'Room on Fire', el segundo álbum de The Strokes, es como un incendio que se desata en medio de la monotonía. Tras el éxito arrollador de su debut, Is This It, la banda neoyorquina tenía una vara muy alta, pero no se conformó con replicar el sonido que los catapultó a la fama. En lugar de eso, crearon un disco que respira con la misma esencia cruda y rebelde, pero con una estructura más apretada, casi como si hubieran domado la energía del caos. Desde el primer acorde de "What Ever Happened?" hasta el último eco de "I Can't Win", cada canción es un golpe directo, afilado, pero con el sabor familiar del garage rock que los hizo icónicos.Este álbum es un retrato de una banda que no solo entendió su lugar en la música, sino que se atrevió a desafiarse sin perder su identidad. Las guitarras entrelazadas de Nick Valensi y Albert Hammond Jr. son como un diálogo constante, una conversación entre riffs que evocan a Television y The Velvet Underground, pero con un brillo que es puro The Strokes.La voz de Julian Casablancas, a menudo arrastrada y distante, se mueve entre la desgana y la vulnerabilidad, creando una sensación de desesperación controlada que embriaga. Canciones como "Reptilia" o "12:51" son pruebas contundentes de que, cuando se trata de capturar una energía efervescente en tres minutos, nadie lo hace como ellos.En 'Room on Fire', los miembros de The Strokes demostraron que podían madurar sin dejar de ser esos chicos neoyorquinos que nos hicieron creer en el poder del rock otra vez. No es un disco que trate de complacer a todos, pero esa es precisamente su magia. Se siente honesto, áspero y elegante al mismo tiempo, una mezcla difícil de lograr. Cada canción parece estar en llamas, pero es un fuego que arde con control, como si supieran exactamente hasta dónde podían llegar sin consumirse en el intento.¡Bienvenidos a la declaración de amor más honesta de The strokes para el rock, este es el TBT de 'Room on fire'!
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