más grande de tu bondad. ¿De qué nos serviría existir ante tu presencia si no estuviéramos conscientes de ello? Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya por el gran amor del cual nos has hecho participar. De tu amor no podemos dudar. Es el nuestro hacia ti el que falla con mucha frecuencia. Nos disponemos ante la grandeza de tu majestad a los Cinco Minutos de Oración. Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones. Padre Nuestro…
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la tarde):
Estamos reunidos Señor para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron disfrutamos tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad a la que nos llamaste desde el principio de nuestra existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos, tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos Cinco Minutos de Oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre Nuestro…
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
«En este mundo, en este momento, hay muchas guerras por la avidez de poder, de riquezas». Pero «se puede pensar en la guerra en nuestro corazón: “Evitad toda clase de codicia”, dice el Señor». Porque «la codicia va adelante, va adelante, va adelante: es un escalón, abre la puerta, después viene la vanidad —creerse importante, creerse potente— y, al final, el orgullo». Y «de ahí todos los vicios, todos: son escalones, pero el primero es la codicia, el deseo de amontar riquezas». (…) «administrar la riqueza es despojarse continuamente del propio interés y no pensar que estas riquezas nos darán la salvación». Por lo tanto, «amontar está bien, incluso tesoros, pero los que tienen valor —por decirlo así— en la «bolsa del cielo»: ¡allí, amontonar allí!». (Santa Marta, 19 de junio de 2015)
LECTURA DEL DÍA
Lectura del segundo libro de los Reyes
2 Reyes 11, 1-4. 9-18. 20
Por aquel entonces, Atalía, madre del rey Ocozías, viendo que había muerto su hijo, decidió exterminar a toda la familia real. Pero Yehosebá, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a su sobrino Joás y lo sacó a escondidas de entre los hijos del rey, cuando los estaban asesinando, para ocultarlo de Atalía. Escondió al niño y a su nodriza, y así el niño pudo escapar de la muerte. Seis años estuvo oculto con ella en el templo del Señor, y entre tanto Atalía reinó en el país.
El año séptimo, el sacerdote Yehoyadá mandó llamar a los oficiales del ejército y a los soldados de éstos, los introdujo en el templo del Señor, les mostró al hijo del rey e hizo con ellos un pacto con juramento, de cuidar al hijo del rey.
Los oficiales cumplieron el pacto que habían hecho con el sacerdote Yehoyadá. Cada cual se puso al frente de sus hombres, que entraban de guardia el sábado o terminaban su guardia el sábado, y se presentaron ante el sacerdote Yehoyadá. Éste les entregó las lanzas y los escudos del rey David, que estaban en el templo del Señor. Cuando los soldados de la guardia, con las armas en la mano, se pusieron en fila desde el lado sur hasta el lado norte del templo, rodeando el altar, Yehoyadá sacó al hijo del rey, le puso la diadema y las insignias reales y lo ungió. Entonces todos aplaudieron y gritaron: “¡Viva el rey!”
Cuando Atalía escuchó el clamor popular, fue al templo del Señor, donde estaba reunida la gente. Entonces vio al rey, que estaba de pie sobre el estrado, según la costumbre, a los oficiales del ejército y a los heraldos en torno al rey, y a todo el pueblo que daba muestras de gran alegría, mientras sonaban las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestiduras y gritó: “¡Traición, traición!”
El sacerdote Yehoyadá dio esta orden a los oficiales: “Sáquenla del templo y maten al que la siga”. El sacerdote les había dicho: “No podemos matarla en el templo del Señor”. Así pues, los guardias la llevaron hasta el palacio real y le dieron muerte en la puerta de los caballos.
Entonces el sacerdote Yehoyadá renovó la alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, por la cual ellos serían el pueblo del Señor.
Todo el pueblo penetró en el templo de Baal y lo destrozaron; destruyeron completamente el altar y sus estatuas, y a Matán, sacerdote de Baal, le dieron muerte delante del altar.
El sacerdote Yehoyadá puso centinelas en el templo del Señor. Todo el pueblo se llenó de alegría y la ciudad quedó tranquila. Atalía había sido muerta en el palacio real.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”
ORACIÓN FINAL COMUNITARIA
Del 17 al 24 de Junio de 2024.
Hermanos, invoquemos confiadamente al Señor que es lento a la cólera y rico en misericordia, para decirle:
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES.
Señor, que alcancemos el "nivel" de Dios, que hace el bien a todos, sin depender de ningún límite, de ninguna decepción, de ningún interés. Pues amar a los que no nos aman, es imitar a Dios. Hacer el bien a los que nos hacen el mal, es "divino".
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES.
Tú nos pides, Señor, ir más allá de nuestros sentimientos naturales. Hay a nuestro alrededor un círculo de gentes "fáciles de amar": los que se asemejan a nosotros, los que corresponden al amor que les damos, los que piensan como nosotros, las gentes de nuestro medio y ambiente, de nuestro país, de nuestra raza, de nuestra región, de nuestra tendencia política... pero nos dices que no es suficiente.. Ensancha mi corazón, Señor, para que sea capaz de un amor universal, sin fronteras, sin ninguna limitación.
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES.
Señor, que entendamos que ser obradores de paz, tratar bien a todos, callar en el momento oportuno, decir palabras de ánimo, saludar también al que no me saluda, saber perdonar. Son las actitudes que, según Jesús, caracterizan a su verdadero seguidor. Las que al final, decidirán nuestro destino: “tuve hambre y me diste de comer, estaba enfermo y me visitaste”
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES.
Señor, ayúdanos a buscarte en lo "secreto". Es decir que nos dejemos juzgar, interrogar y cuestionar por Ti.
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES.
Se pueden agregar otras peticiones.
OREMOS: Señor, Dios omnipotente, ten misericordia de nosotros, perdona nuestros pecados y dónanos la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN
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