"Notre Dame de París" William Ospina

23 de jun. de 2024 · 3m 4s
"Notre Dame de París" William Ospina
Descripción

Siempre llegué al amor por caminos de engaño. Antes de verte, indemne, frente a mí, en los declives de un verano imborrable, piedra sagrada, fuiste un vago sueño de arcos...

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Siempre llegué al amor por caminos de engaño.
Antes de verte, indemne, frente a mí, en los declives
de un verano imborrable, piedra sagrada, fuiste
un vago sueño de arcos y de luz insinuándose
por el cielo inventivo de mi infancia, y al verte
real como mis manos, calladamente cierta,
tu corteza prehistórica se burló de mis sueños:
no eras el sol de piedra que flotaba en la mente.

Dormía allí una roca. La alzaron siglo a siglo
dolorosas estirpes de polvo. Vi en la noche
las puertas asimétricas, las toscas torres truncas,
los flancos floreciendo de demonios sardónicos.
Sólo vi tu apariencia de navío infernal,
tu alto cuerpo amasado por el miedo, y sentí
que efundiendo la lumbre de la superstición
todo lo contagiabas de pavor medieval
como un grito en la música apacible.

No todo en mis alarmas era error, pero luego,
frecuentando tus nichos, tu esplendor, fui entendiendo
que la belleza llega con máscaras atroces,
que a su primer encuentro lo sagrado horroriza.
Sé que da miedo hallar, hecho ya, lo imposible,
que antes de ser pensado, el mismo cielo espanta.

Así como a los mundos que sin saberlo giran
hechizando la noche con sus brasas perfectas,
vi el vuelo de tus bóvedas, la ebria piedra sin peso
flotando sobre el río de la plegaria humana.
Vi los arcos quebrados, las remotas ventanas,
las altas escaleras cuyo rumbo es enigma,
los cristales que quiebran y disgregan la luz.
Lento husmea el sabueso de la mente en las causas,
tras cada ojiva advierte la previa idea, el acto,
y percibe en las cóncavas, exquisitas alturas,
la labor de una sabia multitud invisible.
Veo en un brusco instante hormiguear los siglos:
la piedra rigurosa
se ordena, fiel al sueño de afanosas estirpes,
cruzan picas, plomadas, martillos, sogas, ángeles,
en el aire alabean ecuaciones y andamios
y fe y miedo trenzados alzan la roca mística.

Y una paz misteriosa nos da el saber que el templo
ascendió de las frentes y las manos del hombre,
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