El reciente fervor de Sánchez como constructor es equiparable a Nabucodonosor II el Grande que consiguió convertir Babilonia en una de las maravillas del mundo antiguo. Con el histórico rey de la dinastía caldea le une su relevancia histórica y política, tanto nacional como internacional. Es cierto que le falta una obra singular como fueron los famosos Jardines Colgantes, que eran una de las Siete Maravillas junto a la Pirámide de Keops, el Templo de Artemisa, la Estatua de Zeus, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. He de reconocer que me gustan mucho las grandes obras arquitectónicas o de ingeniería que han sobrevivido al paso del tiempo. Los casi doscientos mil pisos que ha anunciado no son equiparables al Taj Majal, pero Sánchez no es un emperador mogol.
Hace lo que está en sus generosas manos y resolverá el problema de vivienda de nuestros hijos. He recopilado algunos de los divertidos sobrenombres que ha recibido tras su compromiso electoral. Por el ataque durísimo que emprendió contra Ferrovial, algo insólito en la UE, me gusta «Pedrovial».