La invasión de Ucrania resucita al aceite de palma
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Descripción
No ha quedado más remedio. La industria agroalimentaria ha vuelto a interesarse por el aceite de palma. La razón es la escasez de aceite de girasol que ha provocado la...
mostra másPese a todo, el aceite de palma es una de las grasas más consumidas del mundo. Está presente en muchos alimentos procesados: margarinas, pizzas, galletas, patatas fritas, chocolates... Aunque, al menos, en España no se vende de forma embotellada.
En los últimos años, su uso se ha reducido sustancialmente, y ha sido habitual encontrar la etiqueta 'sin aceite de palma' en muchos productos. Esto se debe a su contenido de ácidos grasos saturados, perjudiciales para la salud, pero también a los problemas de deforestación que genera en los países de origen. Esto provocó una importante campaña en contra desde el año 2017, que llevó a varias cadenas de supermercados a pedir a los fabricantes que evitasen su uso. Aunque, hay que decir, que los países productores se están esforzando desde entonces por mejorar en el ámbito de la sostenibilidad.
Uno de los beneficiados fue el aceite de girasol, que se consagró como una de sus principales alternativas. Pero la invasión rusa ha dejado a España sin las 500.000 toneladas que importaba de Ucrania cada año.
Por lo tanto, las compañías de salsas, de bollería o fritos, entre otras muchas, se han visto obligadas a interesarse de nuevo por el aceite de palma, como explica Jorge de Saja, director de Afoex, en declaraciones recogidas por EFE. Actualmente, se busca una alternativa con precio razonable, disponibilidad continua en grandes cantidades, y con los perfiles grasos necesarios.
Pero no es la única alternativa que barajan. También ponen sus ojos en el aceite de soja, o el de oliva, por supuesto. Pero, por sus características y cualidades, muy diferentes, y los cambios que exigiría su uso en sus recetas, la industria está encaminada a apostar principalmente por el aceite de palma.
Sus ventajas competitivas es que no tiene olor, ni sabor, además de que, al ser más saturado, se enrancia menos, y permite que los productos tengan una textura más cremosa. No es el más recomendable, recuerdan los expertos en nutrición, pero es fácil de usar para la industria. Y, por si fuera poco, es más barato.
España importa unos dos millones de toneladas de aceite de palma al año, pero el problema que se han encontrado desde el sector alimentario es que su disponibilidad y su precio pueden verse comprometidos por las medidas de control que están estableciendo en los países de origen.
Las autoridades de Indonesia, por ejemplo, que es el mayor productor y exportador mundial, acaban de prohibir la exportación de la variante refinada. Su objetivo, dicen, es garantizar el suministro local y frenar el encarecimiento interno por la mayor demanda internacional. Solo en febrero su precio se disparó un 44%.
Las medidas tomadas por Indonesia, junto con otros aspectos negativos, como las sequías que se están viviendo en Sudamérica o Canadá, grandes productores de otros aceites como los de soja o canola, y que también han limitado sus exportaciones, están tensionando aún más el mercado mundial de aceites vegetales. Una situación que hará inevitable que los precios de los alimentos continúen disparados.
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Autor | elEconomista |
Organización | elEconomista |
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