Recompensa / Reflexiones cristianas
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Recompensa / Reflexiones cristianas La historia de Mardoqueo y Amán en el libro de Ester nos muestra cómo Dios exalta al humilde y humilla al altivo. Mardoqueo, a pesar de...
mostra másLa historia de Mardoqueo y Amán en el libro de Ester nos muestra cómo Dios exalta al humilde y humilla al altivo. Mardoqueo, a pesar de ser el hombre que había salvado la vida del rey Jerjes, no recibió inmediatamente reconocimiento por su acto de valentía. Sin embargo, en el momento más inesperado, fue exaltado y honrado por el mismo rey, mientras que Amán, quien había planeado su muerte, terminó siendo colgado en la horca que había preparado para su enemigo. Este relato bíblico nos enseña una verdad clave: lo que sembremos, cosecharemos, y Dios se encarga de recompensar nuestras acciones, aunque no siempre de la manera o en el tiempo que esperamos.La historia comienza cuando Mardoqueo, un judío fiel y servicial, descubre un complot contra el rey y, en lugar de buscar reconocimiento o recompensa inmediata, hace lo correcto sin esperar nada a cambio. Su acto es olvidado durante algún tiempo, pero Dios, que ve todo, sabía el momento oportuno para honrarlo. Por otro lado, Amán, movido por su orgullo y maldad, planea destruir a Mardoqueo y al pueblo judío. Su deseo de venganza y arrogancia lo llevan a preparar una horca, con la intención de humillar y asesinar a Mardoqueo. Sin embargo, la ironía de la historia es que esa misma horca se convierte en su sentencia.En nuestra vida cotidiana, esta historia es un recordatorio de que debemos hacer el bien sin esperar reconocimiento inmediato. A veces sentimos que nuestro esfuerzo no es valorado, que nuestras buenas acciones pasan desapercibidas, pero Dios, como lo hizo con Mardoqueo, tiene el tiempo perfecto para exaltarnos. Como dice en Gálatas 6:9, "No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos".En un mundo donde las personas buscan constantemente ser vistas, reconocidas y exaltadas por sus logros, es fácil caer en la trampa del orgullo y la autocomplacencia. Amán representa ese espíritu altivo que busca reconocimiento y control, pero su destino es una advertencia de que el orgullo precede a la caída. La verdadera recompensa viene de Dios, quien examina nuestras intenciones y corazones.Además, la historia de Mardoqueo nos enseña que Dios es un Dios de justicia. Ningún plan malvado prosperará contra los hijos de Dios. Aunque a veces parezca que los malvados prosperan, como en el caso de Amán, su éxito es temporal y, tarde o temprano, Dios interviene para poner las cosas en orden. Como dice Romanos 12:19: "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor".Reflexión FinalNuestra recompensa viene de Dios, no de los hombres. A menudo, en la vida, puede parecer que nuestras buenas obras pasan desapercibidas, que el esfuerzo que invertimos en servir a otros no es valorado o reconocido. Sin embargo, debemos recordar que Dios está siempre atento. Él ve lo que hacemos en secreto y lo recompensa en público, tal como sucedió con Mardoqueo. La historia de Mardoqueo nos desafía a permanecer humildes, confiando en que Dios nos recompensará en su tiempo perfecto.Amán, por el contrario, es un recordatorio de que el orgullo y la maldad no prevalecerán. Dios es justo y siempre se encargará de aquellos que intentan hacernos daño. Por eso, nuestra confianza no debe estar en buscar venganza o justicia por nuestras propias manos, sino en Dios, quien tiene el control de todo y sabe cuándo intervenir.Sigamos trabajando con diligencia, amor y humildad, confiando en que, como dice Apocalipsis 22:12, "Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho". Dios es fiel, y nunca olvidará nuestras obras de fe y servicio.
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