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Reflejos de su gloria

  • Gálatas-116 Doble cara

    25 JUN. 2024 · Doble cara  Como hemos podido ver la división étnica entre judíos y gentiles causaba división incluso entre los creyentes. Pablo había recibido la tarea de llevar el evangelio a los gentiles, mientras otros como Pedro estaban trabajando más de cerca con los judíos. Pedro, Jacobo y Juan habían entendido y defendían que los creyentes gentiles no tenían por qué circuncidarse o guardar la ley judía. En Hechos 15, en el concilio de Jerusalén, ya habían reconocido que los gentiles no tenían que seguir las leyes de higiene y alimentación de los judíos. Nos cuenta el capítulo dos de Gálatas que Pedro no tenía ningún problema en comer con los gentiles, pero parece ser que cuando estaba con judíos, evitaba ser visto sentado con los gentiles. Por este motivo Pablo tuvo que llamarle la atención, a pesar de que Pedro era respetado por muchos.  Así nos dice Pablo en Gálatas 2:11-14. “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” Esto que Pedro estaba haciendo, y en lo que le siguieron otros, incluído Bernabé, era tener una doble cara. Pedro no creía que los gentiles tuvieran que seguir la tradición judía; tampoco tenía ningún problema en incluir a aquellos a los que algunos consideraban “inmundos” cuando otros judíos no estaban presentes, pero cuando los judíos que él consideraba importantes entraron en escena, cambió su comportamiento para que no pensaran mal de él, y ya no se sentó con los gentiles a la mesa. Imagino cómo se habrían sentido estos cristianos; los que anteriormente habían comido con ellos ahora los evitaban y hacían como si no los conocieran. ¿Te ha pasado alguna vez? No es una experiencia agradable, pero sin duda deja muy claro que alguien busca la aprobación de alguna persona que no te tiene en alta estima. Pablo intervino en ese momento, haciendo algo que podría haber provocado un rechazo de parte de Pedro y de los judíos que ahí estaban. Sin embargo, gracias a Dios, Pedro reaccionó de forma correcta.  Lo sabemos porque más adelante, en su segunda carta, Pedro llama a Pablo “nuestro amado hermano” (3:15), no guardando rencor por la corrección del último de los apóstoles, como Pablo se llamaba a sí mismo.  Pablo sabía para quién vivía, y Pedro también, e igualmente nosotros podemos estar firmes en nuestra posición en Cristo. En Gálatas 2:20-21 Pablo afirma:  ”Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Lo que vivimos y cómo vivimos debe ir en armonía con lo que creemos en Cristo. Las tradiciones y preferencias de otros no deben interferir en nuestra vida cristiana. Hemos sido salvos por la fe en Cristo. En el versículo 21 dice Pablo:  “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” En el capítulo 3 pregunta: “Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” No olvidemos que no ganamos favor de Dios por nuestras obras. Recordemos en nuestro trato con otros que nuestra salvación y la de ellos es por gracia, y está fundamentada en la fe en Cristo, y el intercambio llevado a cabo en la cruz. El creyente debe obedecer los preceptos bíblicos respetando las diferencias de preferencias en asuntos donde la Biblia deja libertad para decidir según la dirección del Espíritu Santo. Que Dios nos dé sabiduría y amor para vivir una vida consistente con Su Palabra sin tener una doble cara dependiendo de aquellos con los que estemos en el momento. 
    Escuchado 6m 16s
  • Gálatas-115 Carta a los Gálatas

    24 JUN. 2024 · La carta a los Gálatas Pablo escribió la carta a los Gálatas en los años 50 después de Cristo, a los creyentes que habitaban en la región de Galacia. El apóstol trata tres temas, dos de los cuales trata también en la epístola a los Romanos o la de Corintios. Pablo defiende su apostolado, vuelve a presentar el evangelio, y se centra en el tema de la libertad cristiana. El tema principal de esta carta es la libertad que tenemos en Cristo. Para tratar este tema, el apóstol vuelve a presentar el evangelio de Jesucristo, por el cual obtenemos esta libertad. A través de la muerte de Cristo en la cruz, obtenemos la libertad del pecado, y como veíamos en Romanos 6 y 7, habiendo dejado atrás nuestras ataduras al pecado, somos libres para seguir y servir a Cristo. Esta es la base de nuestra libertad.  Cristo murió por mis pecados, pero visto de forma más personal, Cristo murió por mí. Como resultado de su muerte, tengo el privilegio de creer en él y ser rescatado. Y así lo quiso Dios. Puedo regocijarme en esta salvación y compartirla con otros. Esto es lo que Pablo estaba haciendo, y por ello estaba recibiendo críticas y ataques de todo tipo. Por esto es que una vez más, esta vez a los de la región de Galacia, debe explicar que él no ha elegido este trabajo para su propio beneficio, sino que Dios le había buscado, le había salvado, y por eso él compartía el evangelio. En Gálatas 1: dice “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” Recordemos que Pablo iba camino a detener a aquellos que habían creído en Cristo cuando Jesús apareció en su camino cambiando su vida y sus planes de vida, y enviándolo más tarde a compartir, especialmente con los gentiles el camino a la salvación.  Algunos cristianos judíos de la región de Galacia seguían insistiendo en que el cristianismo debía incluir las tradiciones judías, mas cuando Pablo recibió la misión de evangelizar a los gentiles quedaba claro que estos no necesitaban cumplir las tradiciones de la ley judía. Pedro, Jacobo, hermano de Jesús, y Juan lo reconocían así también. La salvación dependía únicamente de la fe en la obra de Cristo, y los judíos debían aceptar que los gentiles vivieran la vida cristiana libres de las tradiciones de la ley judía.  Asi, en los capítulos 1 y 2 de Gálatas, tras defender su apostolado, Pablo introduce los dos temas que desarrollará en el resto de la epístola: la salvación en Cristo, y la libertad que esta salvación nos ofrece. Pablo comparte su testimonio de salvación donde quiera que va, y aquí lo comparte de nuevo a los Gálatas Me encanta escuchar el testimonio de cada persona que ha conocido a Cristo como Salvador. Aunque los detalles son particulares a cada individuo, la salvación en Cristo marca sin duda un antes y un después en la vida de una persona. Si tú has tenido un encuentro personal con Dios, te animo a compartir con alguien cómo llegaste a ese momento y cómo ha cambiado tu forma de ver la vida. Puedes compartirlo también en el grupo de Facebook Reflejos de Su gloria si quieres animar a alguien con tu testimonio personal. Si estás viviendo en la libertad que la salvación te brinda, comparte con otros el gozo de servir al Señor. Que Dios te bendiga. 
    Escuchado 5m 1s
  • Corintios-114 Currículum Vitae

    21 JUN. 2024 · Currículum Vitae Cuando vas a buscar trabajo, has de presentar un currículum vitae, una lista de méritos que demuestra que eres la persona idónea para el trabajo que deseas desarrollar. En este currículum debes incluir tu formación, titulación y tu experiencia en ese campo, todo con la meta de convencer a otro de tu capacidad para llevar a cabo la tarea indicada.  En los capítulos finales de 1 Corintios, Pablo presenta una especie de currículum en el que expone los motivos por los que él puede ejercer como apóstol del Señor. No llega a esta defensa por iniciativa propia, sino porque algunos lo habían intentado desacreditar, comparándolo a otros que venían predicando por Corinto. Pablo no lo hace porque quiere enaltecerse, sino que lo hace sin ganas e hipotéticamente, diciendo: “Ciertamente no me conviene gloriarme …. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad.” Pablo estaba preocupado de que los de Corinto estaban mirando mucho el currículum de algunos para aprobar aquello que les estaban presentando; les dice:  “Miráis las cosas según la apariencia” (10:7). Y continúa diciendo en el capítulo 11: 3-5 “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis; y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles.” Ante el peligro de que los creyentes de Corinto fueran engañados por las apariencias, recibiendo otro evangelio que el que presenta la Biblia, Pablo defiende su sinceridad en el ministerio que Dios le había dado; y es que su seguridad no dependía de sus logros personales, sino de su Salvador, Jesucristo.  Él tenía logros de los que hablar. Su currículum podría incluir los siguientes textos:  2 Corintios 11:6 “aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado.” 11:9 “cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga,” 2 Corintios 11 (2-29), comparándose con los que habían venido para confundirlos con otras enseñanzas, el apóstol dice  “¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo. ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Pablo matiza en el 11:17:  “Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como en locura, con esta confianza de gloriarme.” Lo que debemos entender aquí es que la lista de logros y capacidades no es lo que Dios pide, y en ninguna manera impresionamos a Dios con nuestro currículum. Más bien, lo que Dios busca y alaba es nuestra disposición hacia Él y sus preceptos. Por eso concluye Pablo en el 10:17-18: “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.” Por lo que Pablo afirma en el 11:30: “Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad.” Aunque Pablo había pertenecido a la secta judía de élite más estricta, la de los fariseos, no se gloriaba ni en eso ni en que era judío de pura cepa. Pablo luchaba con un “aguijón en la carne;” Aunque no nos dice lo que era, sabemos que le molestaba mucho y que había pedido a Dios que lo librara de esto. Mas Dios le había dado una contestación negativa, diciéndole: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.“ (2 Corintios 12:9a) Pablo había decidido que aceptaría la negativa de Dios y tomaría este aguijón como un regalo por el cual podría glorificar a Dios. Su gloria estaba en Jesús. “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (dice Pablo en 2 Corintios 12:9b) A los creyentes de Galacia, en el 6:14, les dice: “lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Por lo tanto, ya que lo que de verdad importa es el fundamento de nuestra fe, Pablo acaba su carta con esta exhortación: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2 Cor. 13:5) Asegurémonos que nuestra fe está basada en Jesucristo, y que nuestra confianza está, no en nuestro currículum ni en nuestro pedigrí, sino en la obra de Cristo en la cruz.
    Escuchado 7m 55s
  • Corintios-113 Las armas del cristiano

    20 JUN. 2024 · Las armas del cristiano Cuando algunos criticaron a Pablo diciendo que estaba manipular a los cristianos de Corinto, este respondió con la Palabra de Dios, asegurándoles que en sí mismo, él no tenía ningun poder o autoridad. Cuando les llamaba la atención por algo, era siempre con el deseo de ver a cada creyente tener victoria y avanzar en su vida cristiana. Pablo utiliza un lenguaje militar para mostrarnos cómo el Señor nos ha equipado para ganar las batallas contra la carne.  2 Corintios 10:3-5 nos dice: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” ¿A qué armas se refiere el apóstol? Pablo hablará en Efesios de la armadura del cristiano, pero podemos identificar al Espíritu Santo de Dios como nuestro defensor y la Palabra de Dios como nuestra arma de ataque contra las fortalezas que se opongan a nuestro crecimiento espiritual.  Nos dice el texto que estas armas son poderosas. Cuando entramos en un argumento por nuestra cuenta, podemos usar nuestras propias fuerzas e ideas para intentar defender nuestra posición, mas el Señor nos dice que las armas espirituales son mucho más poderosas y eficaces que cualquier plan que podamos idear, porque tienen el poder de Dios.  El propósito de las armas que Dios nos ha dado es defender el conocimiento de Dios y promover nuestra obediencia a sus principios.  ¿Y cómo funcionan estas armas? Podríamos preguntarnos. Estas armas tienen como objetivo los pensamientos. En primer lugar, nos dice el texto que destruyen lo que se levanta en contra del conocimiento de Dios, ya sean argumentos de nuestra mente o la altivez del corazón. Además, estas armas también llevan cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Esto ocurre de forma que cuando desobedecemos, sentimos la necesidad de arrepentimiento y restauración, y cuando obedecemos, recibimos la confirmación divina de nuestra fidelidad a Dios.  Como humanos que somos, solemos darnos la gloria por las victorias en nuestra vida, y cuando sufrimos la derrota, miramos a Dios para pedir explicaciones. Sin embargo, estas batallas que experimentamos en nuestra mente o con otros, las ganamos de la mano del Señor, y toda la gloria de la victoria debe ser para Él. Pablo dice en 2 Corintios 10:17-18: “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor; porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.” En el capítulo 12 el apóstol confirma:  Ciertamente no me conviene gloriarme (12:1)...., Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.” Pablo sabía que no es que él no tenía logros personales por los que podría enaltecerse, mas reconocía que lo que teía, era por la gracia de Dios.  “Por tanto, (afirma Pablo) de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” Si entendemos que la victoria es posible gracias a Dios a través de las armas espirituales que Él nos ha dado, y confiamos en que cuando fallamos, podemos ir a Él en humildad, pidiendo otra oportunidad, podremos enfrentarnos a las batallas diarias de la vida con la determinación de agradar a aquel que tanto nos ama y que ha hecho posible la victoria. Disfrutemos cada día confiando en el Señor. 
    Escuchado 5m 44s
  • Corintios-112 Prosperidad y generosidad

    19 JUN. 2024 · Prosperidad y generosidad  La Palabra de Dios enseña una ética de trabajo en la que la remuneración es el resultado del esfuerzo. Al mismo tiempo, algunos textos bíblicos muestran un sistema de ayuda al necesitado. Esto no es contradictorio. No deberíamos utilizar textos bíblicos para defender un sistema capitalista ni tampoco ir al otro extremo para defender un sistema económico social comunista que elimina el principio establecido por Dios que dice “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”  Pablo clarifica los principios de prosperidad y generosidad en los capítulos 8 y 9, mostrándonos un ciclo precioso por el que el nombre de Dios es glorificado a través de los recursos que nos da diariamente y de la generosidad de sus hijos hacia los que en un momento dado sufren necesidad.  Así en el capítulo 9 encontramos los conocidos versículos sobre la generosidad: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;” (2 Corintios 9:7-8) Ejemplo de esto lo tenemos en Cristo, de quien leemos en el 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” Este principio de generosidad va dirigido al dador, y no al que recibe. El que recibe, nos dice al final del capítulo 9 debe en respuesta mostrar gratitud, dando gloria a Dios que provee para cada uno, reconociendo que es Dios el que da a cada uno. Y como leemos en el mismo texto,en otra ocasión el que ha recibido será el dador, según sea prosperado. Porque Dios ha diseñado un sistema en el que aquel que se esfuerza y trabaja, recibirá recompensa por su labor. Leemos en 2 Corintios 9:6:  “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” Encontramos el principio de la siembra y la siega en diversos textos bíblicos. Dios ha ordenado el universo de forma que por regla general, aquel que siembra, segará en correspondencia con aquello que ha sembrado.  Sin embargo, a causa de la caída y el sistema fallido con el que tenemos que vivir en este mundo, hay épocas en que una buena siembra no produce una buena cosecha. Hay momentos de crisis que provocan escasez, ya sea debido al clima, a una crisis sanitaria, e incluso la mala administración de los recursos. Lo cierto es que es muy probable que en algún momento de nuestra vida, pasemos estrechez. Y para esos momentos, Dios ha establecido que los que tienen más, puedan ayudar a los que tienen menos. Esto está organizado principalmente de forma voluntaria y entre cristianos, no necesariamente organizado por un gobierno u otro.  Pablo cita Éxodo 16:18 en el capítulo 8:15 de su carta, diciendo: “como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.”  Esta frase se está refiriendo al milagro de provisión de maná en el desierto. Los del pueblo recogían cada día lo que iban a comer, y al final del día, no había sobras. Esto no nos está enseñando que nosotros no podemos o no debemos ahorrar. Todo lo contrario. Pablo les está hablando en el mismo texto en cuanto a las ofrendas con las que van a ayudar a los que vendrán a predicar y a ayudarlos, recordándoles que deben recoger para tener cuando estos vengan. Dios premia al trabajador fiel, y como podemos ver en los evangelio, el mejor trabajador es aquel que invierte sus talentos para multiplicar sus recursos. Aquellos que mejor administren sus bienes tendrán más para poder bendecir a otros.  Pablo y otros estaban administrando las ofrendas, y los cristianos de Corinto podían aportar de sus recursos para ayudar a otros cristianos que estaban pasando estrechez. Mas Pablo les asegura que el reparto se está haciendo honrada y justamente. Les dice en los versículos 13 y 14: “Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad.” Debía ser un sistema en el que en un momento marcado de necesidad, aquellos que pudieran, dieran de lo que Dios les había dado; en otro momento podrían ser estos últimos los que necesitaran la ayuda de los demás. Mas en  2 Corintios 9:10-11 Dios nos recuerda quien es el que al fin y al cabo, provee para cada uno. Dice así:  “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.” Dios es el que provee la semilla al que siembra y el pan al que come. Dios es el que multiplica y aumenta nuestros recursos, y lo hace con liberalidad. Y de lo que él nos da podemos utilizarlo de manera que traiga gloria a Dios.  Este ciclo se explica en los versículos que le siguen, los cuales nos muestran cómo al dar para suplir las necesidades de otro, despertamos en estos agradecimiento a Dios por Su provisión, a la vez que ellos oran por aquellos que han dado para suplir su necesidad.  Pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles y agradecidos en la situación en la que nos encontremos en el momento, deseando dar la gloria a Dios con todo lo que nos da. 
    Escuchado 8m 28s
  • Corintios-111 Perfeccionando la santidad

    18 JUN. 2024 · Perfeccionando la santidad Como somos templo del Espíritu Santo, debemos salir de en medio de “ellos” y no tocar “lo inmundo,” dice 2 Corintios 6: 16-18 ¿Quienes son ellos? ¿Y a qué se refiere cuando dice que nos apartemos de lo inmundo? Esto incluye aquellas cosas que nos pueden ensuciar los pensamientos, así como cualquier persona que nos puede llevar hacia acciones o actitudes que son dañinas para nosotros. El texto expone que si somos morada del Espíritu Santo de Dios, debemos mantener el templo puro, libre de inmundicia. Aunque la promesa de la presencia de Dios en nuestras vidas debería ser suficiente incentivo para mantenernos puros, también disfrutamos en el día a día los beneficios de un cuerpo limpio y una mente pura. Por esto el primer versículo del capítulo 7 concluye con la siguiente exhortación: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” Este proceso de perfeccionamiento de la santidad no es ni lineal ni constante, pero sí debe ser dinámico. Un crecimiento lineal implicaría un aumento de santidad sin pasos atrás, pero la realidad es que hay momentos en nuestras vidas en que damos pasos en falso, y retrocedemos en nuestro bienestar espiritual. Mas como vemos en el capítulo 7 de 2 Corintios, cuando esto sucede, podemos recibir la corrección directa de la Palabra de Dios o a través de un hermano en la fe que nos para en nuestro descenso y nos ayuda a enfocar nuestra mirada en la meta y a dar pasos hacia ella. Pablo les dice en el 7:8-9: “Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó, ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.” Recuerda que Pablo les había escrito para llamarles la atención sobre algunos asuntos. Ellos podían haber respondido con mala actitud y a la defensiva. Pero no había sido así. Pablo dice que aunque les entristeció la llamada de atención, ellos habían reaccionado con arrepentimiento, por lo cual la tristeza de haber recibido la reprimenda había resultado en gozo. En el versículo 10 Pablo contrasta dos posibles reacciones que podemos tener frente a la reprimenda; dice así: “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” Así que, cuando nos desviamos del camino hacia la meta, y recibimos corrección ya sea directamente de la Palabra o a través de alguien que viene a nosotros con la verdad de la Biblia, podemos reaccionar con una tristeza que nos lleva al cambio genuino, y que produce salvación y gozo, o podemos responder con una tristeza que no produce cambio de dirección, sino que nos acelera en amargura hacia la destrucción. Los de Corinto habían escogido la primera, y habían atendido a la reprensión de Pablo y la dirección de Tito. Esto les había llevado en la dirección correcta hacia la perfección de la santidad en Dios. Así como el proceso de perfeccionamiento no es lineal, tampoco es constante. Habrá momentos de mayor crecimiento, y momentos en los que el cambio parece más lento. Habrá momentos en que experimentamos un estirón en el crecimiento espiritual, y otras temporadas en las que nos iremos afirmando en aquello que hemos aprendido. Cada creyente va a su ritmo, y pasa por diferentes etapas en diferentes momentos de su vida. Algunos acaban de recibir la semilla, otros están siendo regados, otros ya muestran el fruto de esta temporada de su vida y algunos están en proceso de maduración. Cada etapa es necesaria y cada etapa se repite en diferentes momentos de una vida. Este crecimiento, si no lineal y no constante, siempre debe ser dinámico. ¿Qué quiere decir esto? Que no se para, que no se estanca. Cuando no hay actividad en nuestra vida espiritual, cuando no hay ni crecimiento, ni fortalecimiento, ahí es cuando hay peligro de que en realidad no haya vida. La vida cristiana debe evidenciar un proceso de perfeccionamiento de santidad. Pidamos a Dios que nos ayude a identificar el estado en el que estamos y con Su ayuda, a comenzar a avanzar en el proceso.
    Escuchado 6m 57s
  • Corintios-110 Intercambio y colaboración

    17 JUN. 2024 · Intercambio y colaboración Me resulta interesante conectar los últimos versículos de un capítulo con el primero del siguiente, porque a menudo el pensamiento continúa de uno al otro, y nos perdemos una bendición al separarlos. Leamos la transición entre el capítulo 5 y el 6 de 2 Corintios:  “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.” Hay una canción cristiana titulada “Su manto por el mío” en la que se canta cómo Cristo se quitó su capa de justicia para dármela a mí, y llevó sobre Él mi manto de injusticia. En la cruz hubo un intercambio no equitativo, en el que mi pecado fue derramado sobre el inocente, y su santa justicia se derramó para cubrir mi mal. Habiendo recibido esa gracia, la primera frase del capítulo 6 me exhorta a vivir de forma que esa gracia de Dios derramada a mi favor no sea en vano. Si habiendo recibido tal intercambio decido vivir como si nada hubiera ocurrido, estaría menospreciando el sacrificio de Cristo en la cruz.  Dios anunció que el día de salvación venía, y Pablo declara “He aquí ahora el día de salvación” (6:2). Cristo vino y nos ha ofrecido la gracia inmerecida de Dios. Ahora nosotros podemos disfrutar de la justicia de Dios en Cristo.  Es por eso que Pablo puede decir que vive por encima de los ataques diarios de nuestra propia carne o de las injustas valoraciones que cualquiera pudiera hacer. En los versículos 8-10 presenta los siguientes contrastes:  “por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.” Eran colaboradores de Dios, incluso cuando algunos los vieran de forma errónea. Podrían verlos como personas sin honra, podrían tener mala fama por seguir a Cristo, podrían pensar que lo que anunciaban era falso, podrían sufrir ignominia, podrían sufrir en sus carnes y pasar por momentos muy tristes, podrían sufrir escasez material, mas ellos sabían que lo poseían todo, pues tenían a Cristo de su lado. En Él podían disfrutar de honra, buena fama ante Dios, conocidos por Dios, vivos y gozosos, enriqueciendo a otros por la gracia de Dios. Era por esto que podían vivir, como dice en el versículo 4 y hasta el 7:  “en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;” De la misma manera, esta invitación a colaborar se nos ha extendido a nosotros. El manto de Jesús ha llegado a ser el nuestro si la justicia de Cristo ha llegado a ser nuestra por la fe. Habiendo sidos hechos justicia de Dios en Él, aceptemos ser colaboradores de Dios, viviendo una vida digna de la obra de Cristo en nuestro lugar.   ¿Cómo? Apartándonos de los mantos de inmundicia que ya hemos depositado a los pies de la cruz, y viviendo en la justicia recibida en su lugar. Por esto cita el apóstol las palabras del Antiguo Testamento:  “Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:     Habitaré y andaré entre ellos,     Y seré su Dios,     Y ellos serán mi pueblo. m Por lo cual: Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo;  Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” ¡Qué maravilla de plan de vida! Hijas del Todopoderoso, colaboradoras de la gracia de Dios a la humanidad. Esta es la vida que Dios nos ha dado aquí en la Tierra, mientras aguardamos la glorificación y la entrada a la vida eterna con Cristo.
    Escuchado 6m 36s
  • Corintios-109 La nueva vida

    14 JUN. 2024 · La vida nueva “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17 En Cristo, somos nuevas criaturas. Los beneficios finales y completos los veremos en el momento de glorificación, cuando nuestros cuerpos mortales den paso a los eternos, mas ya hemos sido declaradas nuevas criaturas. ¿Cómo sabemos que somos una nueva creación, que hemos nacido de nuevo, que la gracia y el don de la justificación son reales en nuestra vida? 2ª a los Corintios 5:15-18 dice así: “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA ES; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;” Este texto habla de una obra de Dios, no de logros humanos. Fíjate en los verbos: nos reconcilió, nos dio, nos encargó. Y dice el versículo 18, “todo esto proviene de Dios”. Osea, somos nuevas criaturas, habiendo confesado a Dios nuestro pecado y recibido la obra de Cristo, y se hace evidente en que hay un cambio en nuestra vida. Las cosas viejas han pasado, y lo que ahora hay en nuestra vida (1) es nuevo, (2) y es de DIos y no nuestro. Muchos piensan que uno es salvo de su pasada manera de vivir para intentar cada día hacer buenas obras. Sin embargo es más la idea de que al ser reconciliadas con Cristo (versículos 18 y 19), nos asombramos nosotros mismos de que aquello que antes nos dominaba ya no nos domina. No que seamos perfectas, pero vamos viendo que el pecado que antes nos atraía, ahora nos desagrada. Lo que parecía que no conseguíamos hacer en nuestras fuerzas sin Cristo, ahora en Cristo es posible. Las cosas son hechas nuevas, “y todo esto proviene de Dios.” El apóstol lo expresa así en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” ¿Quién vive, tú o Cristo? ¿Quién manda en tu vida, tú misma, o eres una nueva criatura? Si eres una nueva creación, si has confesado tus pecados y la gracia y el don de la justificación te han hecho una nueva criatura, entonces nos enseña la Palabra que lo que vives ahora en la carne lo vives en la fe del Hijo de Dios. No estás sola ante la tentación; no estás sola en la prueba. Hoy mismo examina tu vida para ver si has sido reconciliada con Cristo. Si es así, eres una nueva criatura, ya no vives tú; ahora es el momento de que Cristo sea reflejado en tu andar diario. Quizás hace tiempo que confesaste tu pecado y abrazaste la salvación de Cristo, pero luchas con dejarle a Cristo llevar las riendas de tu vida. ¡Cuidado! Eso no es el plan de Dios. Según estos versículos, rendimos nuestra vida en el momento de la salvación, pero debemos seguir rindiéndola cada día. Leemos en los evangelios que Jesús “decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23 Nueva criatura en el Señor, toma tu cruz cada día, dale las riendas de tu vida al Señor, “el cual te amó y se entregó a sí mismo por ti,” y síguelo.
    Escuchado 5m 49s
  • Corintios-108 Vasos de barro

    13 JUN. 2024 · Vasos de barro Si tuvieras que guardar algún tesoro, ¿dónde lo guardarías? En el capítulo 4 de 2 Corintios leemos que el tesoro de la gloria de Dios, la misma imagen de Dios, no se encuentra guardada en preciosos jarrones de cristal, ni vasijas de metales preciosos, sino en vasos de barro. No es la primera vez que Dios utiliza la imagen del alfarero para ilustrar que somos creación suya. Vasos de barro, frágiles, rudos, de más valor sentimental que material; eso somos nosotros. Nuestro valor lo llevamos en el interior, en el valor que Dios mismo nos ha dado al soplar su imagen en nosotros, al entregarnos su Espíritu en el momento de la salvación. Estos vasos de barro, nuestros cuerpos, sufren los achaques de la vida, mientras el Espíritu nos sigue dando aliento. Pablo lo expresa en estas palabras: “estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2 Corintios 4:8-10) Si ya vimos que en el sufrimiento podemos experimentar consolación, veamos ahora cómo el sufrimiento nos recuerda que tenemos una esperanza futura que vale la pena. Todos estamos dispuestos a padecer un poco cuando los resultados de nuestro padecimiento valen la pena. Podemos pasar un poco de hambre o sudar la gota gorda, siempre y cuando al final notemos los resultados. Podemos estudiar arduamente si sabemos que al final del esfuerzo nos espera una titulación o un trabajo seguro. Con la meta deseada en el horizonte, podemos esforzarnos y sufrir sin desmayar, anticipando con esperanza aquello que deseamos. Así podemos resistir en los momentos de prueba “sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. (dice el apóstol) Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.” Pablo lo expresa así en 2 Corintios 4 y 5: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” Vasos de barro que con el tiempo y el uso se van desgastando. Nos agrietamos; la vida nos da golpes y nos dañamos. Mas un día pasaremos a tener cuerpos nuevos y duraderos. Moradas terrestres, tiendas perecederas donde habitamos temporalmente, pero que se transformarán un día en un edificio eterno, no hecho de manos. Esta esperanza cierta nos permite sobrellevar los momentos difíciles que enfrentamos en la vida. Cuando pases por momentos difíciles, recuerda tres cosas que Dios quiere: (1) Dios quiere que renovemos nuestro ser interior día a día a la luz de la Palabra. (2) Dios quiere que tengamos una visión correcta de este mundo, recordando que esto que aquí nos parece tan importante, es tan solo la antesala de lo que está por venir, y por lo tanto, (3) Dios quiere que mantengamos una visión correcta de la gloria venidera. Tenemos el consuelo que Dios ofrece en el momento de la prueba, y además, tenemos la esperanza de la morada eterna con nuestro Salvador. Nos encantaría no tener que sufrir el desgaste. Como Pablo expresa en el capítulo 5 versículo 4, no tener que desvestirnos de este cuerpo para vestirnos del nuevo. Pero el proceso natural no es este; a menos que Cristo venga en las nubes para rescatar a los suyos durante nuestra vida terrenal, este cuerpo se desgastará, tendrá que ser desnudado, tendremos que experimentar la muerte física, mas tenemos la seguridad de que un día compareceremos ante el tribunal de Cristo, y entonces los que hemos confiado en la justificación de Cristo, seremos revestidos, esta vez con de un cuerpo eterno e indestructible, Es raro imaginarlo, mas no olvidemos que es cierto. Dios lo ha dicho, y así será.
    Escuchado 7m
  • Corintios-107 Cartas de Dios

    12 JUN. 2024 · Cartas de Dios En el capítulo 3 de 2 Corintios, cuando Pablo está defendiendo su apostolado, comenta que no necesitaba cartas de recomendación, porque los propios cristianos de Corinto eran sus cartas. Dice en los versículos 2 y 3: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” ¿Cómo somos nosotros los creyentes cartas ante otros? Pablo hace referencia a la gloria que Dios mostró en el monte Sinaí, cuando entregó las tablas de la ley por medio de Moisés. Cuando Dios se le manifestó en el monte Sinaí, Moisés volvió con tal resplandor en su cara que el pueblo no podía mirarlo. Este se colocó un velo que lo cubría hasta que el reflejo de la gloria de Dios se desvaneciera. Este reflejo de gloria era pasajero, nos dice Pablo en el versículo 7. Esta gloria pasajera de la que leemos en los libros de Moisés es un mero destello de la gloria que produce la transformación del Espíritu Santo en nuestras vidas. La entrega de la ley mostraba al pueblo la condenación, dejando claro que nadie podría alcanzar la gloria por el cumplimiento de la ley, ya que ninguno puede cumplir la ley enteramente. Así que Dios en su bondad ha provisto acceso a Dios por el ministerio de la justificación, llevado a cabo por nuestro Salvador Jesucristo. Este produce una gloria eterna, a diferencia de aquella primera gloria que el pueblo de Dios pudo contemplar. Dice así Pablo: “Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.” Moisés cubría su rostro hasta que la gloria de Dios pasara, mas Pablo dice a sus oidores que incluso aún el pueblo seguía con el velo puesto, incapaces de comprender el misterio de la justificación por fe. Pablo se lamenta en los versículos 14-16, “Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” Dice Pablo Ocurre incluso hoy en día. Existe un velo que hace que muchos judíos no vean la justificación en Cristo. Y esto no sólo ocurre a los judíos. Ese mismo velo hace que muchos no entiendan que la justificación de Cristo es únicamente accesible a través de la fe, y no por obras. Cristo es el único acceso a la gloria de Dios. Los propios creyentes de Corinto eran ante el pueblo cartas de Dios, que mostraban este ministerio de justificación, predicado por los apóstoles, pero hecho posible únicamente por Cristo. Las vidas de cada uno de los cristianos debían ser cartas que cualquiera pudiera leer y volverse al Señor. En la conversión al Señor, el velo es quitado, permitiendo al creyente ver la gloria de Dios incluso en esta vida. El apóstol acaba el capítulo dándonos la preciosa imagen de este proceso en nuestras vidas: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” Cartas abiertas, que llevan al lector a desear y disfrutar la gloria de Dios.
    Escuchado 5m 41s

Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con...

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Reflejos de su gloria es un programa que tiene como objetivo compartir las enseñanzas de las Escrituras, celebrando la gloria de Dios, con el deseo de reflejar su carácter con cada enseñanza.
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