Jueces-055 Una decisión personal
17 de mar. de 2023 ·
6m 50s
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Descripción
Al leer en el capítulo 17 de Jueces sobre Micaía y el levita, el relato no nos dice quién era este levita que había dejado Belén de Judá y andaba...
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Al leer en el capítulo 17 de Jueces sobre Micaía y el levita, el relato no nos dice quién era este levita que había dejado Belén de Judá y andaba por tierras de Efraín buscando un lugar donde morar.
¿Quién podría ser este levita que había ignorado la ley de Dios y el plan de Dios para su vida para buscar su propio bienestar y estabilidad económica?
Los hombres de Dan parecían conocerle, ya que leemos que cuando se lo encontraron en la casa de Micaía “reconocieron la voz del joven levita y le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí?”
Jueces 18:3
¿Quién era este hombre tan conocido al que estos hombres no esperaban encontrar por estas tierras?
Al final del capítulo 18 nos cuenta cómo la tribu de Dan tomó la tierra de unos sidonios que vivían pacíficamente y sin molestar a nadie. Arrasaron el lugar, reedificaron la ciudad, y levantaron los ídolos que habían robado a Micaía. Nos dice Jueces 18:30-31:
“Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.”
El texto nos revela que se trataba del hijo de Gersón, osea, el nieto del mismo Moisés. Este es uno de los detalles que nos indica que estos sucesos ocurrieron al principio de la época de los jueces. Este levita, Jonatán, era el nieto del gran hombre de Dios que había sacado al pueblo de Egipto y lo había guiado por el desierto durante 40 años. Aquél que había hablado con Dios cara a cara, que había intercedido por el pueblo, y que les había dado repetidas veces la ley de Dios.
¿Cómo podría su nieto estar sacrificando a imágenes? ¿no había oído del incidente con el becerro de oro; Cómo su tío Aarón había permitido que el pueblo hiciera imagen para adorarla? ¿Cómo su abuelo Moisés había llegado al campamento después de estar con Dios mismo, para encontrarse al pueblo desenfrenadamente haciendo fiesta a este ídolo, cómo había tomado el becerro, lo había fundido y lo había derramado en el agua que estos bebían? No sabía que Dios había pedido que no se hicieran imágenes para adorar? Claro que lo sabría. También sabría que los sacrificios y holocaustos se debían llevar a cabo en Silo, donde estaba el tabernáculo, y por los sacerdotes, hijos de Aarón.
El padre de este levita, Gersón, hijo de Moisés y Séfora se había criado en Madián, con su madre y abuelo Jetro. Pero vimos en Éxodo 18 que Jetro había creído en el Dios de Israel. Los hijos de Jetro habían elegido vivir entre el pueblo de Israel. Y aunque no sabemos mucho de Gersón, sabemos que su hijo estaba morando en Belén de Judá antes de decidir salir a forjar su propia identidad. Él quería ser sacerdote de Jehová, pero a su propia manera.
Jonatán no demuestra devoción sincera a Dios, ya que al leer la historia, vemos que lo que lo movía era interés en su propio plan de vida y no en lo que Dios había hablado.
Vemos que este nieto de Moisés había elegido dejar los preceptos de Dios para adorar a un Dios que él mismo se estaba haciendo a su propio gusto, y estaba tomando decisiones basadas en sus ganancias personales.
No se lo pensó dos veces cuando los de Dan le ofrecieron ser sacerdote de la tribu en lugar de serlo de una sola familia. Esto implicaba mejor remuneración y más fama y estabilidad. Y acabó formando un negocio familiar que pasaría de generación en generación hasta que el pueblo fue invadido años más tarde. Así podemos ver que un descendiente directo del fiel siervo de Dios se desvió, haciéndose idólatra y amando otras cosas antes que a Dios.
¿Es esto posible? Por desgracia lo es; no solo posible, sino muy fácil. Y es que la fe de tu abuelo no determina tu fe. La fidelidad de tus padres no predetermina tu caminar con Dios. La fe es una cuestión personal. Y cuando un individuo se desvía tan solo unos pocos grados de la presencia de Dios, al seguir el camino elegido, acabará lejos del Señor, y apartado de la perfecta voluntad de Dios.
Amiga, no importa lo fieles que fueron tus padres o abuelos. No importa la familia de la que vienes. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Aunque las oportunidades de conocer al Señor son mayores para aquellos cuyos familiares siguen a Dios fielmente, la relación con Dios es siempre un asunto personal.
Tu condición espiritual estará determinada por lo que tú decidas hacer con Dios. Y cada decisión en tu caminar con Él marcará el rumbo de tu vida en Cristo.
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¿Quién podría ser este levita que había ignorado la ley de Dios y el plan de Dios para su vida para buscar su propio bienestar y estabilidad económica?
Los hombres de Dan parecían conocerle, ya que leemos que cuando se lo encontraron en la casa de Micaía “reconocieron la voz del joven levita y le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí?”
Jueces 18:3
¿Quién era este hombre tan conocido al que estos hombres no esperaban encontrar por estas tierras?
Al final del capítulo 18 nos cuenta cómo la tribu de Dan tomó la tierra de unos sidonios que vivían pacíficamente y sin molestar a nadie. Arrasaron el lugar, reedificaron la ciudad, y levantaron los ídolos que habían robado a Micaía. Nos dice Jueces 18:30-31:
“Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.”
El texto nos revela que se trataba del hijo de Gersón, osea, el nieto del mismo Moisés. Este es uno de los detalles que nos indica que estos sucesos ocurrieron al principio de la época de los jueces. Este levita, Jonatán, era el nieto del gran hombre de Dios que había sacado al pueblo de Egipto y lo había guiado por el desierto durante 40 años. Aquél que había hablado con Dios cara a cara, que había intercedido por el pueblo, y que les había dado repetidas veces la ley de Dios.
¿Cómo podría su nieto estar sacrificando a imágenes? ¿no había oído del incidente con el becerro de oro; Cómo su tío Aarón había permitido que el pueblo hiciera imagen para adorarla? ¿Cómo su abuelo Moisés había llegado al campamento después de estar con Dios mismo, para encontrarse al pueblo desenfrenadamente haciendo fiesta a este ídolo, cómo había tomado el becerro, lo había fundido y lo había derramado en el agua que estos bebían? No sabía que Dios había pedido que no se hicieran imágenes para adorar? Claro que lo sabría. También sabría que los sacrificios y holocaustos se debían llevar a cabo en Silo, donde estaba el tabernáculo, y por los sacerdotes, hijos de Aarón.
El padre de este levita, Gersón, hijo de Moisés y Séfora se había criado en Madián, con su madre y abuelo Jetro. Pero vimos en Éxodo 18 que Jetro había creído en el Dios de Israel. Los hijos de Jetro habían elegido vivir entre el pueblo de Israel. Y aunque no sabemos mucho de Gersón, sabemos que su hijo estaba morando en Belén de Judá antes de decidir salir a forjar su propia identidad. Él quería ser sacerdote de Jehová, pero a su propia manera.
Jonatán no demuestra devoción sincera a Dios, ya que al leer la historia, vemos que lo que lo movía era interés en su propio plan de vida y no en lo que Dios había hablado.
Vemos que este nieto de Moisés había elegido dejar los preceptos de Dios para adorar a un Dios que él mismo se estaba haciendo a su propio gusto, y estaba tomando decisiones basadas en sus ganancias personales.
No se lo pensó dos veces cuando los de Dan le ofrecieron ser sacerdote de la tribu en lugar de serlo de una sola familia. Esto implicaba mejor remuneración y más fama y estabilidad. Y acabó formando un negocio familiar que pasaría de generación en generación hasta que el pueblo fue invadido años más tarde. Así podemos ver que un descendiente directo del fiel siervo de Dios se desvió, haciéndose idólatra y amando otras cosas antes que a Dios.
¿Es esto posible? Por desgracia lo es; no solo posible, sino muy fácil. Y es que la fe de tu abuelo no determina tu fe. La fidelidad de tus padres no predetermina tu caminar con Dios. La fe es una cuestión personal. Y cuando un individuo se desvía tan solo unos pocos grados de la presencia de Dios, al seguir el camino elegido, acabará lejos del Señor, y apartado de la perfecta voluntad de Dios.
Amiga, no importa lo fieles que fueron tus padres o abuelos. No importa la familia de la que vienes. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Aunque las oportunidades de conocer al Señor son mayores para aquellos cuyos familiares siguen a Dios fielmente, la relación con Dios es siempre un asunto personal.
Tu condición espiritual estará determinada por lo que tú decidas hacer con Dios. Y cada decisión en tu caminar con Él marcará el rumbo de tu vida en Cristo.
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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