Salmos-107 Pide con confianza

7 de jun. de 2023 · 6m 36s
Salmos-107 Pide con confianza
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¿Has considerado alguna vez que cuando vienes a Dios con una petición estás demostrando confianza? No solemos ir a pedir cosas a aquellos que sabemos que no tienen la obligación...

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¿Has considerado alguna vez que cuando vienes a Dios con una petición estás demostrando confianza?

No solemos ir a pedir cosas a aquellos que sabemos que no tienen la obligación o el deseo de dárnoslas. Más bien, vamos a pedir ayuda a aquellos que pueden brindárnosla y que se interesan por nuestro bienestar.

La mayoría de los salmos del rey David están en el primer libro de los cinco libros de los salmos. En los primeros capítulos del libro, comenzando con el salmo 3, encontramos varios salmos de lamento. Esta categoría incluye lamento y súplica, en los que el salmista ruega a Dios que lo guarde, lo defienda, lo proteja, o que haga justicia, para él, defendiéndolo, o para el enemigo, liberándolo de aquellos que lo estaban oprimiendo.

Mas si lees estos salmos notarás que tienen también versículos en los que el salmista alaba a Dios mostrando confianza en las obras de aquel hacia quien la súplica estaba dirigida.

En el salmo 3, David pide la protección de Dios, y en el versículo 3 leemos cómo afirma que Dios es su escudo, su gloria, y el que levanta su cabeza. David podía venir a rogarle a Dios que lo protegiera porque sabía que Dios era poderoso para hacerlo, y era bondadoso para querer defenderlo. Y es por eso, en el versículo 5 puede decir que descansará tranquilo porque Dios mismo lo sustentaba.

De igual modo, en el salmo 4, un salmo de lamento, leemos más versículo de afirmación de confianza que de petición a Dios. David venía a rogar a Dios que lo escuchara y le respondiera porque ya había experimentado el cuidado de Dios. El versículo 1 dice “cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar.” David ya había experimentado el socorro de Dios, y por eso podía acabar este salmo también con la afirmación “En paz me acostaré, y así mismo dormiré, porque solo tú ,Jehová, me haces vivir confiado.”

En el 5:7 David afirma que el motivo por el que ruega a Dios que lo proteja de aquellos que desean su mal, es “por la abundancia de su misericordia” Y por su justicia, porque como dice el versículo 12: Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo;
Como con un escudo lo rodearás de tu favor.”

En el salmo 6 David ruega que Dios sea misericordioso con él en la prueba, y lo hace con la certeza de los versículos 8 y 9, que dicen: “Jehová ha oído mi ruego;
Ha recibido Jehová mi oración.”

Finalmente por hoy, en el salmo 7, David ruega a Dios que lo libre de los que lo persiguen, y que traiga juicio contra aquellos que desean su mal. Pero más de la mitad del salmo lo dedica a compartir con sus lectores la grandeza y la justicia de Dios:

Salmo 7: 9-12 “Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón. Mi escudo está en Dios, Que salva a los rectos de corazón.
Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días.
Si no se arrepiente, él afilará su espada; Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.”

Estos salmos nos muestran un patrón. Cuando David ruega a Dios que lo auxilie, es porque tiene plena confianza en que ÉL es poderoso para hacerlo, y a la vez es bueno para querer llevarlo a cabo.

Del mismo modo, cuando tú o yo vamos ante el trono de Dios en oración personal, y le traemos nuestros miedos, nuestras luchas o nuestros deseos, estamos diciéndole a Dios que nos fiamos de Él.

En la carta a los Hebreos, versículo 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Si quiero misericordia y gracia iré a aquel que puede dármela y quiere ayudarme. Por ese motivo Jesús decía que pidiéramos con absoluta confianza, sabiendo que lo recibiríamos, y nos sería dado (Mateo 7:7). Esto lo dijo porque a Él le gusta que le pidamos.

Pero Santiago 1:6 nos advierte: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No dudemos de Dios, sino traigamos nuestras súplicas a Él.

¿Qué tal si hacemos aquello que al Padre le agrada? Vayamos más a menudo ante Dios, trayéndole aquello que para nosotras es importante. Y comuniquemos nuestra confianza en Él, alabando a su persona y recordando con gratitud todo lo que Él ya ha hecho por nosotros. Pide, pero pide con confianza.
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Autor David y Maribel
Organización David y Maribel
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