Corintios-105 La consolación

10 de jun. de 2024 · 5m 49s
Corintios-105 La consolación
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La consolación En el primer capítulo de la epístola a los Corintios, Dios nos muestra una bendición detrás del sufrimiento. No nos gusta sufrir, y sin embargo, el sufrimiento es...

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La consolación

En el primer capítulo de la epístola a los Corintios, Dios nos muestra una bendición detrás del sufrimiento. No nos gusta sufrir, y sin embargo, el sufrimiento es común a cada uno de nosotros. Pero podemos preguntarnos: ¿Por qué permite Dios que suframos?

Entendemos que el pecado entró en el mundo a causa de la decisión del hombre. Y por el pecado vino la maldición. En este sentido entendemos que hay sufrimiento y muerte en este mundo a pesar de la bondad de Dios. Pero ¿por qué permitiría Dios que los que vivimos la vida cristiana suframos? A veces incluso tenemos la sensación de que sufrimos más que los demás.

¿Qué bendición secreta puede estár escondida en situaciones de sufrimiento? Pablo escribe esto a los corintios: 2 Cor. 1.3-6

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.
Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.

Este texto nos asegura que cuando sufrimos, Dios está con nosotros. Nos lleva a entender que Dios permite que suframos para que podamos experimentar su consolación. Así, cuando alguien a nuestro alcance pase por una situación similar, podremos consolarlos con la misma consolación con la que Dios nos ha consolado a nosotros.

Pablo había sufrido (y había causado sufrimiento); podríamos decir que era un experto en la materia. En cada aflicción, había experimentado la consolación de Dios, y aquí está animando a los corintios a practicar una dinámica de consuelo, experimentando la consolación y consolando. Así como Dios nos consuela en la aflicción, Dios espera que consolemos a otros en su aflicción.

En el momento de la aflicción, es difícil parar a analizar en qué manera estamos siendo consolados por Dios directamente y por otros. En la Biblia se nos presenta al Espíritu Santo como El Consolador. Si podemos ser capaces de parar y notar la consolación que experimentamos en los momentos difíciles, comenzaremos a experimentar el ciclo de la consolación. El primer paso es apreciar conscientemente cómo somos consolados. Luego, cuando llegue el momento en que otro esté pasando por un momento difícil, podremos pedir a Dios que seamos sabios y sensibles a la situación, para comportarnos de forma que la otra persona pueda sentir el apoyo y consolación. Notemos que no se trata de irrumpir para contar nuestra situación personal. Muchas veces hacemos esto, y sin darnos cuenta, estamos desviando la atención hacia nosotros. Esta no es la idea de consolación que Dios quiere comunicar, pero es lo que más fácil nos resulta. Dios ve, escucha, y en sabiduría conforta. Nosotros, imitando a Dios, podemos practicar lo mismo: observar, escuchar y ofrecer la sabiduría de la Palabra de Dios.

¿En qué situaciones difíciles te has visto involucrada? A veces queremos olvidarlas, pero es de provecho recordarlas. Haz un esfuerzo que vale la pena; analiza tus situaciones de aflicción o sufrimiento para notar las maneras en las que el Señor te ha mostrado Su presencia y la forma en que otros te han sido de consuelo. ¿Recuerdas cómo te consoló el Señor? ¿Recuerdas de qué modo te sentiste animada o consolada? Te animo a comenzar ese ciclo y practicar la consolación en tu vida diaria, y verás lo que Dios hace en ti y a través de ti.
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Autor David y Maribel
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