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Las "miradas" de colaboradores de Paradigma Media.
7 MAR. 2020
18 FEB. 2020 · Artículo de opinión de Ángela Ramos para la sección de Paradigma Media Andalucía "La Mirada de...", titulado "No hay feminismo de derechas"
29 DIC. 2019 · Los servicios municipales se mueren, es un clamor, pero que no se puede contar, no vaya a ser que alguien se entere…
Los Servicios Sociales se quedan sin gente y los que hay tienen que hacer el trabajo de antes, que ya era más que suficiente, y además el de los que se han ido y nadie vendrá por ellos, y también el de los que tienen que venir pero que no vendrán.
La Oficina Municipal en Defensa de la Vivienda la borran de la web y cuando la ponen de nuevo lo hacen sin decir a qué área municipal pertenece y eliminando todos los datos de las actuaciones realizadas para silenciarla poco a poco, pronto se descubrirá con qué intención.
La policía local tiene que poner orden en más eventos que antes, especialmente procesiones, pero cada vez hay menos policías y cada vez tocan a más.
Los bomberos tienen vehículos pero les faltan conductores, además de una plantilla cada vez más mermada.
El Departamento de Cooperación y Solidaridad, referente a nivel nacional, se desprende de las personas que lo levantaron y pone en la picota a los que quedan haciéndoles que se enfrenten a una oposición en la que no van a preguntar nada de cooperación ni de solidaridad.
El área de Participación, motor de unas políticas que fueron ejemplo y modelo a seguir por muchas ciudades, se empieza a gripar, quienes eran responsables de una zona ahora lo son de dos, y los centros cívicos a veces no se pueden abrir por falta de personal que los abra.
Y así podríamos seguir hablando de las multas que se quedan sin cobrar porque no se tramitan, de los impuestos que no se recaudan por alzamientos de bienes que nadie descubre por falta de inspectores, de las áreas dónde solo hay un director o directora que no tienen a quién dirigir...
Todo esto, que no se cuenta, es un clamor cuando andas por Capitulares y quienes sufren en silencio como les faltan manos para tapar los agujeros de una institución que no da los servicios que tiene que dar y podría dar, ya no pueden más y explotan.
Pero eso sí, hay más jefes políticos que antes, hay más papeles que antes, hay más auditoría que antes y hay más promesas que nunca, las de antes que no se cumplieron y las nuevas que no hay intención de cumplir.
El Ayuntamiento no se empezó a caer en este mandato, ya lleva tiempo cuesta abajo, pero la velocidad de caída aumenta día a día, por una parte por la ley de reforma local que el PP impuso con su rodillo y por otra por la falta de valentía para hacer políticas municipales que rompan con un sistema capitalista y centralista al que la ciudadanía le importa un pimiento.
Y a pesar de todo a día de hoy quienes nos gobiernan en esta ciudad continúan diciendo que todo va bien y que va a ir mejor, recaudando menos dinero para mantener los servicios y perdiendo el personal que vela por ellos.
¿Cuánto tiempo seguirán poniendo cara de póquer?
22 DIC. 2019 · La Mirada, de Jorge Montero. 23-12-2019
16 DIC. 2019 · La mirada... de Rafael Juan. Hoy, sobre el caso Zozulya
6 DIC. 2019 · La Mirada de Jorge Montero: Ocurrencias entre cañas y barros 06-11-19
20 SEP. 2019 · La Mirada de...Alex Castellano: Pedro Sánchez culpable 20-09-19
28 JUL. 2019 · Alin cambia semanalmente su estado de WhatsApp: sube fotos y videos con frases en rumano o en la lengua romaní, música de Florin Salam en el ambiente y relucientes coches en la lejanía o en un primer plano. En la estación de tren, en la mesa del bar o la discoteca, en la carretera, Alin lleva gafas de sol, que le tapan la mitad de la cara, zapatos oscuros y brillantes, chaqueta de cuadros o de rayas, pantalones negros muy ajustados y un colgante de hierro en el cuello con una cabeza de caballo. Sostiene un cigarro apagado en la mano, sonríe ligeramente a la cámara o la mira de soslayo, en una actitud altiva y desafiante. Aquí estoy, hermano, cansado de tanto gozar la vida; es lo que nos pasa a los triunfadores, nos debemos al público y a la cámara, por eso hemos de enseñar al resto del mundo algunas migajas de nuestro éxito: ¿gafas que fingen ser de marca, zapatos que parecen recién estrenados, camisas muy limpias, adornos de a veinte euros y un coche casi siempre ajeno en el horizonte?
Alin, Cosmin, Florin, Graciano, Ineras y Constantin muestran cada fin de semana a sus paisanos de Corbu, Slatina o Rosiori de Vede lo que es la vida en España de los rrom afortunados.
Son jóvenes o adolescentes cabezas huecas, tan majaretas como los payos españoles, que construyen su identidad sobre el self corporal aparente, la ropa que visten, la música que escuchan, la bebida que toman y el coche que no tienen. Quieren ser reconocidos, envidiados, respetados, quieren ser.
Pero no son reconocidos ni envidiados ni respetados, no son nadie. Viven en asentamientos chabolistas sin luz ni agua, no tienen trabajo ni es probable que lo tengan jamás, se compraron las gafas de sol en el mercadillo y el coche que hoy fotografían es de un primo que lo tiene siempre averiado o de un gitano español que se lo prestó. Cuando juntan veinte euros de la chatarra se van a la tienda de Lalisa a comprarse unos pantalones que le marque bien el paquete o una botella de whisky Jack Daniels de dieciocho con veinte (como en la canción de Fito y Fitipaldi "cuando ya no sirven las palabras, cuando se ha rajado la ilusión, me emborracho con whisky barato, a ver si me escuece el corazón").
Muy pocos han terminado la ESO y los que la acabaron nunca titularon en Ciclos Formativos. Salieron corriendo de la escuela, donde se hacían llamar Alex, Juan o Pablo, para ocultar su etnia, se emparejaron a los quince o dieciséis años en una boda rrom, que luego colgaron en YouTube, pasando enseguida a ejercer de reproductores. Ahora a sus veinte años tienen tres hijos y una mujer de su misma edad, a quienes regalan ropa de marca, sacada de los contenedores.
Todos conducen coches prestados o furgonetas propias de tercera mano, la mayoría sin carnet; los que tienen carnet se lo sacaron en Rumanía y es lo primero que escriben en su currículo. Pasan horas en el asentamiento examinando las tripas de la furgoneta o del coche del primo afortunado y sueñan con ser mecánicos de autos deportivos o de carreras. En sus estados de WhatsApp o en su página de Facebook el coche es el protagonista principal, pero también hay un hueco para el smartphone y para la botella de alcohol de marca rumana.
En el mundo globalizado en que nacieron, sus familiares los trajeron a España cuando acababan de quitarse los pañales y los dejaron correr por el asentamiento. Conocen vagamente Rumanía de cuando la visitan en verano, pero no se sienten de allí ni de aquí. Europa les concedió la prerrogativa de viajar libremente por su territorio y eso es lo que hacen, ir de acá para allá sin rumbo, dejarse llevar por la senda del consumo imposible y soñar con los coches que ven en Internet.
Sus padres que vivieron la política de "la integración forzosa" de Ceaucescu saben leer y escribir, muchos trabajaron como asalariados en las colectividades agrarias o en la industria estatal; ellos sólo saben leer las imágenes y exclamaciones de Twitter, sólo entienden los emoticones del WhatsApp. Sus mejores trabajos han durado dos semanas escasas en los puestos de kebabs o en tiendas de los chinos.
En un país donde los payos con titulaciones superiores opositan a una plaza en los jardines o en los cementerios ¿qué les cabe esperar a estos padres de familia de veinte años, hijos del exilio económico y la exclusión total? Los más valientes patean todo el día las calles con su carrito, van los veranos a recoger ajos y se sientan por las tardes a las puertas de la chabola a esperar al marroquí, que alguna vez le compra ropa de segunda mano sin usar.
Nos irritan sus gestos petulantes, despreciamos sus pobres fantasías pero ¿de qué materiales iban a estar hechos sus sueños? Han nacido en un mundo sin un rincón siquiera para ellos, nadie alimentó su cabeza con bellas imágenes o tiernas palabras, y ya han vivido lo suficiente para saber que el mañana será igual de gris y plomizo que hoy.
Alin, Cosmin, Florin, Ineras, Graciano y Constantin...¡maldita sea la sociedad globalizada que os ha dejado también a vosotros en la cuneta, como dejó a vuestros padres, a vuestros abuelos y bisabuelos en otros tiempos! ¡Maldita sea la civilización del sálvese quien pueda, del cada cual se las apañe! ¡Maldito mundo injusto que sólo ha permitido que cambiéis la carreta y el caballo de vuestros padres por un coche de segunda mano o una furgoneta!
¡Mil veces sea maldito!
24 JUL. 2019 · Entrar en la piscina del barrio cuando hace algo más de un mes parecía que este año no se iba abrir, ha sido muy emocionante, sobre todo porque hemos escuchado a muchos agoreros decir una y otra vez “esto no tiene solución”, “olvidaros de bañaros este año” o los más cenizos “por muchas firmas que recojáis van a hacer (los políticos) lo que les dé la gana”. Y que nadie se equivoque: me emociono al entrar en la piscina, porque soy consciente de que todo esto ha sido posible gracias a cientos de vecinos y vecinas de dos barrios populares que han estado erre que erre cual gotera porculera denunciando constantemente el sinsentío que estábamos viviendo.
Pero la emoción ha durado bien poquito. Pronto me ha vuelto la desazón al comprobar que el césped está embarrado y calvo por varias zonas, como si hubiera soportado meses de entrenamiento de cientos de chiquillos y chiquillas jugando al fútbol. Sorpresa al ver las persianas de un bar cerrado, por lo que no se puede comprar ni una botella de agua fría en días como el de hoy con más de 40 grados. Y, de nuevo, indignación al comprobar unos servicios tan viejos como ajados y un agua para bañarse, que tras 24 horas de uso (8 horas por 3 días) acumula una cantidad de suciedad y baba más típica de final de verano, que de principios de temporada, como desgraciadamente estamos. Aunque, dicho sea de paso, ni a final de verano hemos visto así nuestra piscina.
Todo esto se ve y se palpa nada más entrar, pero ¿y lo que no se ve, pero se sufre? Me refiero al recorte en horario de apertura (2 horas menos al día), la desaparición de los cursos de natación para niños/as y mayores o la eliminación de la apertura nocturna de fin de semana, que congregaba cada noche a cientos de cordobeses y cordobesas de todas las edades.
Porque si te pides un plato de boquerones en el bar y están maníos no te los comes, sino que llamas al camarero y le pides que te lo cambie; o si haces una obra en casa y los albañiles se van sin dejarte bien acabado el baño, no te esperas más de un día sin llamarlos y decirles que vuelvan rapidito y terminen su trabajo en condiciones; porque si te compras un pantalón vaquero y resulta que te dieron la talla equivocada, no te los pones con la esperanza de que algún día ensanchen, sino que te vuelves corriendo pa la tienda y te traes el que mejor te queda…
Por todo esto, no estamos para dar las gracias al IMDECO por abrirnos lo que es nuestro de cualquier manera, si no que estamos para exigir una piscina digna. O es que por ser de barrios obreros no podemos disfrutar de una piscina con su césped en condiciones, o donde ir al baño no implique sujetar la pared mientras uno da de cuerpo, ni que bañarnos suponga poner en riesgo nuestra salud y la de nuestros nenes y nenas o simplemente podamos pedirnos una cerveza fresquita en el bar o tomarnos un café, sin tener que salir a la calle, en busca de un bar abierto en pleno verano cordobés.
¡¡Y todo al módico precio de 147€!! Gracias señores y señoras del IMDECO por rebajarnos un 35% del precio en comparación al año pasado, aunque este año no vais a abrir nuestra piscina más de un 51% de las horas, comparado con la pasada temporada. Y no vamos a compararnos con otras piscinas que abren el 1 de junio porque entonces es pa jartarse de llorá.
Hoy hablando con alguna gente, me ha recordado a esos momentos en los que te encuentras a algún colega que te dice lo puteadísimo que está en su trabajo y después de llorarte las mil quinientas, acaba la conversación autoconsolándose diciendo “iyo en verdad, no me puedo quejar, por lo menos tengo curro”, a lo que tú contestas, pa no machacarlo “¡y que no falte!”. Es como si te fueran a cortar las dos manos (quedarnos sin piscina todo el verano) y de pronto alguien te dice “que nooooo que solo te vamos a cortar una”. Y tienes que estar súper agradecido porque solo te cortan una o por tener tu piscina abierta a mitad de verano en condiciones bastante mejorables. Por lo que hay que alegrarse, celebrarlo y no quejarse por tonterías.
Hoy entré con la emoción de ver la piscina de mi barrio abierta gracias a mis vecinos/as y me he ido de nuevo emocionado, cuando un vecino me ha comentado así por lo bajini “con tanta movilización y tanta firma, la gente del barrio se ha vuelto muy tiquismiquis: están ahora más pendiente que nunca y namás ven unos pelillos en el agua, van y se quejan”.
Ole la gente tiquismiquis de mi barrio que no se calla y que cuando le dicen que namás que le van a cortar una mano, responden “¡qué dices tú ío! A mí me dejas las dos”.
PD: de los precios de los abonos hablamos otro día, porque nos la han metío doblaísima.
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Autor | Paradigma Media Andalucía |
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