Hechos-073 No solo judíos
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Descripción
Hechos 9-11 “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.”...
mostra más“Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.” Hechos 9:31
Durante este tiempo de paz y edificación en las iglesias de Judea, Galilea y Samaria, los creyentes andaban en el temor, no de hombres, sino de Dios, y estaban siendo fortalecidas por el Espíritu Santo.
Pedro salió de Jerusalén para ir a visitarlas, compartiendo y mostrando el poder de Dios. Los de Lira y Sarón vieron andar a Eneas, el que había permanecido paralítico durante ocho años, y los de Jope vieron a la joven Dorcas recobrar la vida cuando ya la habían dado por muerta.
Muchos vieron y creyeron, no por los beneficios físicos de los milagros, sino porque reconocían el poder que había obrado en Jesús para resurrección. Este mismo poder estaba entre ellos, obrando aquello que ningún hombre podía hacer. Los hombres que los perseguían podrían quitarles la vida. Pero el único que puede dar la vida se había ofrecido para dar vida a cada uno que en Él confiara. ¡Qué bello mensaje!
Pedro se quedó en Jope un tiempo, en casa de Simón el curtidor. Y lemos en el capítulo 10 de Hechos que en la ciudad de Cesarea había un centurión que tenía temor de Dios. No sabemos si había seguido la trayectoria de Jesús o si había aprendido sobre el poder de Dios Padre durante el tiempo que había estado trabajando para el ejército en la región judía. Pero Cornelio oraba a Dios, lo cual los romanos no hacían, y ayudaba con limosnas a los pobres de la zona, mientras que los romanos solían aprovecharse de los judíos.
Dios, que no descuida al que lo busca, preparó un encuentro entre Pedro y Cornelio que transformaría la vida de ambos.
Por un lado, estando Pedro en la azotea de la casa de Simón el curtidor, mientras esperaba la hora de bajar a comer, vio una visión del cielo—na sábana como un lienzo que bajaba atada de las cuatro puntas, llena de animales, cuadrúpedos terrestres, reptiles y aves del cielo. Pero más extraño que la visión en sí fue la voz que oyó del cielo que decía: “Levántate, Pedro, mata y come.”
¡No!, ¡nunca! Pedro no comería de estos animales, por mucha hambre que tuviera! Estos eran animales que la ley judía clasificaba como inmundos, y Pedro, como buen judío, no comería de estos. Pero Dios le dijo estas palabras: “Lo que Dios limpió no lo llames tú impuro” Tres veces la voz de Dios le ofreció estos animales para comer, y tres veces tuvieron este intercambio de palabras Dios y Pedro. Y el lienzo desapareció.
Pedro estaba perplejo con lo que esto significaba para él. Pero pronto lo pudo descubrir.
Dios había dado instrucciones a Cornelio, un centurión romano, de ir hasta Jope a buscar a Pedro. Este envío a sus hombres diciendo: ”Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.” (Hechos 10:22)
Este hombre que no era judío estaba buscando a Dios, y Dios quería que Pedro lo guiara a los pies de Cristo. Cornelio había enviado a tres de sus hombres hasta Jope para que Pedro fuera con ellos a su casa.
Ya les había costado a los cristianos judíos aceptar que Pablo el perseguidor hubiera sido transformado por la obra de Dios, pero al menos Pablo era judío. Ahora venía un romano queriendo conocer a Dios, pero no pertenecía al pueblo elegido de Dios. ¿Podía este disfrutar del regalo de Cristo?
Pedro,recordando la visión que había tenido en la azotea, los hospedó, recordemos que Pedro había estado esperando con hambre la hora de comer. Al día siguiente, habiendo preparado sus cosas fue con estos tres hombres hasta Cesarea.
Cuando Pedro entró en casa de Cornelio, este, emocionado, se postró ante Pedro, pero Pedro inmediatamente le pidió que se levantara diciendo: diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.” Había en la casa muchos reunidos, que querían escuchar el mensaje de Pedro.
Este comenzó con lo que Dios le había enseñado a Él: “Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?”
A Pedro Dios le había mostrado que a nadie debía considerar “inmundo” o no digno del evangelio. Y ahora estaba dispuesto a atender a las necesidades de estos que estaban ahí reunidos. Su mensaje era el evangelio de Jesucristo. Dijo Pedro: “Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” (Hechos 10:36) Les habló de su muerte y resurrección, de la entrega del Espíritu Santo, y de la misión a los cristianos, diciendo: “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” (Hechos 10:42-43) Y los que allí estaban creyeron y fueron bautizados.
Y así fue como los cristianos judíos, habiendo oído de Pedro lo ocurrido “glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! (Hechos 11:18)
Y muchos judíos, romanos, griegos y de otros pueblos oyeron y creyeron, agregándose a la iglesia de Cristo. Gracias a Dios porque no hace distinción de personas. Me ofreció salvación a mí, y ti, y a todo aquel que en Él cree.
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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