Hechos-074 Viajes de esperanza
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Descripción
Viajes de esperanza (Hechos 13-20) Cuando en una iglesia local el Señor permite que haya varias personas totalmente dedicadas, algo muy precioso puede ocurrir. El capítulo 13 de Hechos comienza...
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Cuando en una iglesia local el Señor permite que haya varias personas totalmente dedicadas, algo muy precioso puede ocurrir. El capítulo 13 de Hechos comienza contándonos como había “en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.”
Todos estos eran hombres que habiendo conocido a Cristo, estaban preparados para enseñar a otros. Nos dice el texto que el Espíritu Santo apartó a Bernabé y a Saulo para que saliendo de Antioquía, fueran a diferentes lugares a enseñar la Palabra. Y así fue como comenzaron los viajes misioneros del apóstol Pablo, al que hasta ahora se le había llamado Saulo, sí, el de Tarso.
En un primer viaje fueron Bernabé y Pablo hacia la costa y se embarcaron rumbo a Chipre donde predicaron en las sinagogas y presentaron el evangelio al procónsul en Pafos. De allí cruzando a lo que hoy es Turquía, pasaron por Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia, donde los principales de la sinagoga invitaron a Pablo a compartir unas palabras. Este aprovechó esta ocasión para presentar el evangelio comenzando desde el Antiguo Testamento y yendo hasta el cumplimiento de la promesa en Cristo, acabando con una invitación a la justificación y el perdón de pecados para todos los judíos que allí estaban. Nos dice el versículo 42 que “Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas.” Y así fue como casi toda la ciudad pudo escuchar el mensaje y muchos fueron salvos. Tuvieron que salir de allí porque hubo oposición de parte de algunos judíos, pero Bernabé y Pablo salieron gozosos por lo que Dios había hecho. Encontraron la misma variedad de respuesta al predicar en los lugares que pudieron visitar; desde querer adorar a Bernabé y a Pablo como si estos fueran dioses, hasta querer matarlos. En Listra Pablo fue apedreado por causa de algunos judíos que levantaron falsas acusaciones, pero Dios lo sanó y pudieron volver por los lugares donde habían predicado, animando a los nuevos creyentes a que permanecieran en la fe; y así llegaron de vuelta a Antioquía.
Dios trajo hasta Antioquía a Silas un creyente de Jerusalén, y cuando llegó el momento de iniciar un segundo viaje misionero, mientras Bernabé fué hacia Chipre con Juan Marcos, el cual había acompañado a Pablo y Bernabé durante parte del primer viaje, Pablo fue con Silas para confirmar a las iglesias que se habían formado en los lugares donde antes había predicado. Es bonito ver que cuando pasaron por estas ciudades, los que habían recibido el evangelio anteriormente habían crecido en su fe y otros habían sido salvos por su palabra. En Listra, un joven creyente llamado Timoteo, el cual era hijo de una mujer judía creyente en Cristo y de padre griego se unió a Pablo y Silas.
Aunque Pablo y sus compañeros pensaron que sería bueno ir hacia Asia a predicar, esta resultó no ser la voluntad de Dios para ellos en ese momento, sino que Dios los guió a la zona de Macedonia, llegando a la ciudad de Filipos. Allí conocieron a Lidia, una mujer que vendía telas; esta, al escuchar el evangelio creyó, y fue de ayuda para los siervos de Dios. Dios había traído a sus siervos hasta este lugar para traer el mensaje a esta mujer y su familia, y a los Filipenses que creerían la Palabra. Ahí en Filipos, Pablo y Silas acabaron en la cárcel por predicar el evangelio. Mas a media noche hubo un gran temblor que abrió las puertas de la cárcel. El carcelero, viendo que su vida peligraba porque sus presos podían escaparse, empuñó su espada para matarse, mas Pablo lo paró, asegurándole que todos estaban ahí y que no huirían. A través de este testimonio, el carcelero y su familia recibieron a Cristo en sus vidas.
Leemos en Hechos cómo estos hombres fueron predicando a Tesalónica y a Berea donde muchas mujeres y hombres recibieron a Cristo. Y llegando a Atenas, Pablo presentó el evangelio de Cristo en medio del areópago griego. Aquí Pablo basó su enseñanza en lo que estos griegos ya conocían, para poder presentarles al Dios verdadero que no conocían, y mostrarles el camino a la relación personal con Él.
De ahí partió Pablo a Corinto, donde estuvo trabajando con Aquila y su mujer Priscila, procedentes de Roma, al mismo tiempo que predicaba la Palabra en los días de reposo hasta que se reunieron a él Silas y Timoteo. Pablo entonces tuvo que salir hacia Éfeso, y se fue acompañado de Aquila y Priscila, los cuales permanecieron en Éfeso mientras Pablo continuó su viaje misionero por las iglesias de camino a Antioquía.
En el tercer viaje, nos dice Hechos 18, que Pablo fue “recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos.” El apóstol tuvo buenos momentos de evangelización y de discipulado en las diferentes regiones que visitó, pero también tuvo problemas en muchas de ellas a causa de la oposición al evangelio. Pablo sabía desde un principio que tendría que sufrir por la causa de Cristo, pero aún así fue a los judíos y a los gentiles para darles el mensaje de esperanza, deseando que todos llegaran al arrepentimiento y al conocimiento de Cristo.
¡Qué cambio había hecho Dios en la vida de este hombre! Y si lo pudo hacer en él, Dios puede hacerlo en cualquiera que encontrándose con Cristo, lo acepte con plena confianza.
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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