Los días de retiro espiritual tienen la precisa finalidad de ayudamos a renovar el sentido sobrenatural de nuestra vida cristiana. Por eso, con preocupación materna, la Iglesia exhorta a los fieles a dedicar algún tiempo a este ejercicio ascético. Para alcanzar los frutos sobrenaturales de este medio de formación no bastan las solas fuerzas humanas: sin mí no podéis hacer nada, ha dicho Jesucristo. Por eso, la tarea primordial, la más importante, es dirigirse confiadamente al Señor en petición de ayuda. ¿Para qué has venido aquí?, comentaba nuestro Padre en la meditación preparatoria de un curso de retiro. Y respondía: no has venido cargado de pecados mortales, ya lo sé. Pero puede ser que vengas con los ojos turbios, con la mirada poco clara, llena de mil manchas de amor propio, de egoísmo, de soberbia, que no sólo te impiden ver las cosas con la luz sobrenatural de la fe, sino que te dificultan incluso el recto ejercicio de la luz natural de la inteligencia.