Hebreos-149 El regalo de la salvación
11 de oct. de 2024 ·
5m 46s
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Descripción
El regalo de la salvación El libro de Hebreos presenta la importancia de la salvación, el regalo de Dios a la humanidad. Puede que te preguntes: ¿Salvación? ¿De qué? ¿Por...
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El regalo de la salvación
El libro de Hebreos presenta la importancia de la salvación, el regalo de Dios a la humanidad.
Puede que te preguntes: ¿Salvación? ¿De qué? ¿Por qué? ¿Para qué?
Desde el principio, Dios ha presentado la necesidad que tiene el ser humano de un Salvador. A pesar de que Dios creó un mundo perfecto para gente perfecta, Dios dio al ser humano libertad de pensamiento y de elección. Y como es sabido, todo grado de libertad viene siempre acompañado de responsabilidad. Cuando Adán —y tras él, cada ser humano— eligió desechar el camino de Dios para seguir su propio camino, la humanidad entró en una espiral de decepción y dolor que siempre acaba en la muerte. Esto es lo que Dios había advertido a Adán cuando le marcó una única restricción en Edén, no comer de uno de los árboles del huerto. La desobediencia a esta sencilla norma marcaría la caída del hombre y abriría la puerta al Mesías; Dios encarnado vendría a la Tierra para salvar a cada pecador que arrepentido fuera a Cristo para salvación. Este mensaje ha sido predicado a través de la historia, y ha salvado a muchos del abismo del mal, dando la promesa de la vida eterna y la paz con Dios.
El autor de Hebreos avisa de la importancia de atender al mensaje que ha sido anunciado por los profetas y que ha sido proclamado en la persona de Jesucristo, el propio autor de la salvación. Y si no atendemos al mensaje del evangelio para apropiarlo a nuestro ser, corremos el riesgo de deslizarnos, como advierte Hebreos 2. ¿Qué triste sería que habiendo oído, alguien no alcanzara la salvación por descuidar el mensaje de salvación de Cristo.
La salvación eterna ha sido anunciada por el Señor, proclamada por los que ya han oído y atendido, y como vimos en el libro de los Hechos, evidenciada a través de señales, prodigios y milagros, así como del repartimiento inicial del Espíritu Santo. La veracidad del mensaje y el poder de Dios nos dan la seguridad de nuestro destino eterno.
Esta salvación no es ni gratuita ni caprichosa. Dios, como indica Hebreos 2:2, nos enseña que toda transgresión recibe su justa retribución. Esto quiere decir que el Dios Justo da la retribución merecida a cada cual. En Romanos leíamos que la paga del pecado es muerte. Tan solo una de nuestras transgresiones es suficiente para condenarnos, mas lo cierto es que no podemos vivir un día entero sin pecar contra Dios y nuestro prójimo. Nuestra merecida retribución es muerte eterna, mas Cristo murió para que nosotros no tengamos que morir. Así es como Dios ha provisto la salvación para cada uno de nosotros. Cristo ha pagado nuestra salvación. Está disponible para cualquier persona, sin importar lo que esta haya hecho. Ni las obras buenas ni las obras malas nos pueden ayudar a alcanzar esta salvación, pues Dios lo ha diseñado para que no sea por nuestro propio mérito, sino por el mérito de Cristo. A través de Él, y con la única condición de plena confianza en Él, puede cualquier persona ir a Dios y disfrutar del perdón y la vida eterna. Esta es la salvación que el autor de Hebreos nos ruega que no descuidemos, por nuestro propio bien, porque “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” Vayamos al Salvador, como nos dice Hebreos 4:6: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
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El libro de Hebreos presenta la importancia de la salvación, el regalo de Dios a la humanidad.
Puede que te preguntes: ¿Salvación? ¿De qué? ¿Por qué? ¿Para qué?
Desde el principio, Dios ha presentado la necesidad que tiene el ser humano de un Salvador. A pesar de que Dios creó un mundo perfecto para gente perfecta, Dios dio al ser humano libertad de pensamiento y de elección. Y como es sabido, todo grado de libertad viene siempre acompañado de responsabilidad. Cuando Adán —y tras él, cada ser humano— eligió desechar el camino de Dios para seguir su propio camino, la humanidad entró en una espiral de decepción y dolor que siempre acaba en la muerte. Esto es lo que Dios había advertido a Adán cuando le marcó una única restricción en Edén, no comer de uno de los árboles del huerto. La desobediencia a esta sencilla norma marcaría la caída del hombre y abriría la puerta al Mesías; Dios encarnado vendría a la Tierra para salvar a cada pecador que arrepentido fuera a Cristo para salvación. Este mensaje ha sido predicado a través de la historia, y ha salvado a muchos del abismo del mal, dando la promesa de la vida eterna y la paz con Dios.
El autor de Hebreos avisa de la importancia de atender al mensaje que ha sido anunciado por los profetas y que ha sido proclamado en la persona de Jesucristo, el propio autor de la salvación. Y si no atendemos al mensaje del evangelio para apropiarlo a nuestro ser, corremos el riesgo de deslizarnos, como advierte Hebreos 2. ¿Qué triste sería que habiendo oído, alguien no alcanzara la salvación por descuidar el mensaje de salvación de Cristo.
La salvación eterna ha sido anunciada por el Señor, proclamada por los que ya han oído y atendido, y como vimos en el libro de los Hechos, evidenciada a través de señales, prodigios y milagros, así como del repartimiento inicial del Espíritu Santo. La veracidad del mensaje y el poder de Dios nos dan la seguridad de nuestro destino eterno.
Esta salvación no es ni gratuita ni caprichosa. Dios, como indica Hebreos 2:2, nos enseña que toda transgresión recibe su justa retribución. Esto quiere decir que el Dios Justo da la retribución merecida a cada cual. En Romanos leíamos que la paga del pecado es muerte. Tan solo una de nuestras transgresiones es suficiente para condenarnos, mas lo cierto es que no podemos vivir un día entero sin pecar contra Dios y nuestro prójimo. Nuestra merecida retribución es muerte eterna, mas Cristo murió para que nosotros no tengamos que morir. Así es como Dios ha provisto la salvación para cada uno de nosotros. Cristo ha pagado nuestra salvación. Está disponible para cualquier persona, sin importar lo que esta haya hecho. Ni las obras buenas ni las obras malas nos pueden ayudar a alcanzar esta salvación, pues Dios lo ha diseñado para que no sea por nuestro propio mérito, sino por el mérito de Cristo. A través de Él, y con la única condición de plena confianza en Él, puede cualquier persona ir a Dios y disfrutar del perdón y la vida eterna. Esta es la salvación que el autor de Hebreos nos ruega que no descuidemos, por nuestro propio bien, porque “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” Vayamos al Salvador, como nos dice Hebreos 4:6: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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