Hemos asistido a los últimos coletazos del sanchismo. Los finales de régimen siempre tienen una parte agónica y otra teatral. Estaba convencido de que renunciaría, ya que era lo que parecía cuando supimos que había
acudido al palacio de La Zarzuela. Ahora sabemos que era el colofón de su escandalosa apropiación de las instituciones. Al poco,
ofreció una comparecencia para anunciar que sigue y que emprenderá una regeneración que se traduce en amordazar a la prensa
y al Poder Judicial. El sanchismo decidirá quién es o no demócrata. La reacción de sus socios fue pedir un control de la Prensa y una democratización de la Justicia, que supongo que se refieren a que repliquemos el modelo que existía en los países comunistas. Es una justicia popular controlada y sometida a los poderes ejecutivo y legislativo. Hemos asistido a una de las mayores manipulaciones propagandísticas de la Historia de España. No ha hecho otra cosa que descalificar a la oposición y atacar a los contrapoderes. Pedro Sánchez se apropia de la presidencia del Gobierno, el feminismo, la democracia y la regeneración como expresión de un proyecto partidista.