Historia de la estafa del príncipe nigeriano

12 de dic. de 2022 · 6m 31s
Historia de la estafa del príncipe nigeriano
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"Hola. Soy persona muy rica vive en Nigeria y necesito trasladar suma importante dólares al extranjero con discreción. ¿Sería posible utilizar su cuenta bancaria?". ¿Quién no ha recibido decenas de correos electrónicos como este en los últimos 15 años? Es una de las estafas de phising, o suplantación de identidad, que más se han extendido desde la popularización de internet.

La fórmula es simple: el timador se hace pasar por una persona rica, que necesita sacar de su país una importante cantidad de dinero, de forma urgente y discreta. Y te pide ayuda, a cambio de una parte de su fortuna. La clave es que, a cambio, hay que hacerle un pequeño pago por adelantado, ya sea para cubrir los gastos de gestión, las comisiones bancarias o los necesarios sobornos. Otras versiones, en lugar de dinero, pedían tu cuenta bancaria. ¡Con un pequeño gesto puedes conseguir millones de dólares!

El problema si modrías el anzuelo, ya fuera en una u otra versión, es que el timador vaciaría tu cuenta, o te pediría más y más dinero hasta desaparecer, o hasta que descubras que estás siendo estafado.

La fórmula que más ha trascendido en las últimdas décadas, y la que ha acabado dando nombre a esta estafa, es la del príncipe nigeriano. En esta versión, el timador enviaba un email, regular escrito, haciéndose pasar por un príncipe nigeriano, con una gran fortuna en su poder, o a punto de heredarla, pero inmovilizada, ya fuera por la guerra, por la corrupción, por la inestabilidad política o a saber por qué motivo. Y es ahí cuado pide una cuenta bancaria a la que transferir el dinero, y una ayuda económica para cubrir los gastos pertinentes. Por supuesto, el que llega a caer en la estafa nunca recibirá nada a cambio.

Otras versiones hacen referencia a funcionarios, a miembros del Gobierno o a directivos de empresas, ya fuera también de Nigeria o de otros países africanos. Además, con el desarrollo de las nuevas tecnologías el método de envío fue evolucionando, del email a los mensajes privados por redes sociales, y de ahí a las principales redes de mensajería, como WhatsApp o Telegram.

Aunque pueda parecer una fórmula ridícula, en la que nadie puede caer, solo en Estados Unidos los timadores llegaron a estafar hasta 500 millones al año, según cálculos de una empresa de seguridad online. En la actualidad, el fraude nigeriano es el cuarto en el mundo en términos de ingresos recibidos

Con la vía nigeriana ya cerca de agotarse, aunque no llega a desaparecer nunca, los timadores desarrollan nuevos personajes y nuevas historias para tratar de atrapar a las víctimas. Aparecen así cuentos como el del astronauta que acaba de volver a la tierra desde la estación espacial internacional, el soldado que había vuelto de Irak, o de cualquier otro conflicto bélico, o el premio de lotería. Las fórmulas son infinitas, pero el objetivo sigue siendo el mismo: convencer a la víctima de que es una elegida y que puede ganar una importante cantidad de dinero a cambio de un pequeño gasto.

Pero aunque la popularidad de esta estafa se ha disparado con internet, ni es nueva ni es propia del entorno online. De hecho, las primeras referencias claras a este tipo datan de comienzos del siglo XX, y se conocía entonces como 'la estafa del prisionero español'.

En este caso, se pedía a la posible víctima dinero para liberar a un noble que había sido encarcelado en España, país por entonces que encadenaba conflictos, aunque no quiere decir que el origen sea español. El timador, que por entonces, claro, no enviaba emails, sino cartas, aseguraba que no podía revelar la identidad del poderoso detenido, por su seguridad. Pero el sistema es exactamente el mismo que un siglo después con el príncipe africano: si le envías dinero para pagar la fianza y salir de la cárcel, cuando sea libre compensará a quienes le hayan ayudado con generosas recompensas. En algunos casos, hasta llegaban a ofrecer la mano de la hija del encarcelado noble. Costumbres de otra época...

Como ahora, una vez que la víctima caía y entregaba el dinero, surgían nuevas complicaciones, que obligaban a entregar más dinero. Así hasta que se cansaba de soltar la pasta, y el timador desaparecía.

El origen absoluto de este timo no está nada claro. Ni siquiera los investigadores se ponen de acuerdo. Hay algunos que incluso lo ubican a finales del siglo XVI. Porque siempre ha habido gente ingenua, y siempre ha habido estafadores dispuestos a aprovecharse de ellos.
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Autor elEconomista
Organización elEconomista
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