Filipenses-128 Enemigos de la cruz

11 de jul. de 2024 · 6m 23s
Filipenses-128 Enemigos de la cruz
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Enemigos de la cruz Aunque muchos no buscan a Dios, creo que podríamos decir que la mayoría de las personas no se considerarían a sí mismos como enemigos de la...

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Enemigos de la cruz

Aunque muchos no buscan a Dios, creo que podríamos decir que la mayoría de las personas no se considerarían a sí mismos como enemigos de la cruz. Esa terminología suena muy fuerte. Se podría aplicar a los que persiguen a los cristianos para destruirlos, o a aquellos que les hacen la vida imposible, pero no para el ciudadano de a pie. La mayoría diría que la religión puede ser beneficiosa en moderación, si es para hacer el bien, mas no consideran que ellos la necesiten.

¿Pero qué dice la biblia en cuanto a esto? ¿Quienes son los enemigos de la cruz? Filipenses 3:18-21 advierte: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Pablo presenta un contraste entre los enemigos de la cruz y los seguidores de Cristo, y no parece dejar margen para aquellos que no son ni uno ni otro. Este contraste ya lo había hecho antes, cuando hablaba de las obras de la carne y las obras del Espíritu. También ha hablado de lo terrenal y lo celestial en 1 Corintios 15, y hablará también a los Colosenses del cuerpo terrenal y el espiritual. Santiago también contrasta la sabiduría terrenal con la celestial, no dando lugar a otro tipo de sabiduría.

Siguiendo esta dicotomía debemos concluir que aquellos que no tienen la ciudadanía en los cielos, que no viven esperando al Salvador, se encuentran en ese primer grupo que Pablo describe como enemigos de la cruz de Cristo. Sé que hay personas que son amigos del cristianismo, porque reconocen que con la filosofía cristiana el mundo funciona más ordenadamente. Mas Pablo describe a los enemigos de la cruz como aquellos que "adoran el vientre, y cuya gloria es su vergüenza". Está describiendo a los que solo piensan en satisfacer los deseos del cuerpo, viviendo para comer y beber, y disfrutar de los placeres de la vida. No es que comer y beber y disfrutar la vida sea malo, pero estas personas solo piensan en lo terrenal, en el aquí y ahora, y no tienen tiempo para pensar en las cosas celestiales. No quieren perder ni un minuto de su tiempo aquí en la Tierra para considerar el estado de su alma ni lo que les espera después de la muerte. Solo tienen tiempo para las cosas de esta tierra. A estos les llama el apóstol enemigos de la cruz, y nos dice que su destino final es la perdición. Ellos no recibirán el supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús al final de la carrera de la vida. Habrán corrido, pero hacia la perdición.

En lugar de vivir para Cristo, habrán vivido para ellos mismos, y la llegada a la meta será triste, pues todo para lo que han vivido se quedará a este lado, y lo único que encontrarán a la llegada será perdición, lejos de la presencia de Cristo.

No quisiera sonar pesimista ni catastrófica, pero quisiera comunicar ese sentimiento de urgencia que he sentido al leer el texto en Filipenses 3. Pablo quería proteger a estos cristianos de los enemigos de la cruz, pero muchas veces nosotras mismas podemos mostrar características que nos identificarían con estos. Si decimos con Pablo “Para mí el vivir es Cristo”, no podemos vivir el día a día pensando en lo material solamente, lo que comeremos, lo que haremos, lo que lograremos. Si de verdad vivimos en Cristo, lo demás debe ocupar menos importancia en nuestras vidas. Yo debería cuidar mi alma más, y no dar tanta importancia a las cosas terrenales. Debería prepararme para reaccionar mejor a las decepciones diarias, y debería pasar más tiempo con Dios, y no esperar a llegar a la gloria. Al final de la carrera me espera el Salvador, pero puedo correr el curso de su mano. No quiero que se me confunda con un enemigo de la cruz.
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Autor David y Maribel
Organización David y Maribel
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