Proverbios-123 La lengua sabia

29 de jun. de 2023 · 7m 27s
Proverbios-123 La lengua sabia
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Proverbios 21:23 “El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.” El libro de Proverbios da advertencias y consejos sobre nuestro hablar. Y es que, como...

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Proverbios 21:23 “El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.”

El libro de Proverbios da advertencias y consejos sobre nuestro hablar. Y es que, como dice Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua.”

Si tuviéramos esta realidad en mente cada vez que abrimos la boca, tendríamos mucho más cuidado y pensaríamos más antes de hablar.

La Palabra de Dios nos instruye sobre el contenido, la forma, y el propósito de nuestro discurso.

Podemos hacer daño con lo que decimos. Esto es especialmente cierto cuando decimos cosas que no son verdad. Hay varios textos en Proverbios que advierten sobre la corta vida de una lengua mentirosa. Refranes populares hacen eco de esta realidad, y nos recuerdan que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, y que las mentiras tienen las patitas muy cortas.
Pero peor aún es el hecho de que, como dice Proverbios 26:28 “La lengua falsa atormenta al que ha lastimado,…” Cuando alguien miente para su propio beneficio, está haciendo mal a otro. Por no mencionar que uno de los diez mandamientos habla de no mentir.
Hacemos bien en seguir la ley de Dios, porque como dice Proverbios 12:19, “El labio veraz permanecerá para siempre; Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.”

Sin embargo, no es suficiente echar a un lado las mentiras y hablar solo la verdad, porque hay muchas veces que la verdad no es dicha como conviene. A Dios le interesa la forma de nuestro discurso.

Proverbios 12:18 dice que “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.

Hay formas de hablar que dañan tanto como una puñalada. Sin embargo, en contraste, el sabio puede curar heridas con sus palabras.

Proverbios 15:4 nos recuerda que “La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.”

Cuando hablamos apaciblemente, con tranquilidad, promovemos vida, y sin embargo, cómo cuesta controlar el tono cuando la situación nos afecta. Que Dios nos ayude a hablar de modo que no quebrantemos el espíritu de los que reciben nuestras palabras; que nuestras palabras no sean como golpes de espada, sino que sean como un árbol de vida en ellos, como medicina que sana.

Dios no nos pide que no digamos nada negativo, o que no confrontemos a nadie. Nos dice Proverbios 28:23 que “El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua.”

Este versículo trata sobre la importancia de usar la lengua para amonestar cuando sea necesario. Una lengua lisonjera es aquella que halaga por halagar, cuando en realidad hay motivo de reprender. Nos recuerda que una reprensión hecha con la actitud adecuada es mucho más apreciada que los halagos inmerecidos. Debemos decir lo que conviene, pero también debemos decirlo como conviene, porque tan importante es el contenido como la forma de nuestro discurso.

Colosenses 4:6 dice “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”

Proverbios habla del contenido, de la forma de nuestro discurso, y también del fin o propósito de nuestras palabras.

Proverbios 17:20 compara al que revuelve temas con su lengua al perverso de corazón. Y Efesios 4:29 exhorta: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”

El propósito de nuestro discurso debería ser la edificación de otros, y nunca su destrucción. Esto es muy difícil de controlar, porque es posible que incluso cuando queramos edificar, digamos cosas de manera que hiramos, y es por esto que Proverbios 15:28 advierte que

“El corazón del justo piensa para responder; Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.”

Cuando hablamos sin pensar, corremos el riesgo de derramar cosas malas que serán muy difíciles de recoger. Se cuenta la anécdota de uno que rompió una almohada de plumas y la lanzó por la ventana. Las plumas salieron por todas direcciones. Este se volvió al que tenía al lado y le retó a que bajara y recogiera todas las plumas que habían salido volando para volver a ponerlas en la almohada. Por supuesto, esto era una tarea imposible. Así ilustró que lo que echamos por la boca es imposible de recoger por lo que debemos abrir la boca con sabiduría.

Los siguientes proverbios nos recuerdan de que el justo, sabio y prudente tiene una determinada forma de hablar.

Proverbios 10:31-32 “La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada.
Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.”

Proverbios 17:27: “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.”

Proverbios 16:23-24
“El corazón del sabio hace prudente su boca, Y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.”

Que nuestro discurso sea como a Dios le agrada en contenido, forma y propósito. Que abramos nuestra boca con prudencia y sabiduría, que hablemos de forma agradable, y que edifiquemos a otros con nuestras palabras.
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Autor David y Maribel
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