Pedro-165 No te conformes
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Descripción
No te conformes A veces hay que conformarse, pero es triste ver que a menudo somos capaces de conformarnos demasiado. Nos conformamos con lo que somos y con cómo estamos,...
mostra másA veces hay que conformarse, pero es triste ver que a menudo somos capaces de conformarnos demasiado. Nos conformamos con lo que somos y con cómo estamos, porque es más fácil dejar las cosas como están que intentar mejorarlas. El cambio requiere esfuerzo, pero el cambio, si es para bien, vale la pena el esfuerzo.
El Señor nos pide que permanezcamos en Él, el cual nunca cambia, pero es su voluntad que haya cambio en nosotros. Nos pide que vayamos transformándonos de gloria en gloria, hasta llegar a la misma imagen de nuestro Señor. Esto es tarea difícil, por no decir que es imposible sin la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. 1 Pedro 1:16 declara: “Sed santos, porque yo soy santo.” Esta es una meta a la que no creo que podamos decir que hemos llegado, ¿verdad? Para ponernos manos a la obra nos pide Pedro en el versículo 13 que “ciñamos los lomos de nuestro entendimiento.” Los romanos utilizaban túnicas que se mantenían sujetas por el cinto, y cuando uno iba a realizar algún trabajo, debían asegurar bien la túnica para que no les molestara. Pedro pide esto porque al igual que para cualquier trabajo, el trabajo en nuestro interior demanda que nos apretemos el cinturón.
El apóstol continúa pidiendo que seamos sobrios, manteniéndonos centrados y serios en cuanto a nuestra tarea, y esperando por completo en la promesa de la gracia que Cristo traerá cuando sea manifestado, dice el texto.
¿Por qué debemos hacer esto? ¿Con qué propósito? Pedro explica que el que nos ha llamado a una vida santa es él mismo santo. “Como aquel que nos llamó es santo, sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.” (1 Pedro 1:15)
Es por este llamado que no podemos conformarnos a nuestros deseos naturales, acomodándonos a lo que somos, y sin mirar adelante.
Vamos adelante hacia esta vida santa porque Cristo nos ha rescatado por su sangre, nos ha destinado para salvación, ha purificado nuestras almas, y quiere seguir haciéndolo por medio de Su Palabra viva y eterna. En el capítulo 2 nos dice a los que hemos gustado de la gracia de Dios: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” Este alimento es Su Palabra.
Pedro describe situaciones en las que en lugar de conformarnos a lo natural, podemos permitir que Dios haga un cambio en nosotros para bien. En el trato con otros, Dios pide que mostremos respeto y honra incluso a aquellos que no son agradables, mostrándoles así el amor de Dios. Leemos en 1 Pedro 3:8-9: “sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” De lo que hemos recibido, damos, confiando en que Dios nos protegerá de todo mal, “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro 3:12)
Cada persona que se dice llamar cristiana debe buscar la paz y seguirla y debe mostrar respeto a su prójimo, ya sea desde una posición de autoridad o no.
A cada uno, en el capítulo 1 de la segunda carta dice el apóstol: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”
Esto no se cultiva conformándonos a lo que ya somos, sino buscando a Dios día a día. Comenzando por la fe, vamos recibiendo las virtudes que son fruto del Espíritu Santo de Dios a través de la Palabra viva de Dios. Y así, en lugar de ser ociosos, preocupados por nuestra propia agenda personal, iremos creciendo en el conocimiento de nuestro Señor a la vez que somos transformados en su imagen. He aquí el bello plan de Dios para tu vida; he aquí la belleza de la salvación y la santificación.
Información
Autor | David y Maribel |
Organización | David y Maribel |
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