Pagarias RD$15,000 por Sexo | Los que pagan por sexo: cómo se ven a sí mismos?
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Descripción
Los que pagan por sexo: cómo se ven a sí mismos los clientes de la prostitución Un estudio de Santiago Morcillo, Estefanía Martynowskyj y Matías de Stéfano Barbero indaga en...
mostra másUn estudio de Santiago Morcillo, Estefanía Martynowskyj y Matías de Stéfano Barbero indaga en el papel de los consumidores de sexo pago sorteando los prejuicios que, dicen los investigadores, rodean el tema.
¿Existe todavía la fantasía de “ir de putas”? ¿Qué pasa cuando esa fantasía se concreta?
--Creemos que existen fantasías sobre el “ir de putas”, en buena medida, porque el mercado sexual las impulsa constantemente, es más, multiplica sus versiones y las adapta a los contextos. Si bien para una generación esa fantasía consistía en ir en grupo al burdel, para otra puede ser más bien una cita con un tinte romántico. Luego lo que sucede es que la fantasía es eso, una fantasía, y en las experiencias de los varones que pagan por sexo se nota cómo constantemente aparecen fisuras y la fantasía se resquebraja, por ejemplo, cuando los atiende una persona distinta a la que vieron en los avisos o cuando salen a la luz las pequeñas señales que develan el interés económico de quienes venden sexo (por ejemplo, lo que llaman el “relojeo”: cuando quienes venden sexo están controlando visiblemente el tiempo del encuentro). Pero también, cuando podríamos pensar que la fantasía se sostiene, que no se hace evidente su carácter ilusorio, las experiencias suelen repetirse y muchos entran en otra fantasía: la del enamoramiento que los conduce, en su gran mayoría, a un callejón sin salida donde su vulnerabilidad se hace muy evidente.
--¿Pero quiénes son los que pagan por sexo hoy y por qué lo hacen?
--En esta investigación no nos centramos en estudiar el por qué, sino más bien el “cómo”, es decir en comprender sus experiencias. Una gran cantidad de estudios se centran en las motivaciones, pero dejan de lado las experiencias con todos sus matices y complejidades. En el libro decimos que nuestro interés por estudiar esta práctica surge, en buena medida, por la ausencia de los varones en las investigaciones sobre prostitución. Pero en el último tiempo, sobre todo luego de la masificación feminista en 2015, pareciera que de la invisibilidad de los varones y sus prácticas pasamos a la transparencia. Ciertos discursos, sobre todo activistas, pero también académicos, construyen una imagen lineal y autoevidente en torno al por qué los varones pagan por sexo: para reafirmar su dominación. Pero al mismo tiempo, esta certeza no se sostiene sobre investigaciones que miren de cerca lo que sucede en esa relación de sexo comercial, sino en prejuicios. Por otro lado, no creemos que haya un perfil de “gatero” o de cliente, porque no se trata de un tipo de persona, sino de una práctica que varía en distintos contextos culturales y momentos históricos.
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