MelP_659-1Cronicas_22_5
31 de may. de 2024 ·
2m 30s
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Descripción
«Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre...
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«Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia.» (1 Crónicas 22:5)
El sueño del rey David fue edificar un templo glorioso para su Dios. No obstante, Dios no le permitió realizar la obra, dejándolo para su hijo. Así que David hizo todos los preparativos, acumulando todos los mejores materiales para facilitar la obra. Pero lo que más me llama la atención de este texto es el énfasis que pone David en cómo quiere que sea ese templo. No imagina simplemente un edificio funcional. David describe su visión de un templo magnífica por excelencia. Quiere que cualquier persona que viera ese templo glorificara y honrara al Dios que lo habitaba. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, encontramos un cambio de enfoque. La Iglesia espiritual de Cristo no tiene una capital donde mora exclusivamente el Espíritu de Dios. Más bien, el Espíritu mora en cada creyente. Pero el sueño de David todavía es aplicable al presente tiempo. Nosotros debemos ser un testimonio magnífico por excelencia, para renombre y honra a Dios en todas las tierras. El Espíritu que mora en nosotros debe también mandar sobre nosotros de tal forma que nuestra vida se siga transformando más y más en la imagen de nuestro Salvador.
Hoy sigamos sometiéndonos a la dirección del Espíritu Santo en nuestras vidas para que seamos un testimonio para nuestro Dios. (David Bell)
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El sueño del rey David fue edificar un templo glorioso para su Dios. No obstante, Dios no le permitió realizar la obra, dejándolo para su hijo. Así que David hizo todos los preparativos, acumulando todos los mejores materiales para facilitar la obra. Pero lo que más me llama la atención de este texto es el énfasis que pone David en cómo quiere que sea ese templo. No imagina simplemente un edificio funcional. David describe su visión de un templo magnífica por excelencia. Quiere que cualquier persona que viera ese templo glorificara y honrara al Dios que lo habitaba. Cuando llegamos al Nuevo Testamento, encontramos un cambio de enfoque. La Iglesia espiritual de Cristo no tiene una capital donde mora exclusivamente el Espíritu de Dios. Más bien, el Espíritu mora en cada creyente. Pero el sueño de David todavía es aplicable al presente tiempo. Nosotros debemos ser un testimonio magnífico por excelencia, para renombre y honra a Dios en todas las tierras. El Espíritu que mora en nosotros debe también mandar sobre nosotros de tal forma que nuestra vida se siga transformando más y más en la imagen de nuestro Salvador.
Hoy sigamos sometiéndonos a la dirección del Espíritu Santo en nuestras vidas para que seamos un testimonio para nuestro Dios. (David Bell)
Información
Autor | David y Maribel |
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