3 MAY. 2022 · Escrito por el maestro Samael Aun Weor
Narración por Parsifal Flores Aguila
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Esta Navidad de 1964 tiene para el Movimiento Gnóstico Cristiano Universal de Colombia doble regocijo, porque además de las festividades celebradas en el Summum Supremum Santuario de la Sierra Nevada, se verifica en la ciudad de Cartagena de Indias el Primer Congreso Gnóstico que reúne en su seno a valerosos exponentes del pueblo santo que ya se gesta bajo la dirección del Avatara de Acuario, Venerable Maestro Samael Aun Weor, y la doctrina del Salvador del Mundo.
Este magno acontecimiento nacional se verifica precisamente en la ciudad Heroica, donde se dio el primer grito de independencia de nuestra emancipación para sacudir el yugo de la esclavitud, y con este Primer Congreso Gnóstico el Avatara de Acuario nos da la segunda parte del mensaje que la Venerable Logia Blanca entrega por su conducto a la pobre humanidad doliente que gime y llora por una esclavitud más oprobiosa que la que oprimió a nuestros progenitores y predecesores.
“Buscad la verdad y ella os hará libres”, leemos en los Evangelios, conocimiento exacto que se cumple cada vez que un valeroso rompe con la maldad del mundo y busca realizarse a fondo. Verdad que no ha podido ser rebatida por los enemigos de la pureza y santificación.
Filósofos y escritores de antaño han preguntado ¿qué es la verdad? Aquí en este mensaje nos entrega el Avatara de Acuario, normas concretas para descubrir en nosotros esa verdad de que nos habla el Divino Rabí de Galilea. Hay tres pecados capitales que separan al hombre de la verdad.
Primero, el que miente peca contra el Padre que es la verdad y contra el Noveno andamiento. Segundo, el que odia, peca contra el Hijo que es amor y contra el primer mandamiento de la ley de Dios. "En que os améis los unos a los otros probaréis que sois mis seguidores". "Si amas a tu amigo eso hacen los fariseos". Y tercero, el que fornica peca contra el Espíritu Santo que es fuego sexual, fuente misma de la vida, y contra el Sexto
Mandamiento. Por ello nos dice San Pablo, Corintios: 6, 18, "Huid de la fornicación, cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es. Mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca". Por ello es el peor de los pecados porque nos cierra la puerta de entrada (el sexo), para seguir el camino de nuestra propia Cristificación. Recordad que el Cristo nos dijo, “Yo soy el Camino, Yo soy la Verdad, Yo soy la vida. Nadie llegara al Padre sino por mí”. Por ello el Espíritu Santo o Fuego Sagrado en nosotros, está regido su ascenso por los méritos del corazón, siendo la morada del Padre en lo alto, la cabeza, la del Hijo en medio, en el corazón, y el del Fuego sexual (Espíritu Santo), en el hueso sacro o coxis y frente a la puerta de entrada donde el Señor Jehová puso al ángel con espada de fuego,
cuando expulsó al hombre del paraíso. Solo el puro y el casto pueden entender la Santa Biblia y desentrañar los profundos misterios que ella encierra, pero a ella acuden los que Jamás la han leído para rebatir la guarda del sexto Mandamiento diciendo: “¿Y el Creced y multiplicaos, mandato que fue dado solo a Adán según la sabiduría del Génesis, y cuando todavía no se le había dado compañera al hombre en su primera etapa evolutiva como andrógino?”. También, horrorizados, se oponen al mandamiento, adoloridos porque piensan que el mundo se les puede acabar. Este argumento se lo repiten a todo gnóstico que divulga el sexto Mandamiento, decidles que estas enseñanzas las damos solo para los gnósticos y que la humanidad no se acabara, porque para eso están ellos, para reproducirse
como los demás animales de la tierra y sus mujeres pariendo con dolor, con insoportable costo y gran vergüenza, y que nosotros tomaremos de allí lo que más sirva para gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Ha sido tan hábilmente disimulado por los hombres lo que implica el sexto mandamiento que veamos como lo explica la Enciclopedia Sopena, que casi siempre reproduce lo que dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Adulterio: (del latín
adulterium) M, cópula o ayuntamiento carnal ilegitimo del hombre con la mujer, siendo uno de ellos o los dos casados; o lo que es lo mismo, la violación corporalmente consumada de la fidelidad conyugal por cualquiera de los dos cónyuges, y Fornicación (del latín fornicare) tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del Matrimonio. (U.t.e.a.).
Con lo cual se indica claramente que adulterio y fornicación es la misma cosa; con razón los eruditos nos tratan de Imbéciles. Si lo uno y lo otro fuesen lo mismo, la Biblia no tendría por que hablar sobre adulterio y adultero en veinticinco versículos diferentes y de fornicación en veinticinco diversos versículos, y de fornicado, fornicando y fornicar en muchos versículos
más.
La definición académica obliga a los letrados y eruditos a rechazar el mandato tal como es y a despreciar la sangre del Cordero; que estudien lo que dice la Biblia en el capítulo quince del Levítico donde se habla claramente de lo que implica el tremendo vicio de la fornicación y declara inmundo hasta la tarde al que pierde su simiente voluntaria o involuntariamente. Los mismos lectores de la Biblia manifiestan que eso pertenece al Antiguo Testamento para indicar así que está en desuso, cuando el Cristo dijo: "Yo no he venido a abrogar la ley sino a cumplirla". Preguntadles, ¿por qué aceptan los diez mandamientos y hasta cobran los
diezmos siendo del Antiguo Testamento?
El diccionario de la Real Academia define la palabra besar: (del latín besaiare) v.a. tocar alguna persona o cosa con los labios, contrayéndolos o dilatándolos suavemente para manifestar amor, amistad o reverencia. Ahora cabe preguntar ¿cómo lo interpretará el letrado que paseando con una dama, un desconocido de ambos le da un beso en la mejilla? ¿Cómo enseña la Real Academia o como lo entiende?... ¿Entonces en qué quedamos?
Nosotros los gnósticos usamos el plan divino para el acontecimiento de una divina concepción y muchas veces se procesa en la forma en que lo denuncia la Santa
Biblia y acontece el caso de Ana madre de Juan el Bautista, que lo tuvo a la edad de setenta años, por cuyo motivo ese hijo tuvo que vivir en el desierto y vestirse con pieles de animales. Los externos usan millones de espermatozoides para su propia reproducción, nosotros los aprovechamos para darnos vida, luz y sabiduría a nosotros mismos y con la
escapada de uno solo de ellos, logramos obtener hijos de la luz. Sostienen los amantes del vicio que la mujer sufre cuando el varón le niega la simiente; decidles que las nuestras no sufren porque son castas y que nosotros les llevamos la ventaja de conocer los dos sistemas, por ello el Maestro afirma que si Luzbel hubiese conocido la sapiencia del pecado jamás hubiera caído. Observa, oh gnóstico, que la mujer solo pierde un huevo
mensualmente y que el fornicario pierde a voluntad millones en el mismo tiempo. Ha sido demostrado microscópicamente que la mujer produce millones de huevos. Observa que en casi todas las especies animales el macho tiene más belleza que la hembra, en cambio en la
especie humana se opera lo contrario. Observa también que entre los animales el macho respeta a su hembra una vez que está gestando y ella al tiempo lo rehuye, pero el fornicario no respeta las leyes de la naturaleza y hace todo lo contrario. Observa que a la mujer se le llama el sexo débil y sin embargo maneja al hombre a su antojo. Cuando el hombre recupera la castidad perdida se rejuvenece y se embellece como los animales que él hace castos a la fuerza para explotarlos, adquiere nuevamente el bastón de mando, el báculo de los patriarcas y se liberta del sexo, y lo domina.
Nuestra simiente se nutre de tres alimentos básicos: Primero con lo que comemos; Segundo con lo que respiramos; y Tercero, con lo pensamos; ahora sabrás porque hemos pedido para ti saneamiento completo alejando vicios, separando carnes y pidiéndote castidad
en pensamiento, palabra y obra y no olvides que esto es para ti, no es para los de afuera; por ello el Cristo decía: "No des margaritas a los cerdos porque las hollan".
Observa, oh gnóstico, al humilde campesino que de sus siembras recoge lo que vale; la simiente o semilla, y deja que el bagazo se pudra en la tierra. "No hagas como el
habitante del abismo, que cuida mucho su cuerpo físico llenándolo de distinciones y agasajos y luego bota y hasta desprecia su simiente" y rueda en la vejez como naranja exprimida pisoteada de todo transeúnte. Con justa razón nos ha dicho el Maestro: "Si los hombres supieran lo que van a perder cuando van a fornicar, en lugar de ir riendo irían llorando".
No hagas, oh gnóstico, como los habitantes del laberinto que alegran su tristeza con licores y lupanares. Toma el vino de luz... el licor de Mandrágoras, el licor de los dioses para que permanezcas heroico y rebelde ante la maldad del mundo; pero no cambies como Esaú los
derechos de primogenitura por un plato de lentejas; ni como la mujer de Lot, volviendo la cara al pasado, ni viviendo entre las dolorosas tumbas de los recuerdos.
No creas, ¡oh Gnóstico! que sacar a las gentes del laberinto es cosa fácil, para ello se requieren hombres de pureza inmaculada, virtud acrisolada y haber formado a Cristo en su corazón y sin embargo, por ahí te atacarán los enemigos del Cristo interno para dañar
honra y honor. Observa que al hablarle a un niño de matrimonio te tratará de loco porque él no tiene madurez para apreciar y juzgar el tema a tratar. Igual cosa pasará con los hombres que no tienen madurez espiritual. Si le hablas de la doctrina de la Cristificación y de la redención, también te tratarán de loco y se unirán para atacarte; por ello fue muerto con gran vergüenza el hijo del hombre, por predicar esta doctrina.