Hay que reconocer que el sanchismo presenta elementos muy singulares en su concepción negociadora. No creo que sirva como caso en las escuelas de negocios, aunque entre sus hagiógrafos y escribidores podrían encontrar a alguien que quiera hacer méritos escribiendo una tesis doctoral. Un ejemplo lo encontramos en sus pintorescas relaciones con el PP, que responden a la pauta común de los dirigentes e inspiradores del Grupo de Puebla. No hay más que ver el comportamiento que han mantenido o mantienen esos paladines de la democracia como Kirchner, Lula da Silva, Ortega, los hermanos Castro… con la oposición. No les gusta su existencia. Por ello, la persiguen o la ignoran, como hace Pedro Sánchez. Mientras tanto, lo habitual es escuchar o leer a la izquierda mediática pidiendo que el PP rompa con Vox y se avenga a firmar pactos de Estado. Es decir, que sea el tonto útil. El Gobierno presenta unilateralmente unos reales decretos que negocia consigo mismo. Tras remitirlos al Congreso utilizando la lamentable técnica legislativa de la excepcionalidad se encuentra
con que no tiene los votos suficientes. No le bastan los palmeros habituales, porque Junts se ha descolgado de la mayoría sanchista.