Adversarios de la templanza

20 de oct. de 2023 · 5m 37s
Adversarios de la templanza
Descripción

El adversario de la templanza En cuarto lugar vemos el contraste entre las borracheras, orgías y cosas semejantes, que se oponen a la templanza que presenta la Biblia. ¿Y qué...

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El adversario de la templanza

En cuarto lugar vemos el contraste entre las borracheras, orgías y cosas semejantes, que se oponen a la templanza que presenta la Biblia.

¿Y qué está a la raiz de estos adversarios de la templanza? ¿Y si te dijera que el adversario de la templanza es en realidad el control?

A primera vista parece que no tenga sentido. Hemos definido la templanza como dominio propio, o también llamado autocontrol. ¿Cómo puede ser el control el enemigo del autocontrol? Después de todo, las borracheras, orgías y cosas semejantes son resultado del descontrol. ¿Verdad?

Pues es más bien una cuestión de quién tiene el control de tu vida a cada instante.

Desde el principio de la humanidad el ser humano desea tener control sobre todas las cosas. Por este motivo, nos resistimos a dejar que sea Dios el que tome las riendas de nuestra vida.

Cuando uno se entrega a Cristo, le entrega su voluntad propia, sus opiniones, sus deseos, sus sueños, sus planes. Sabemos que en manos de Dios estamos a salvo, y sin embargo luchamos contra la idea de dejar que Él controle nuestra vida. Aquí es donde comienza el problema; cuando decidimos tomar el control.

Unas más y unas menos, todas tendemos a ser controladoras. Queremos controlar lo que pasa en nuestras vidas y lo que pasa en las vidas de nuestros prójimos. Si somos algo organizadas, controlamos nuestra dieta, nuestro horario, la forma de hacer las cosas, e incluso la forma en que los demás deben hacerlas. Tomamos la responsabilidad de llevarlo todo y llegamos a querer controlar a nuestros maridos, a nuestros hijos, y a cualquiera que se sitúe en nuestra esfera de influencia. Pero eso no es el dominio propio del que habla la Biblia.

Porque la realidad es que no fuimos creados para controlarlo todo. Y por eso, hay tanta frustración en esta sociedad de controladores ambulantes. En Eclesiastés 8:8, el hombre más sabio de la historia nos dice que “No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, ni potestad sobre el día de la muerte.” No podemos controlarlo todo. No somos capaces de controlar el universo y ni siquiera nuestra propia vida, pero Dios sí.


Sin Dios, tarde o temprano dejamos de controlar y llegamos a los excesos. Fácilmente pasamos de estar en control a ser controlados por cualquier cosa. Podemos experimentar exceso de control, causando trastornos emocionales y mentales, excesos en el tiempo de ocio, causando problemas de adicción a actividades lúdicas (lícitas o ilícitas) o al sedentarismo; sufrimos exceso de consumo de alimentos no saludables, que nos llevan a la glotonería y el malestar físico; o el exceso a sustancias tóxicas como el alcohol u otras drogas, que llevan a la destrucción. Hay una gran variedad de excesos. Cada uno de estos son ejemplos de una vida donde el Espíritu Santo no tiene el control.

Efesios 5:18 nos ofrece las dos opciones posibles: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.

En la primera situación, el vino, o ahí puedes poner cualquier exceso con el que batallas, está controlando algún aspecto de tu vida, y por lo tanto, no puedes vivir una vida plena en Cristo. Mas tienes una segunda opción, ser llena del Espíritu. Cuando tu vida está llena del fruto que da el Espíritu, podrás descansar, confiando en que Él tiene el control de tu vida, y estarás libre para vivir una vida de dominio propio, en el Espíritu.
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Autor David y Maribel
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