Judas-176 Historias de advertencia
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Descripción
Historias de advertencia La carta de Judas provee varias historias como ilustración para que los creyentes a los que escribía supieran qué comportamientos debían evitar y cómo identificar a aquellos...
mostra másLa carta de Judas provee varias historias como ilustración para que los creyentes a los que escribía supieran qué comportamientos debían evitar y cómo identificar a aquellos que seguían dichas conductas.
En el versículo 11 dice:
“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.” (11)
Judas les lleva en un viaje en la historia judía para repasar algunas historias del Antiguo Testamento que reflejaban actitudes que no agradan a Dios. Ya leímos en la carta de Juan sobre Caín, de cómo su rebeldía y su envidia lo llevó a pecar contra Dios y su hermano. Judas advierte de los que siguen el camino de Caín, recordándonos con esta mera alusión lo terrible que es el camino de la rebeldía. Cuando Dios envió a Caín a tierra desconocida, este fue, se llevó consigo a los que formarían su familia y su círculo de amistades, y construyó una ciudad donde la violencia reinaba. Qué triste, que en lugar de arrepentirse y aprender de sus errores, siguió su propio camino a la perdición. ¡Ay de ellos que siguen este mismo camino! dice Judas.
Continúa haciendo alusión a Balaam, el cual por lucro, hizo alianza con los que venían contra Dios y su pueblo. Recordemos la historia de Balaam, ese profeta del que leemos en Números 22-24. El rey Balaac quería que este maldijera al pueblo de Israel. Balaam, profeta al servicio del Dios de Israel, quería las riquezas y fama que Balaac le estaba ofreciendo, pero temía ofender al Dios verdadero. Sin embargo, el amor al dinero lo llevó camino a maldecir al pueblo. Tal era su empeño, que Dios usó a su asna para sacarlo de su terca actitud, mas este golpeó al pobre animal mientras ésta milagrosamente le hablaba. Esta historia sería graciosa si no ilustrara la necedad del hombre que insiste en ir por su propio camino y buscar su propia ganancia pensando que puede engañar a Dios. Como Balaam hay muchos, y cualquiera de nosotros podríamos caer en el mismo error. Ay de los que siguen su propia necedad y se alejan de Dios a pesar de las advertencias divinas.
El tercer ejemplo es el de Coré, personaje que encontramos en el capítulo 16 de Números. Tristemente, este hombre de la tribu de Leví se rebeló contra el plan de Dios, y organizó un grupo para enfrentarse a Moisés y Aarón, los líderes que Dios había puesto para guiar al pueblo. El argumento de Coré era que todos ellos eran santos, y por lo tanto, ellos elegirían quién los liderarían. Era cierto que Dios los había apartado para el ministerio, ya que eran parte de la tribu de los sacerdotes, pero se estaban rebelando contra Dios buscando más gloria y poder para ellos en lugar de glorificar a Dios en la posición que Dios les había dado. Dios, tras advertirles y darles oportunidad de arrepentirse, trajo juicio sobre los rebeldes que decidieron seguir el camino de Coré. ¡Ay de aquellos que todavía hoy buscan gloria para sí mismos, anteponiendo su voluntad a la de Dios!
De los tales sigue diciendo Judas:
“Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.” (12-13)
Son palabras fuertes, pero qué fuerte es volverse contra el Todopoderoso. Esto es lo que hicieron los ángeles caídos, y por ello aguardan “su juicio en el gran día” (6).
Judas da también el ejemplo de Sodoma y Gomorra, ciudades que despreciaron la gracia de Dios para deleitarse en pecados que Dios condenaba. Estas también “fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (7).
“No obstante, de la misma manera también estos soñadores (de los que habla Judas en su día) mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores.
Siglos más tarde había personas así entre los verdaderos cristianos, y hoy día, los años han pasado, pero los mismos pecados siguen vigentes. Aquellos que pecan de este modo, no solo caen ellos mismos, sino como en cada una de las historias que comparte la carta, llevan consigo a muchos que los siguen a la perdición. De estos advertía Judas a las iglesias.
Desde el principio Dios ha advertido de estos errores y del fin de aquellos que insisten en rebelarse contra Dios. Enoc, el que anduvo con Dios y no vio muerte aquí en la Tierra, séptimo desde Adán, profetizó también diciendo: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él. Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 15-16).
Gracias a Dios esto no ha de ser el fin. Dios ha provisto la salida; Él ha ofrecido perdón y reconciliación. Ante tal ofensa al Dios Santo, este ofrece perdón de pecados a todo aquel que viene a Él arrepentido. Estos ejemplos nos muestran a los que no quisieron volverse a Dios, mas en la Palabra también leemos de los que le recibieron, de los que creen en su nombre. A cada uno que le hemos recibido, Dios nos ha declarado Hijos de Dios (1 Juan 1:9). Dichoso todo aquel que pone su confianza en Dios (Salmo 40:4).
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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